Huelva

La reconversión de Huelva

  • Cepsa culmina la mayor inversión industrial realizada en Andalucía en muchos años con la ampliación de la refinería de La Rábida

Javier Chaparro

Director de Huelva Información

El proceso de parada de los vertidos se ejecutó paso a paso, de forma gradual y calculada. Por previsible, casi en silencio. Su final, anhelado largamente por muchos y temido por otros a causa de sus consecuencias económicas y sobre el empleo, se hizo efectivo en los últimos días de diciembre de 2010. Era el último jalón de un camino que arrancó a mediados de los 60, cuando las Marismas del Odiel comenzaron a acoger millones y millones de toneladas de un polvo blanco, deslumbrante y compacto, similar a una tiza al tacto: el fosfoyeso.

Hoy, esos depósitos conforman una vasta meseta artificial de más de 20 metros de altura y 1.200 hectáreas, equiparables en extensión al casco urbano de la vecina capital de provincia. El fosfoyeso es el resultado de la producción en las empresas Fertiberia y Foret de ácido fosfórico, componente básico de los abonos químicos. Como ocurriera en Doñana con la siembra de eucaliptos, su acumulación sirvió en el contexto de aquella época para mitigar los efectos insalubres que provocaban los insectos que proliferaban en un entorno natural cenagoso. Según las tesis defendidas por las compañías y los responsables de la Junta de Andalucía, dicha sustancia es un “subproducto” casi inocuo que, incluso, ha venido siendo utilizado por muchos agricultores -por ejemplo, en la comarca del Condado- como corrector de suelos degradados con elevado ph, aunque una opinión radicalmente distinta es la que mantienen las autoridades de la UE espoleadas por los ecologistas, que consideran que se trata de un “residuo” en toda regla al que hay que poner coto. Y fin. La polémica ha sido y es latente en una ciudad que se mira en su Ría y cuya economía depende en gran parte del Polo, aunque las fábricas de la Avenida Francisco Montenegro en la margen izquierda convivan ahora en equilibrio con los martines pescadores que, a sólo doscientos metros de las chimeneas, en la otra orilla, se zambullen a la búsqueda de peces en las aguas cristalinas del Paraje Natural Marismas del Odiel.

Paradójicamente, no fue el grado de toxicidad del fosfoyeso el que provocó el cese de su vertido masivo, sino la caducidad de la concesión de uso del espacio público de las marismas. Así lo había determinado en diciembre de 2009 la Audiencia Nacional, lo que forzó a las empresas que lo generaban a repensar su futuro. A ellas y a otras muchas, dado el grado de interdependencia existente entre las factorías onubenses. Huelva se reconvierte para reinventarse a sí misma. El proyecto de restauración ambiental de los depósitos de fosfoyeso es un paso demandado por la ciudadanía, aunque la desidia de las administraciones y la falta de financiación lo mantienen en barbecho. Descartada la quimera del traslado de esos desechos, el proyecto pasa por cubrirlos, primero con escombros y luego con una capa de tierra fértil sobre la que plantarían árboles y otras especies vegetales, transformando ese paisaje en un pulmón verde para la ciudad. Ya se hizo en una zona años atrás y hay hasta quien imagina hoy extensos campos de golf sobre ellas, aunque el movimiento de tierras necesario y su coste serían descomunales. En la vertiente industrial, el Polo onubense lleva a cabo un proceso de reconversión permanente, a veces por iniciativa propia con nuevas inversiones a la búsqueda de nuevos mercados, otras, obligado por las circunstancias. Fertiberia, tras la clausura de las balsas de fosfoyeso, concentró su actividad en la producción de diversos fosfatos, lo que le permite que mantengan el empleo un centenar largo de trabajadores de los más de 300 que conformaban su plantilla. No es baladí en una provincia que concluyó el año con una tasa de desempleo superior al 30 por ciento de la población activa. Foret corrió peor suerte y se vio obligada a cerrar, dejando en el paro a 142 empleados, ochenta de los cuales esperaban a final de año que el Grupo Tervalis -matriz de Fertinagro- reanudase la actividad en la factoría con la fabricación de nuevos productos. La operación es compleja, pero la citada empresa estaba tramitando otro proyecto para ocupar los suelos y parte de las instalaciones de la abandonada Nilefos para la fabricación de fertilizantes especiales y fosfatos destinados a la alimentación animal, con una inversión prevista de 10 millones de euros y la creación de 60 empleos. También se adaptó Atlantic Copper, suministradora de ácido sulfúrico de Fertiberia y Foret. En previsión del cierre de ambas, la filial de Freeport McMoran, dedicada principalmente a la producción de ánodos de cobre, concluyó a principios de 2010 la ampliación y modernización de las infraestructuras necesarias para el transporte marítimo de ácido sulfúrico con destino a la exportación, con una inversión de 14,6 millones de euros. Cepsa ocupa un lugar destacado en las inversiones. Los 1.000 millones dedicados a la ampliación de la refinería La Rábida (Palos) para la producción de gasóleo sirvieron para que la compañía culminase en 2010 la mayor inversión industrial desarrollada en Andalucía en muchos años. Sus pasos pueden ser seguidos a medio plazo por la empresa Villar Mir, que con un presupuesto similar planea la construcción en las inmediaciones de una planta regasificadora y de dos centrales de ciclo combinado para su autoabastecimiento . Ence (Empresa Nacional de Celulosa) también hace camino y abrirá en 2011 la planta de producción eléctrica con biomasa más grande de España tras invertir 100 millones de euros, además de mantenerse como la principal suministradora de celulosa para la industria papelera del país. La Huelva lejana y rosa juanramoniana tiene en su Puerto uno de sus referentes. Consolidada como una de las instituciones públicas más saneadas económicamente y que más han marcado el devenir de la ciudad y la provincia a lo largo de su historia, sigue jugando un papel destacado en el desarrollo de Huelva.

No en vano, quien fuera presidente de la Autoridad Portuaria hasta mediados de 2010, José Antonio Marín Rite, fue el primer alcalde de la capital tras la transición. Con él se inició el proyecto de reforma del Muelle de Levante Norte y la construcción del paseo fluvial en el entorno del viejo muelle de la Rio Tinto Company, dos planes que deberá rematar José Cejudo, su sucesor en el cargo. Desde una perspectiva comercial, el Puerto ha iniciado la búsqueda de nuevos horizontes, más allá del tráfico de productos que tienen como destino y origen a las industrias. Entrando en competencia directa con sus vecinos de Cádiz y Sevilla, y levantando una polémica a la que la Junta intentó poner sordina, Huelva cerró 2010 con el punto de mira fijado en el establecimiento de dos líneas marítimas de carácter estable con Canarias a través de buques ferries de dos compañías, la Naviera Armas y la Corporación Marítima Boluda, centradas en el transporte de mercancías pero con capacidad también para llevar pasajeros. La oferta abre horizontes a las empresas onubenses, pero también a las extremeñas, cuya salida natural al mar se localiza en la costa de Huelva. Otra de las reconversiones hay que buscarla tierra adentro, nunca mejor dicho, en la Cuenca Minera. La multinacional Emed Tartessus mantiene su intención de reabrir la histórica mina de Riotinto. Un paso hacia el futuro que toma como referente el pasado de una comarca en la que multitud de civilizaciones ya sacaron metales de sus entrañas. Los problemas para hacerse con la totalidad de los derechos mineros y las exigencias medioambientales de la Administración mantienen entre paréntesis un proyecto en el que muchos tienen puestas la esperanza de la resurrección económica de toda la comarca.

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