Juan ramón medina precioso. Catedrático de genética

"Unos maoístas me dijeron que la Genética era una ciencia burguesa"

  • Científico, diputado por IU en el Parlamento andaluz, rector de dos universidades, consejero de Educación en Murcia con el PP... La vida de este profesor de la Hispalense no ha sido en vano

Juan Ramón Medina Precioso junto a su perro, en su domicilio, durante un momento de la entrevista.

Juan Ramón Medina Precioso junto a su perro, en su domicilio, durante un momento de la entrevista. / fotoS: juan carlos vázquez

No es Juan Ramón Medina Precioso (Villaralto, Córdoba, 1947) un hombre que haya perdido el tiempo. La curiosidad -su principal motor vital- le llevó a ser respetado genetista, militante antifranquista con temporada incluida en Carabanchel, diputado de IU en el Parlamento de Andalucía entre 1986 y 1990 -renunció al escaño cuando perdió la fe en las intenciones democráticas de la formación-, rector de la Universidad de Sevilla y de la Politécnica de Cartagena, presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, consejero de Educación y Cultura en el Gobierno popular de Murcia... Son las mil caras de un hombre que, sin embargo, asegura que nunca se ha movido de sus verdaderas convicciones ideológicas: la reconciliación nacional -algo que a la vista está que aún no ha llegado- y la libertad -algo que siempre está en peligro-. Después de superar un cáncer, Medina Precioso vive en su piso de Los Remedios dedicado, entre otras cosas, a reflexionar sobre la espiritualidad y la figura de Cristo, una de sus grandes pasiones. También a escribir libros new age. Nada parece turbarle. Tampoco a un labrador que pertenece a su mujer y se pasea tranquilo por el salón mientras se realiza esta entrevista con amplias vistas al campo de la Feria.

-¿Científico o político?

-Si lo que define a un científico es la curiosidad, me siento científico. Sin embargo, no he tenido la paciencia o el talento para ser un investigador. He ido más por la vía de aprender de los demás. En la política me han guiado dos motivaciones: en los años 60, la libertad; después, ya en la democracia, la curiosidad, que no es una razón muy común en los políticos, a los que les suele motivar, sobre todo, el poder. Como dijo De Gaulle cuando quiso hacer su política de defensa nuclear y le preguntaron en qué dirección apuntaría los misiles, mi curiosidad se dirige "en todas las direcciones". Si nos ponemos en plan trascendente, soy una persona que busca la verdad.

-Aunque se quita importancia, como científico ha hecho alguna aportación destacable en el campo de la Genética.

-Bueno, fue un trabajo que realicé con un doctorando mío, Paco Rodríguez, que ahora es profesor de la Universidad de Alicante. Estábamos desarrollando modelos matemáticos de la evolución del ADN, cómo se acumulan los cambios en el ADN a lo largo del tiempo. Yo plantée el problema general para hacer un modelo unitario y Paco lo solucionó. Publicamos un artículo que es el más citado de un grupo español de la Universidad de Sevilla en los últimos treinta años. Todavía lo sigue siendo.

"La evolución biológica y la cultural no están tan desconectadas. A veces interaccionan"

-La Genética es hoy en día una de las cuestiones centrales no sólo de la ciencia, sino también del debate social. ¿Era así ya cuando usted comenzó?

-Sí. Estudié Biología, pero carecía de la habilidad experimental para estar en un laboratorio. Eso se tiene o no se tiene. Soy un manazas y hacer un experimento es algo que requiere habilidad manual. Me atrajo la Genética, era una ciencia más abstracta y ya jugaba ese papel central que usted apunta, porque está muy conectada a la teoría de la evolución y ya se había descubierto la estructura del ADN. Aunque ahora nos parezca mentira, entonces jugaba un papel importante en las discusiones políticas. Había estado muy vinculada al racismo, al movimiento eugenésico, a la depuración racial... No sólo en la Alemania nazi, sino en países democráticos como los EEUU... Había un debate muy importante con algunos marxistas.

-¿No les gustaba?

-En 1969 me detuvieron por propaganda ilegal contra el franquismo y me condenaron a tres años en la cárcel de Carabanchel. Afortunadamente sólo estuve seis meses, porque me cogió el indulto por el caso Matesa. Allí me encomendaron dinamizar con los presos políticos un debate sobre ciencias naturales. Recuerdo el debate con unos maoístas que me decían que la Genética era una ciencia burguesa, que el ADN era un instrumento de los capitalistas para mantener la hegemonía...

-Hay todo un debate sobre cómo afecta la genética a nuestra libertad, si estamos absolutamente condicionados por los genes o existe el libre albedrío.

-Los genes influyen mucho física y mentalmente, pero no lo son todo. Yo creo en el libre albedrío, pero es una creencia al margen de la ciencia. De hecho hay muchos científicos que dicen que no existe.

"Estoy sorprendido de la cantidad de antifranquistas que han surgido 40 años después de la muerte de Franco"

-¿Y la evolución biológica humana, se ha parado en favor de la evolución cultural?

-La evolución biológica nunca se para, porque su base son mutaciones que son espontáneas, aleatorias e incesantes. Es curioso, porque son más frecuentes las mutaciones desfavorables que las favorables. Es decir, que las mutaciones no están dirigidas a mejorar las especies. Lo que pasa es que la selección natural criba esas mutaciones, elimina las desfavorables y retiene las favorables. Ese proceso no se puede parar. Lo que sí es verdad es que, en nuestra especie, la evolución cultural es mucho más rápida que la biológica. Nosotros nos adaptamos al frío no mediante cambios en nuestro metabolismo, sino haciendo ropa, lumbre... Pero sí se conocen casos en los que la evolución biológica y la cultural han ido acompasadas. Por ejemplo, la costumbre de beber leche.

-Explíqueme.

-Los humanos somos los únicos mamíferos que bebemos leche en la etapa adulta. Los cachorros de mamíferos tienen unas proteínas que les permiten digerir la lactosa. Pero éstas suelen desaparecer cuando el cachorro va madurando, de forma que a un perro adulto le suele resultar indigesta la leche. En nuestra especie, sin embargo, hubo culturas que se dedicaron a beber leche y eso seleccionó favorablemente mutaciones que hacían que permanecieran en la etapa adulta las enzimas para digerir la leche. Sin embargo, todavía hay muchas culturas que, como no tuvieron esa costumbre, son intolerantes a la leche. La evolución biológica y la cultural no están tan desconectadas. A veces interaccionan.

-Hay mucha gente que piensa que la ciencia Genética puede traer muchos problemas a la humanidad. ¿Comparte usted ese pesimismo?

-No, soy optimista. La ciencia, en su conjunto, ha beneficiado a la humanidad. Es indudable que todo descubrimiento puede ser utilizado mal, y ahí están las armas nucleares. Pero también es cierto que el año pasado fue el que menos gente murió en guerras y las armas nucleares, debido a la amenaza de mutua destrucción, han impedido un conflicto a gran escala. En el caso concreto de la ingeniería genética también soy optimista, ya que nos puede ayudar a curar enfermedades y defectos genéticos.

-Muchos temen que se pueda usar para frivolidades de ricos, como la búsqueda de un niño más guapo e inteligente...

-Eso no es fácil, porque la mayor parte de nuestros caracteres dependen de varios genes a la vez, no de solo uno. Es decir, no hay un gen de la belleza ni un gen de la inteligencia. Ambos son fenómenos poligénicos, están influenciados por centenares de genes, y conseguir eso en las próximas décadas es casi imposible para la ingeniería genética. No es como curar la diabetes, que depende de un sólo gen.

"Lo que más me costó como rector fue que los profesores aceptasen un control de asistencia a clase"

-Antes habló de la cárcel, ¿fue una experiencia que le marcó?

-Vaya por delante que, aunque la Brigada Política Social me detuvo varias veces, nunca me pusieron una mano encima. La cárcel me ratificó en la democracia y me dio un certificado de buena conducta. Yo tengo un documento que prueba que era antifranquista antes de la muerte del dictador... Estoy sorprendido de la cantidad de antifranquistas que han surgido cuarenta años después de la muerte de Franco. En aquel tiempo éramos muy pocos. Por aquellos debates de los que le hablé antes, en la cárcel comprendí también que el marxismo estalinista era incompatible con la ciencia... El marxismo se definía como un socialismo científico y resultó que aquellos personajes no atendían a argumentos de naturaleza científica. Aquello me vacunó.

Juan Ramón Medina Precioso, durante la entrevista Juan Ramón Medina Precioso, durante la entrevista

Juan Ramón Medina Precioso, durante la entrevista

-Ha sido dos veces rector, una en la centenaria Universidad de Sevilla y otra en la entonces naciente Universidad Politécnica de Cartagena. ¿Qué tal en la Hispalense?

-Es una Universidad con quinientos años y, en muchos sentidos, marcha sola. Yo tuve la satisfacción de que mi último informe de gestión fuese aprobado con más votos que cuando fui elegido rector. Una de las cosas que más me costó fue establecer un control para saber si los profesores habían dado su clase o no. Cuando yo llegué a rector había profesores que no daban sus clases y el Rectorado o el Decanato ni se enteraban. Implantamos el sistema de firmas, algo que hoy parece obvio pero que me costó un debate en el Claustro durísimo. Hubo una reacción generalizada contra la medida, incluso por parte de los docentes que mejor cumplían.

-¿Algún proyecto que no se desarrollase como a usted le hubiese gustado?

-En su momento formé parte, junto a muchos otros como Francisco Ferraro, del grupo que ideó el Parque Científico y Tecnológico de la Cartuja, impulsado por el Gobierno de España -Alfonso Guerra era el responsable político- y que pretendía la necesaria conexión entre universidad, ciencia y empresa. Más tarde, como rector, me tocó aplicar el proyecto y trasladar este parque algunos centros, como la Escuela de Ingenieros. Aquello era más ambicioso, pero no se pudo completar al cien por cien porque llegó la crisis económica tras la Expo 92 y los responsables políticos fueron impacientes y autorizaron la instalación en la misma zona del parque temático Isla Mágica, un proyecto que es completamente contradictorio al Parque Científico.

-Ha tenido una importante y variada carrera política: activista antifranquista, diputado andaluz por IU, consejero de Educación y Cultura con el gobierno del PP de Murcia...

-Eso requiere una explicación, ¿tiene tiempo?

-Todo suyo.

-Nací en un pueblecito del Valle de los Pedroches, Villaralto, hijo de un médico comunista y una madre maestra represaliada que se dedicó a la enfermería. Estudié en un colegio católico de Madrid, en los Clérigos de San Viator, una orden afrancesada. Un padre marxista ateo, una madre muy culta y panteísta -lo que ahora llamaríamos nueva era- y una educación cristiana... Mis ideas siempre se han movido en el ámbito de esas tres influencias. Entré en política sobre el 68 y fui uno de los fundadores del Sindicato Democrático de Estudiantes de Madrid. Es el año del Mayo Francés, de la Guerra de Vietnam, de la Primavera de Praga... A mi padre lo habían detenido por sus actividades políticas y económicamente estábamos regular.

-Difícil situación...

-Sí, y para que vea usted la complejidad de las cosas, el que declaró a favor de mi padre fue el cura del pueblo, lo que le redujo bastante la condena.

-Continúe.

-Era necesario que yo ganase algo de dinero y estaba de tutor de unos marqueses, Espinosa de los Monteros, que tenían un castillo en el sur Francia. Allí pasé el verano del 68 y en septiembre me fui a París. En esta ciudad vi que, en contra de lo que hacían otros partidos comunistas como el francés, el español condenaba la invasión rusa de Checoslovaquia. Cuando volví a España ya estaba orientado a favor del PCE, no por influencia paterna, sino porque este partido se había puesto a favor de la libertad. El que un partido comunista juegue a favor de la libertad es algo excepcional. Ahí está la famosa frase de Carrillo: "Dictadura, ni la del proletariado". El PCE con el que yo empecé a colaborar defendía la reconciliación nacional y el pacto por la libertad, las políticas que hoy sigo defendiendo.

"El que declaró a favor de mi padre, detenido por su actividad comunista, fue el cura del pueblo"

-Es decir, que hay una coherencia en su trayectoria.

-Yo no he cambiado de ideas. En el año 70 estaba a favor de la reconciliación nacional y la libertad y casi cincuenta años después sigo en el mismo sitio. Del comunismo me fue separando su falta de un concepto claro de España y las críticas a la ciencia por motivos políticos. Me di de baja en el X Congreso cuando defendí sin éxito la necesidad de crear un ejército europeo, algo que no cuajó porque iba en contra de las tesis de la URSS. De IU me separó la constatación de que su objetivo no era mejorar la democracia, sino alcanzar un régimen comunista, algo que yo nunca quise, ni cuando militaba en el PCE.

-Hasta llegar a un Gobierno del PP.

-Hay cosas en las que defiendo las tesis de izquierdas y otras en las que defiendo las tesis de derechas. Por ejemplo, al igual que mi padre, que era un comunista insobornable, siempre he estado en contra del aborto, tengo inquietudes espirituales, creo en Dios y mantengo una fascinación por la figura de Cristo, que son cosas que se asocian a la derecha. Sin embargo, también fui antifranquista y siempre he defendido que hay que combatir la desigualdad social, algo que se suele atribuir a la izquierda. Siempre digo que nunca he sido de ningún partido ni he sido rector, sino que he estado en un partido o he estado de rector. Yo soy Juan Ramón Medina, lo demás es accesorio. La diferencia entre el ser y estar la tengo muy clara.

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