TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Javier Aracil. Doctor ingeniero industrial y profesor emérito de la Universidad de Sevilla

"En nuestra propia naturaleza como hombres está el depredar el planeta"

  • Es uno de los grandes maestros de la Escuela de Ingeniería de Sevilla, que cumple ahora 50 años Pocas personas como él han sabido conjugar las humanidades con la técnica

-En los últimos tiempos, usted ha dedicado parte de sus esfuerzos a la historia de la ingeniería y a las relaciones de ésta con las humanidades. ¿Es la habilidad técnica el principal atributo de los humanos?

-Al igual que Ortega, creo que la ingeniería es la forma más evolucionada de la técnica. La aparición del género homo sobre la tierra está asociada a la técnica y no a otra cosa. Los arqueólogos suelen identificar un fósil como humano cuando está rodeado de restos líticos que denotan una actividad técnica. Unas de las características de los humanos es que transforman el medio natural en un medio artificial. Si usted mira por la ventana verá que todo es artificial... incluso esos árboles del jardín que hemos ido seleccionando genéticamente y que no existían naturalmente. Todo lo que comemos, exceptuando algunas especies marinas, es artificial y no sobreviviría en la naturaleza solo... Si el hombre desapareciese, incluso la especie de trigo de la que nos alimentamos desaparecería.

-Déjeme que haga de abogado del diablo. Para algunos la ingeniería es una de los principales herramientas que tiene el hombre como depredador de un medio ambiente que se agota.

-Tienen razón. El hombre está sometido a una contradicción: su propio crecimiento está depredando la tierra, pero no puede evitarlo, está en su naturaleza, como en la fábula del escorpión y la rana.

-¿Somos una plaga imparable?

-Eso tiene connotaciones ideológicas y no me gustaría caer en ellas. Lo que sí es evidente, insisto, es que en nuestra propia naturaleza como hombres está el depredar el planeta.

-Sigamos con el lado oscuro de la ingeniería. Se la puede vincular muy estrechamente al nacimiento de las primeras civilizaciones de los valles, pero también como una herramienta de aquellas tiranías teocráticas.

-En un libro que ha aparecido recientemente, Los ángeles que llevamos dentro, Steven Pinker revela que el 15% de los restos humanos prehistóricos encontrados muestran signos de una muerte violenta. Sin embargo, esa cifra disminuye al 3% en el momento que aparecen las primeras civilizaciones, por brutales que ahora parezcan.

-El pensador británico John Gray ha llamado la atención sobre un fenómeno: el conocimiento científico y técnico es acumulable, pero no la sabiduría moral y política. Esto nos lleva a que se den fenómenos monstruosos como el nazismo o el comunismo estalinista.

-Conozco pero no comparto las opiniones de Gray. Vuelvo a Pinker, que también aborda ese tema: el mundo actual es mucho más compasivo que el de hace cien o mil años. Pinker demuestra con un gran despliegue de datos que las guerras de ahora, por brutales que sean, producen muchos menos muertos por habitante que en épocas pasadas.

-Me parece que asistimos al choque entre un pesimista y un optimista.

-Yo no diría que Pinker es un optimista. Simplemente es una persona que ha analizado una serie de números y que, a partir de ahí, ha llegado a una serie de conclusiones. Probablemente, si Gray analizara los mismos datos llegaría a la conclusión contraria. La idea de que de dos análisis pretendidamente objetivos de la realidad se tengan que desprender las mismas conclusiones puede que sea válida para el mundo físico, pero no para el mundo social o moral.

-¿La técnica avanza con las guerras?

-Aunque incomode a mucha gente es una evidencia que el poder militar siempre ha estado asociado a la técnica. La mejor técnica de cada momento es la que utilizan los militares.

-Volvamos a la historia de la ingeniería. Siempre se ha dicho que la antigua Roma fue el pueblo ingeniero por excelencia. ¿Comparte esta opinión?

-En Egipto y Mesopotamia también hubo grandes avances respecto a la época anterior, pero Roma es la primera gran civilización que institucionaliza una ingeniería sólida. Roma no hace ciencia, pero sus obras son soberbias.

-¿Se puede hacer ingeniería sin ciencia?

-Absolutamente, y Roma es un buen ejemplo. Ahora vivimos el mito de que los tiempos modernos son el resultado de la ciencia. Es cierto que el conocimiento del mundo que nos ha permitido la ciencia nos ha abierto unas ventanas enormes... Piense en la policía y el ADN, en la restauración de obras de arte... A los ingenieros también nos viene fenomenal este conocimiento de la realidad, pero la ingeniería no es, como algunos creen, ciencia aplicada. Por ejemplo, los hermanos Wright no sabían nada de ciencia. Es más, en aquellos momentos no se conocían los principios físicos de sustentación de un avión en el aire, eso se desarrolló después del primer vuelo.

-Esa estampa de los hermanos Wright nos remite a la imagen del ingeniero como un visionario un tanto excéntrico, casi como un artista.

-La ingeniería tiene un gran componente de arte. La ciencia es necesaria para la ingeniería pero no es suficiente. El salto que hay entre ese necesario y ese suficiente lo da el arte... Esa imagen que usted dice es muy decimonónica. Los ingenieros que pinta Galdós en novelas como La familia de León Roch o Doña Perfecta son unos señores progresistas, absolutamente rompedores con su ambiente, que incluso tienen una vida trágica debido a su enfrentamiento con el mundo ultramontano del XIX español. No olvide que Sagasta era ingeniero de caminos.

-¿Unos personajes románticos?

-No, no son rompedores desde la idea romántica, sentimental, de las emociones, sino desde una idea racional.

-Antiguamente, todas las madres con hijas casaderas suspiraban por conseguir un ingeniero como yerno. ¿Qué queda de eso?

-El éxito social de los ingenieros y sus privilegios estaban muy vinculados a su carácter minoritario, elitista, algo que se debía a que era una carrera muy selectiva. Cuando yo me titulé en 1965 todavía existía esa idea en la sociedad española de que la ingeniería era una vía de promoción social de la clase media, tanto para los hijos estudiantes como para las hijas casaderas. Debido a este elitismo, el ingeniero se ha enfrentado mucho con otras profesiones, ha sido admirado y odiado, lo que, junto a la incapacidad de los propios ingenieros de adaptarse a los nuevos tiempos, ha producido un cierto deterioro del título de ingeniero tal como se ha extendido. Por ejemplo, las antiguas escuelas de peritos se han convertido en escuelas superiores, con lo cual se ven cifras sorprendentes. Si se analiza la nota media corte de ingeniería en toda la universidad española ha bajado muchísimo, pero si se analiza la de escuelas como ésta en la que estamos ha subido muchísimo. Es decir, hay una diferencia muy clara entre unas escuelas y otras.

-Usted es un experto en Automática. Es curioso, pero muchas de las distopías que actualmente dibuja el cine retratan una sociedad futura tiranizada por los robots. El hombre necesita y teme a las máquinas.

-Esto nos lleva a la esencia de la técnica, que no es otra que la de crear prótesis que ayuden al ser humano en sus distintas actividades, desde un cuchillo para cortar el pan hasta un coche para desplazarnos. Con la robótica han aparecido unas posibilidades hasta ahora insólitas. ¿Por qué? Porque hasta hace unos cincuenta años la técnica se ocupaba de ayudarnos con nuestros sentidos y, principalmente, a aumentar nuestra fuerza, como las máquinas para elevar pesos. Sin embargo, desde la aparición de la información empezamos a desarrollar prótesis mentales, las cuales afectan a nuestro cuerpo de manera muy sutil. Hace unos días vi en Madrid una exhibición de exoesqueletos, unas especies de armaduras que permiten manejarse a alguien con problemas motores. No se si lo conseguirán, pero quieren que el saque de honor de los Mundiales de Brasil lo haga un tetrapléjico. ¿Hasta dónde va a llegar esa interacción entre el hombre y la máquina? No creo que la robótica nos domine como en las novelas de ciencia-ficción, pero sí que va a influir y condicionar mucho nuestras vidas. Mire usted si no el caso de Stephen Hawking. ¿Es un esclavo de la técnica moderna?

-¿Llegaremos a ver máquinas con sentimientos?

-Eso es pura literatura. Hay gente que está tratando de analizar qué es la consciencia para ver si las máquinas pudiesen tenerla. Pero, claro, primero tenemos que saber nosotros qué es la consciencia.

-En el campo de la robótica usted ha investigado mucho sobre el péndulo invertido. ¿En qué consiste?

-Es lo último en lo que he trabajado. El péndulo invertido es lo que hace un malabarista cuando mantiene un palo con la punta del dedo. Tiene muchas aplicaciones en la robótica, como, por ejemplo, en los segway, que son esos carritos de dos ruedas en los que el conductor va de pie y que ahora se ven mucho por las zonas turísticas. El eje de esa máquina es un péndulo invertido.

-Su trabajo ha estado también muy centrado en la investigación de los sistemas dinámicos, aquéllos cuyo estado evoluciona con el tiempo, como la población de una especie animal.

-Estos modelos matemáticos, que nacieron en el ámbito de la física, se han ido extendiendo a todas las ramas del conocimiento, incluso se han usado para hacer previsiones en el orden social, demográfico y económico.

-¿Y la meteorología?

-No, con la meteorología no funciona. Probablemente nunca logremos hacer previsiones meteorológicas a largo plazo.

-¿Por que no conocemos las ecuaciones que rigen estos sistemas?

-Sí, sí las conocemos, pero no son integrables. Lo mismo pasa con el lanzamiento de una moneda: conocemos perfectamente las ecuaciones del movimiento de una moneda, pero somos incapaces de predecir si saldrá cara o cruz.

-Esto nos lleva a una gran cuestión: los límites de la técnica y la ciencia.

-A finales del siglo XIX, el director de la oficina de patentes de Nueva York escribió que iba a tener que cerrar porque todo estaba ya inventado. Los propios físicos decían que su labor se iba a limitar exclusivamente a aplicar lo que se conocía... Es cuando aparece la teoría de la relatividad y la física cuántica. También aparece algo que ya estaba latente pero que no se le había dado la suficiente importancia: la información. Hasta entonces los físicos pretendían reducirlo todo a materia y energía, pero ahora sabemos que también hay información, como se demuestra muy bien en la biología, donde el código genético es esencial para la definición de la vida. No sabemos si con el tiempo aparecerá otro concepto igual de revolucionario. La creatividad humana parece que no tiene límites... Pero yo creo que en estos momentos los grandes problemas del mundo no van por ahí, sino por el crecimiento desmedido de la población.

-¿Es usted un malthusiano?

-No, no... Pero veo un problema en el crecimiento de la población desacompasado al crecimiento de los recursos. Piense que durante el siglo XX la población ha crecido de una forma desmedida pero, sin embargo, los alimentos han aumentado más, algo que ha sido uno de los grandes éxitos de la ingeniería agronómica y de la revolución verde de los años 60 . El problema es si esto se va a poder mantener... Bueno, ahora EEUU dice que gracias al fracking y otras técnicas va a dejar de ser dependiente de la energía de los árabes, algo que tendrá una repercusión geopolítica enorme... A veces hay descubrimientos sorprendentes que lo cambian todo y eso hace que la previsión en este tipo de cosas sea totalmente imposible.

-Ha mencionado algunos de los coceptos que son los causantes de muchos de los miedos contemporáneos: fracking, agricultura intensiva...

-Yo no defiendo el fracking, pero sí digo que toda técnica tiene riesgos. Desde el momento en el que una tribu primitiva abre un pequeño claro para asentar sus chozas está transformando la naturaleza... Eso es una constante histórica, las calzadas romanas, las presas... La sociedad está continuamente abriendo nuevas posibilidades que hay que digerir. ¿Qué pueden acabar con nosotros? Por supuesto. También lo puede hacer un virus informático... Somos una especie absolutamente dependiente de la técnica. Los ecologistas dicen que hay que mantener el equilibrio, pero ¿a qué equilibrio nos referimos?

-Hay personas que creen que es deseable y posible que la humanidad de un paso atrás.

-Piense que, según todos los datos, los cultivos transgénicos no han producido ninguna muerte, mientras que la agricultura ecológica sí. Fue el famoso caso del pepino español, que en verdad provenía de una granja alemana dedicada a productos orgánicos. Tengo amigos que están muy informados y rechazan completamente la comida eco, porque dicen que no está sometida a los controles suficientes.

-Una afirmación polémica...

-Está claro que el desarrollo puede traer peligros, pero piense que vivir de la naturaleza como nómadas, sin transformarla, significaría que en la tierra sólo podrían habitar un número muy limitado de personas. ¿Qué hacemos? ¿Empezamos a cortar cabezas?

El ilustrado políticamente incorrecto

El tópico del ingeniero cuadriculado no casa bien con Javier Aracil, un señor que habla con soltura tanto de las ecuaciones del caos como del nacimiento de las civilizaciones en los grandes valles de oriente. Nacido en Alcoy en 1941 y doctor ingeniero industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, llegó a la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Sevilla en 1969 para quedarse definitivamente en la ciudad.

Quizás sin pretenderlo -en ningún momento de la entrevista hace alarde- es políticamente incorrecto al poner en solfa la agricultura ecológica o al defender la necesidad del hombre de asumir riesgos técnicos si quiere garantizar su continuidad como especie. También muestra un claro optimismo ilustrado al defender, como su citado Steven Pinker, que la historia es un camino de progreso en el que cada siglo que pasa las cosas van un poco mejor. Desde la Escuela de Ingeniería de Sevilla, que ahora cumple 50 años, ha realizado investigaciones fundamentales para la aplicación de los sistemas dinámicos a los sistemas socioeconómicos, lo que le hizo merecedor del Premio J. W. Forrester en 1986. Miembro de varias académicas científicas y técnicas, actualmente está centrado en el estudio de la historia de la ingeniería en España.

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