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GUÍA PARA PADRES

46 juegos para crecer

  • La onubense Yolanda Sáenz de Tejada diseña, junto con el doctor Estivill, una guía para orientar a las familias a la hora de enseñar a sus hijos buenos hábitos. Son propuestas lúdicas con las que los niños aprenden a asumir posbilidades para hacer de ellos futuros adultos maduros y felices

Yolanda no sabía cómo convencer a su hija Isabel de que se comiera la fruta que le mandaba para el recreo. “Todos los días traía de vuelta a casa el plátano que le ponía en la bolsa del desayuno. Un día le pinté ojos y boca al plátano y le hice una faldita de papel. Cuando abrió la bolsa y lo vio, le encantó. Y a sus amigas también. Desde entonces siempre le decoro la fruta y se la come toda”, comenta orgullosa esta creativa llena de ideas originales. Éste es uno de los juegos de comida que se incluyen en el libro ¡A jugar! Actividades para enseñar buenos hábitos a los niños (Aguilar), escrito por la diseñadora onubense Yolanda Sáenz de Tejada junto con el doctor Estivill, el pediatra y neurofisiólogo superventas por Duérmete, niño y ¡A comer!, dos de sus obras más laureadas. En el libro también se incluyen propuestas lúdicas de higiene, sueño, lectura y sencillos juegos para aprender a comunicarse, los favoritos de Yolanda.

La rutina diaria de esta diseñadora no se corresponde con la de otras madres. En su casa hay terreno suficiente para plantar verduras, jugar a la pelota y para colocar una cama elástica. Pero, pese a estas facilidades, “hay muchos juegos que se pueden compartir con nuestros hijos sin necesidad de grandes inversiones”, declara esta madre de dos hijas, Isabel y Marta, de 11 y 6 años.

Cuando Yolanda habla de su infancia recuerda momentos felices y divertidos en una casa de familia numerosa de siete hermanos. Ahora, la media está en un 1,5 hijos por hogar. Ella dedica los viernes por la tarde, después del paseo en patines, a acudir a la biblioteca del pueblo donde vive, Linares (Jaén), para leer cuentos infantiles acompañada de sus dos pequeñas. “Acabo de terminar uno precioso, Cuando yo tenía tu edad, que adapta asuntos como el racismo a la lectura infantil”, dice esta lectora asidua de libros de niños. “Ahora hay una cantidad de cuentos y de ilustradores excelentes”, declara. Otras familias con hijos pequeños, por el contrario, dedican la tarde a sentarse frente al televisor, electrodoméstico que apenas está encendido quince minutos diarios en la casa de esta creativa.

La vida de Yolanda, su pareja y sus hijas no es la habitual en los tiempos que corren. En una sociedad en la que el tiempo para estar con los seres más queridos es el bien más preciado, suena inverosímil que una madre joven pueda compartir tantos momentos con su familia, desde acompañar a sus hijas en el desayuno a montar en bicicleta por las tardes. “Era accionista y trabajaba para la empresa familiar. No tenía vida y no estaba viendo crecer a mi hija. Vendí mis acciones y compré mi vida”, declara convencida.

Justamente de esta experiencia personal nace parte de los juegos que se proponen en el libro que el doctor Estivill define como una herramienta dirigida a los padres por tres motivos. “El primero, aprovechar el poco tiempo que tienen para estar con sus hijos, para jugar y al mismo tiempo inculcarles buenos hábitos y valores. En segundo lugar porque son fáciles de hacer y abarcan todas las edades, de 3 a 12 años. Y por último, porque no existen en el mercado libros de juegos que al mismo tiempo inculquen estos buenos hábitos”.

Yolanda crea que “si no se entablan relaciones con los hijos desde pequeños, cuando éstos crecen ven a los padres como extraños”. Ella es consciente de que en la sociedad actual la conciliación de la vida laboral y familiar no es una simple frase hecha para rellenar titulares de periódicos. “Se pueden hacer muchos juegos mientras realizamos las tareas domésticas. De hecho, recomiendo que si no se tiene tiempo durante la semana se comiencen las diferentes dinámicas en fin de semana. Pero siempre deben ser los padres los primeros en iniciar el juego porque así los niños los toman como referente. Después, pueden continuarlo los abuelos o la cuidadora del niño”, recomienda Yolanda. 

De hecho, según el doctor Estivill, la diferencia que presenta de adulto un niño que ha aprendido a crecer jugando a otro que lo ha hecho con el método de castigo-recompensa es “abismal”. “El niño con buenos hábitos es un niño sociable, educado, con mejor adaptación social y con mejor rendimiento escolar”, opina este neurofisiólogo catalán.

Y además, en estos juegos todos ganan. “No sólo cumplen los objetivos de enseñar buenos hábitos, sino que consiguen que los padres se vuelvan niños al jugar con sus hijos. El juego les hace más humanos. Se les da afecto al mismo tiempo que les enseñamos. Y esto hace que crezcan más felices”, opina el doctor. Según Yolanda, “los niños creen que los mayores siempre fuimos mayores”, por eso es importante que “padres e hijos se impliquen en el juego”. Si esto se consigue se pone en valor el dicho de que todos guardamos un niño dentro.

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