barcelona | betis

Amanece Betis

  • El proyecto de Setién, que echa a andar con la gasolina que le da la gran ilusión que palpita en el club, tratará de hurgar en la crisis del Barcelona

Nada menos que 51 veces ha rendido visita el Real Betis Balompié al Fútbol Club Barcelona en la historia de la Liga, lo que equivale a decir que fue en Primera División. Y en tan prolija crónica de acontecimientos, sería extraño encontrar un precedente con una química tan extraña en las entrañas. Las turbulencias deportivas que padece el gran coloso azul y grana eran bien serias hasta el pasado jueves, pero desde entonces se reducen a casi anecdóticas con lo que sucedió ese día en las Ramblas y todo confluirá en una atmósfera incierta y pesadísima que se enseñoreará del Camp Nou y puede alterar el guión.

En ese decorado ignoto comparece el Betis dispuesto a sacar beneficio. Cuando ese sorteo del calendario, tan impuro él, volvió a emparejar a Barcelona y Betis en la primera jornada de la Liga, como hace justo un año, al bético de a pie le asaltó una amarga resignación. No obstante, desde ese 21 de julio en que se configuró el calendario, el discurrir deportivo de ambos protagonistas ha despertado, y con fundamento, la esperanza en el nido verdiblanco.

Desde el prisma endógeno, poco tiene que ver el Betis que hoy holle la hierba barcelonesa con el que lo hizo hace un año para caer por 6-2. No están Rubén Castro ni Dani Ceballos, pero a partir de ahí todo son apuntes que animan las pajarillas a la afición heliopolitana: la sombra de Lopera, tan alargada, se disolvió para alivio del personal y en un horizonte limpio apareció la menuda figura de Lorenzo Serra para revitalizar el orgullo bético. La vuelta del balear al club de sus mejores triunfos disparó la ilusión de la parroquia, hasta el punto de que la cesión de Rubén Castro al fútbol chino y el feo adiós de Dani Ceballos han quedado en un segundo plano.

El bético disfruta de un amanecer despejado. Siente que están puestas las bases para que ese esperado ciclo de fortuna estalle por fin tras más de una década de zozobra. Serra se ha manejado con su habitual astucia en los despachos y ha convencido a Camarasa, Javi García, Guardado o Boudebouz, gente cotizada y con ofertas jugosas, de que la marca Betis responderá con creces a sus expectativas.

La hinchada verdiblanca necesita muy poco para entregarse a su equipo sin reserva alguna. Y si encima los rectores le corresponden con un esfuerzo al límite de las posibilidades económicas de la entidad -desde la campaña 2008-09, aún con Lopera al timón, no se gasta el Betis tanto en refuerzos, más de 30 millones de euros-, nos encontramos con un caudal de energía positiva que puede suponer el mejor fichaje para Quique Setién. Más de 48.000 socios, de momento, para un estadio de 60.000 espectadores que lucirá moderno y funcional en sus tres cuartas partes.

Ni las dudas iniciales del proyecto de Setién en el laboratorio ha rebajado el febril estado del aficionado bético, que no va a regatear un ápice de su esfuerzo para impulsar a los suyos a tomar vuelo. Hoy, por lo pronto, el animoso batallón verdiblanco de Cataluña volverá a recibir a su Betis como siempre. Y si se quiere, algo más ilusionado por su equipo... y por esa extraña química que anida en el Camp Nou.

En los cenáculos barcelonistas son atronadoras las críticas a la gestión de Bartomeu y su directiva, más señalada que nunca. No pocos empiezan a ver en la marcha de Neymar cierto paralelismo con aquella fuga de Luis Figo de principios de siglo que abrió una profundísima crisis de varios años en Can Barça, hasta que Rijkaard y Ronaldinho dijeron basta. Decir que el Barcelona está patas arriba no es ninguna exageración. Hasta han trascendido ciertas rencillas entre la plantilla y la cúpula por la presión que algunos pesos pesados del vestuario han inyectado a los dirigentes para que se pongan las pilas y contraten refuerzos de verdad.

El mismísimo Messi anda confundido y molesto con lo que percibe a su alrededor. No juega hoy el Barça imponente, inasequible, de los últimos tiempos. Pero es el Barça. Y está Messi. Y el DOLOR, en mayúscula, del club y de toda una ciudad puede romper en una rabia incontenible y cobrarse una víctima en el Betis si éste no sale con la guardia alta y si peca de la mínima confianza.

Amanece Betis. El horizonte se despejó de esos negrísimos nubarrones y Serra ha revitalizado el orgullo de la afición. No está Boudebouz, acaso el fichaje que más ilusiona, pero hay fundadas esperanzas en que la mirada de astuto zorro de Setién sepa hurgar en la herida del coloso azul y grana.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios