Real Betis

Betis: aprender a sufrir y saber ganar

  • El Betis más camaleónico de las últimas temporadas sabe adaptarse a las circunstancias y es capaz de ganar sometiendo al rival o parapetado atrás exhibiendo una gran defensa colectiva

Guido Rodríguez y Luiz Felipe celebran la victoria frente al Girona en presencia de édgar.

Guido Rodríguez y Luiz Felipe celebran la victoria frente al Girona en presencia de édgar. / Juan Carlos Muñoz

Otros años era el típico petardazo. Ese gol del rival en la recta final, el fuera de juego que lo cambiaba todo o la típica expulsión que marca un partido. Años atrás todo era en contra y ahora el viento sopla a favor. Dirán algunos que es suerte. Puede. Pero no todo se ha de explicar de forma tan banal. Son dinámicas, estados anímicos y momentos forjados con mucho trabajo y entrenamientos.

Porque este Betis de Manuel Pellegrini cuando no sabe o no puede jugar bonito, le cuesta ante defensas de cinco jugadores, tira de otros argumentos que está llegando a dominar tan bien como el juego combinativo que tantos réditos futbolísticos le viene dando. Otras campañas no tenía recursos. Incapaz de sellar su portería, no había opción de cambiar el registro, pero esto ha cambiado con el preparador chileno al mando. 

Porque este equipo se ha convertido en un bloque granítico en el que el engranaje funciona a la perfección. Decía el técnico que haber sumado "15 de 18 puntos posibles es un rendimiento altísimo". Y lo ha hecho de todas las maneras. Adaptándose a las circunstancias. A las lesiones. Aprendiendo a sufrir en unos casos. Con un baile sobre el césped, en otros. Aprovechando su pegada llegado el caso y defendiendo de manera colectiva cuando fue necesario

Este Betis camaleónico se adapta a las circunstancias. Las que sean, por que en seis partidos ligueros y dos en Europa ha pasado por distintas situaciones con una misma premisa: siempre compite.

Borja Iglesias celebra su segundo tanto ante el Girona con los aficionados. Borja Iglesias celebra su segundo tanto ante el Girona con los aficionados.

Borja Iglesias celebra su segundo tanto ante el Girona con los aficionados. / Juan Carlos Muñoz

Empezó arrollando al Elche (3-0) con un vistoso juego ofensivo aprovechando que el rival jugaba en inferioridad numérica por una justa expulsión. En Mallorca (1-2) tiró de pragmatismo y pegada para sumar los tres primeros puntos a domicilio y frente al Osasuna (1-0) demostró su capacidad de sufrimiento para aguantar con un jugador menos en el campo más de 20 minutos.

Al intratable Real Madrid le hizo sudar (2-1). No se amilanó con el gol en contra ni con la lesión de Fekir. Canales empató y cuando los blancos se volvieron a adelantar el equipo no se vino abajo y tuvo ocasiones para rascar en el Santiago Bernabéu en los instantes finales.

El primer traspié no afecto y de vuelta a la competición, esta vez en la Liga Europa, las rotaciones funcionaron ante el HJK (0-2) cuando el infortunio volvió a golpear al grupo con la grave lesión de Juanmi. Frente al Villarreal (1-0), dos partidos en uno solo: intercambio de golpes hasta abrir el marcador y después férrea defensa, saliendo al contragolpe, para ganar de nuevo.

Los aficionados béticos en el Benito Villamarín. Los aficionados béticos en el Benito Villamarín.

Los aficionados béticos en el Benito Villamarín. / Juan Carlos Muñoz

Esta semana supo adaptarse a su papel de favorito frente al Ludogorest (3-2), pese a que acabó pasándolo mal y jugadores como Canales reconocieron que debían aprender de este choque para no repetir errores y darle una vida extra al rival de turno. Y contra el Girona, nueva careta. Esta vez de equipo ganador. Del que saca el partido cuando quizás no lo merecía. Porque Borja Iglesias destacó tras el encuentro: "Hemos hecho un partido muy intenso y supimos sufrir. Ellos tuvieron el balón y fueron capaces de someternos. A veces no se juega tan vistoso, pero lo que cuenta es que ganamos".

Y el Panda dio en la clave. Porque no siempre se puede ser mejor. No siempre salen las cosas como uno lo prepara. Pero lo importante, el fin último, es ganar. Con la careta que sea. Con el disfraz que toque... y este Betis camaleónico ha aprendido a sufrir y sabe ganar vestido de cualquier manera. Y, en casa, en una comunión perfecta con la afición que ha convertido, de momento, el Benito Villamarín en un fortín: cuatro triunfos en la Liga y otro en la Liga Europa. Que siga la fiesta. 

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