Análisis

Betis, camino mediocre a la espera del sprint final de la temporada

  • El balance de los dos primeros tercios refleja las deficiencias del Betis a lo largo del curso

  • El triunfo ante el Madrid trajo dosis de tranquilidad

José Miguel López Catalán y Ángel Haro, durante un partido de la presente temporada en el palco del Villamarín.

José Miguel López Catalán y Ángel Haro, durante un partido de la presente temporada en el palco del Villamarín. / Antonio Pizarro (Sevilla)

La victoria ante el Real Madrid del pasado 8 de marzo permitió que el Betis recuperase una cierta calma en el apartado deportivo –al margen de todos los sucesos que han venido después y que han alterado la vida del país–. Ese triunfo, tras seis jornadas sin conseguirlo, hizo que el equipo verdiblanco se volviera a distanciar del descenso en ocho puntos y que incluso en el vestuario se respirarse optimismo para una recta final de la temporada que, ahora mismo, está en el aire. Pero el balance de los dos primeros tercios del campeonato sí apunta a las deficiencias en todos los ámbitos que ha tenido el Betis en esta temporada 2019-20, en la que siempre ha estado lejos del objetivo marcado inicialmente de pelear por Europa.

Sólo en una jornada ha estado el cuadro bético por encima del décimo clasificado –noveno en la jornada sexta–, mientras que ocupó zona de descenso en las jornadas novena y décima, justo antes de la primera reacción que permitió que Rubi continuase como entrenador de la primera plantilla verdiblanca.

Ya nadie esconde en el Betis que los primeros problemas surgieron en la misma pretemporada. Además de una errática planificación de la primera plantilla, con carencias en algunos puestos, el equipo verdiblanco pagó la desconfianza inicial, tanto dentro de la propia plantilla como en otros estamentos del club, en los métodos de Rubi, lo que enrareció un comienzo del campeonato en el que el equipo tampoco ofreció una identidad reconocible.

El cuerpo técnico debió reconducir una situación en la que se mezclaban errores de planteamiento con una falta de confianza en lo que se venía planteando. La sombra de Quique Setién, todavía alargada pese a que dirija al Barcelona, estuvo muy presente en ese inicio del campeonato y hasta dentro del club se admitía que el cántabro era el deseado para sustituir a Rubi en el caso de una destitución.

Rubi y Setién se saludan en el último Betis-Barcelona. Rubi y Setién se saludan en el último Betis-Barcelona.

Rubi y Setién se saludan en el último Betis-Barcelona. / Raúl Caro / Efe

También el rendimiento de algunos jugadores ha estado por debajo de lo esperado, lo que, unido a las deficiencias de la planificación, dejaron al grupo muy reducido en la primera parte del campeonato. El mercado invernal tampoco ha terminado de arreglar esos problemas, aunque con ciertos matices.

Las planificaciones

Tras las salidas de Lorenzo Serra Ferrer y Quique Setién, el club verdiblanco se encomendó a su reestructurada dirección deportiva, con el vicepresidente José Miguel López Catalán a la cabeza, para darle una continuidad a la plantilla con algunos retoques en las posiciones prioritarias, la delantera y el lateral izquierdo. Ahí llegó la gran apuesta por Borja Iglesias, y el compromiso de pagar más de 28 millones de euros en un año, y las llegadas de Pedraza y Álex Moreno, además del traspaso de Júnior.

Posteriormente, y ante las salidas de jugadores como Pau López o Lo Celso, el club también apostó por vías diferentes para cubrir esas vacantes. Si por el argentino se realizó otra gran inversión con Nabil Fekir, tanto en el montante del traspaso como en el sueldo del francés, por el meta catalán llegó un imberbe Dani Martín, con una buena proyección de futuro pero sin apenas experiencia en la élite.

Además, el club no movió ficha en la medular, una deficiencia que provocó que jugadores como Kaptoum o Ismael aparecieran como los primeros recambios de la plantilla, y lo que acabó obligando a que Rubi improvisara con Bartra o Édgar como pivotes tras la grave lesión de William Carvalho. Además, el mexicano Guardado también inició la temporada en un alarmante bajo estado de forma, pero la falta de efectivos obligaba a emplearlo de titular.

Esas lagunas en el centro del campo llevaron a que desde el mismo mes de septiembre el club tuviese claro que era necesario reforzar en enero la medular. Así, Carles Aleñá, firmado antes de abrirse el mercado invernal, y Guido Rodríguez acabaron recalando en la entidad bética y, aunque el nivel de ambos sea superior al de Ismael o Kaptoum, sus fichajes tampoco han supuesto, de momento, un salto de calidad.

El banquillo

Con el ambiente muy enrarecido, Rubi tuvo que trabajar toda una pretemporada en la que las sensaciones de los verdiblancos en los encuentros amistosos no fueron las mejores. Defectos que continuaron en la Liga durante las diez primeras jornadas, donde la sombra de Quique Setién siempre estuvo presente, llegando el punto de inflexión tras el partido contra la Real Sociedad. Entonces llegaron una serie de resultados positivos que permitieron a los de Heliópolis alejarse del peligro hacia la zona media, lejos del grupo de equipos que luchan por Europa. Después, llegó el fracaso de la eliminación en la Copa del Rey a manos del Rayo Vallecano y en la Liga el camino no mejoró con una mala racha, fruto de algunas decisiones del VAR, de la falta de acierto, de los errores groseros en defensa, de la falta de contención en la medular... Y así se llegó al partido ante el Real Madrid con Rubi, de nuevo, salvando otra vida gracias al triunfo logrado.

Tampoco se ha escuchado con mucha fuerza en el Benito Villamarín al público heliopolitano pidiendo la salida de su entrenador, entendiendo que el foco principal de la irregularidad actual estaba en la gestión de sus dirigentes, dentro de la fractura social existente en la parroquia bética.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios