Betis-Barcelona

El fútbol es puñetero (2-3)

  • El gol de Busquets al filo del descanso deja sin aire a un Betis con un juego magnífico

  • El Barcelona controla la segunda mitad ante un rival desinflado

  • Expulsiones de Fekir y Lenglet

Las imágenes del Betis-Barcelona

Las imágenes del Betis-Barcelona / Antonio Pizarro

El fútbol no entiende de justicia, es todo lo contrario, puede llegar a ser puñetero y una de las más claras demostraciones se produjo sobre la hierba del Benito Villamarín con motivo de la visita del Barcelona de Quique Setién. El Betis realizó una excelente primera mitad, con un fútbol atrevido y al mismo tiempo perfeccionista en el trato del balón, le ganó en la partida de ajedrez a un rival al que incluso le llegó a dar jaque, aunque no mate. Y cuando todo parecía que el premio parcial ya era una realidad, la última acción, una polémica por un posible empujón dentro del área y Sergio Busquets derriba todo el castillo de golpe. Resta un tiempo por delante, pero el golpe fue bajo y dejó sin aire a los locales. 

Es complicado para quien este relato subscribe abjurar de su fe resultadista, entre otras cosas porque en este juego llamado fútbol sólo se contabiliza lo que tiene que ver con los datos objetivos y los subjetivos dependen siempre del cristal con el que se miren las cosas. No sirva esta excepción como precedente, pero la primera mitad fue un golpe muy duro para quienes profesamos la religión de los números. El Betis, con un excelso Fekir en algunas fases, se había hecho acreedor a una ventaja clara sobre el Barcelona, incluso Rubi le había dado una lección táctica a Setién pese a no disponer de Messi o De Jong, por citar a dos ejemplos destacados de los azulgrana, pero el castigo recibido en el epílogo fue lo más cercano a un rejón de muerte. 

Claro que cualquiera puede apelar a que el fútbol está tan bien trazado en su reglamento que establece una duración de 90 minutos para los partidos para que las fuerzas se agoten si la presión del equipo menos dotado en teoría para el juego opta por esa vía. Por supuesto que el Barcelona juega con eso, que deja pasar los minutos con la certeza de que el rival tiene que venirse abajo en el aspecto físico y el Betis no debía ser menos en ese sentido, pero en ese primer acto del litigio el marcador tenía que ser favorable a los verdiblancos, sí o sí. 

Rubi planteó la partida de ajedrez, y valga el símil de nuevo estando enfrente Setién, como si se tratara del Barcelona. No tenía a Messi, pero sí a un inspiradísimo Fekir, que se permitió varios lujos de esos que se guardan en la retina durante bastante tiempo. Y con esa estrella arriba, planteó el juego con cuatro atrás, un centro del campo con tres en el que eran novedad Guido Rodríguez y el bien hallado William Carvalho y Canales trataba de equilibrar con pausa y toque. Arriba Borja Iglesias era la punta de lanza con Fekir y Aleña acompañándolo en los costados, aunque sin ser extremos para nada. 

Ésos eran los peones para una idea que consistía en no rifar el balón jamás, tratar de sacarlo jugado siempre pese a la presión adelantada que busca Setién para su Barcelona y justo lograr la recuperación de la pelota lo más cerca posible de Ter Stegen, apretando incluso al guardameta cuando recibía el esférico para jugar desde atrás. Con ese patrón de fútbol, el Betis llegó a agobiar a Busquets, De Jong y compañía, a los que les costaba mucho recibir desde las piezas más retrasadas. El Barcelona sufría y el Betis tomaba el mando de las operaciones. 

Lo hacía, además, el Betis con valentía y gracias a ello se iba a adelantar muy pronto, en una acción en la que el VAR esta vez sí lo ayudó a que se hiciera justicia. Una internada de Fekir, en su primera demostración de calidad, y un disparo que se encuentra con la mano de Lenglet. Penalti clarísimo y el protestadísimo Sánchez Martínez no tiene la menor duda después de verlo en el monitor, que antes no lo había decretado. Canales lo lleva al fondo de la red y los verdes estaban muy prontito arriba en el marcador. 

Pero con el Barcelona no tiene mucho valor el hecho de estar desarrollando un juego excelente, aparece Messi, encuentra un socio con el que aliarse y destroza al rival. Lo hizo con De Jong, que apareció desde atrás para deshacer todo el entramado defensivo de los heliopolitanos. Uno a uno en apenas tres minutos y vuelta al planteamiento inicial. 

Sin embargo, el Betis no se descompuso con ese primer castigo. Todo lo contrario, Guido Rodríguez tuvo una fase en la que se entonó y hasta fue capaz de presionar más arriba y Joel Robles tuvo su primera aparición estelar para tapar una llegada de Messi. En esa fase, los béticos sí hallaron el premio en un robo del medio centro argentino a Arturo Vidal que Fekir se encargó de convertir en oro puro. 

El cuadro de Rubi estaba de nuevo por delante y se desmelenó hasta el final del primer periodo. Los anfitriones eran atrevidos, robaban muy arriba y el Barcelona llegó a sufrir de lo lindo ante su incapacidad para sacar la pelota desde atrás. Sergi Roberto debió ver la segunda tarjeta amarilla en el error más grave de los cometidos por Sánchez Martínez y Fekir se atrevió a sacar el catálogo de las virguerías, incluidas una pisada con pase profundo después y hasta una rabona con la derecha cuando lo más fácil era el centro con la zurda. 

El Benito Villamarín aplaudía fuerte a los suyos, con razón, pero ahí llegó el golpe trascendental para que todo se fuera al garete. Una falta frontal sacada por Messi y rematada por Busquets con Rubi y todos los suyos protestando las estrategias previas en los bloqueos. Pero el Betis no es el Real Madrid y es más complicado anular goles por ese motivo. Así que las tablas se registraban en el intermedio y ya nada sería igual. 

Porque en la segunda mitad, el equipo de Rubi se quedó sin aire e incluso se vio impotente para detener a un Barcelona que no se adelantó antes en el marcador porque Joel Robles intercambió los roles con Messi a la hora de amargar al adversario. El guardameta bético se impuso con rotundidad en ese duelo, pero no pudo evitar el tercer gol, en otra falta frontal esta vez cabeceada por Lenglet. 

El Betis ya era un quiero y no puedo ante su falta de aire en los pulmones y no pudo reponerse, incluso pagó su impotencia con la expulsión de Fekir, seguida por la de Lenglet casi de inmediato, y siempre quedará la duda de cuál hubiera sido el desarrollo con 2-1 al descanso. Pero eso es ya fútbol ficción, lo cierto es que los béticos protagonizaron un gran espectáculo hasta el intermedio y ni siquiera así les alcanzó ante el Barcelona de Messi… y de Setién.

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