Acarició el Betis la consolidación del liderato del grupo, pero lo cierto es que pudo ser peor si Bravo no hubiese impedido sobre la campana el triunfo alemán. Fue todo a través de un hermoso partido de fútbol que empezó de forma terrorífica para el Betis, pero que fue nivelándose mediante unas alternancias que embellecieron un partido pleno de competitividad, pasión, emoción y, sobre todo, muy buen fútbol.

El inicio fue para vello de punta colectivo en cada rincón del Villamarín. A babor hacía estragos el Bayer para sufrimiento de un Montoya que tardó en cogerle el pulso al juego. Y ahí, en ese arranque en el que el Betis tanto sufrió, empezó a sobresalir la figura de Claudio Bravo, auténtico sostén cuando al Betis le venían mal dadas. El internacional chileno estuvo sobrenatural de campana a campana, pues vital en el arranque resultó trascendental para salvar las tablas.

Fue la pelea limpia, de tú a tú, entre dos buenos equipos que saben a qué juegan y que conceden lo mínimo. Cierto es que el Betis tardó en entrar en situación, pero si los teutones tuvieron ocasiones, también las disfrutaba el Betis, sobre todo una clarísima de Ruibal. Poco a poco aquello se igualaba para que reapareciese de camerinos un Betis mejorado que iba a acular al Bayer. La pelea por reinar en la zona de proyectos ya vestía de verde, blanco y verde y sólo faltaba el gol.

Y el gol llegó vía VAR tras no ver el juez polaco la clarísima mano de Frimpong a quince minutos del fin. Anotó Borja, pudo aumentar Juanmi la ventaja, pero el centro del campo volvió a ser alemán. Muy cansado Carvalho tuvo el doble infortunio de un mal despeje seguido de un desvío que inhabilitó a Bravo y tablas. Al final pudo ser peor, lo que no ocurrió gracias al propio Bravo. Espadas en alto, los goles deciden el liderato y a ver qué ocurre en Leverkusen.