Cádiz-Betis | La crónica

El Betis de Pellegrini jamás dimite

  • Los verdiblancos dan otra lección de firmeza en la caldera gaditana y remontan para avivar el sueño de la Champions

  • Vitales Tello, Joaquín y Borja Iglesias desde el banquillo

  • Vídeo resumen del Cádiz-Betis

Borja Iglesias acaba de batir a Ledesma desde los once metros.

Borja Iglesias acaba de batir a Ledesma desde los once metros. / Román Ríos (Efe)

Victoria de enorme sabor y valor la que arrancó, porque a fe que la arrancó, el Betis en el Nuevo Mirandilla de Cádiz (1-2). Tello en el minuto 79 y Borja Iglesias, éste de penalti en el 85, pusieron la rúbrica a los goles que obraron la remontada de los verdiblancos después de que el local Iván Alejo batiera a Claudio Bravo al filo de la hora de partido.

Es tal la riqueza de recursos ofensivos que maneja Manuel Pellegrini, que si no tienen su día Juanmi o Willian José, como sucedió en la Tacita de Plata, irrumpen desde el banquillo Tello, Joaquín y Borja Iglesias para arreglarle al Betis un pleito que se le había enconado muchísimo. Los suplentes volvieron a decidir para un Betis que no dimite jamás de los partidos. Que no se arruga por muchos empellones que reciba. Y en Cádiz los recibió a manojitos. Hasta en ese desesperado arreón final, con varios saques de banda de Luis Hernández al corazón del área bética al que fueron unos y otros como si les lloviera una bolsa llena de billetes de 500 euros, más que un balón de cuero. Pero los rayados en verde y blanco no cayeron en el error que originó el gol cadista: Negredo se anticipó por arriba, peinó un saque de banda del central y originó un conato que Álex Moreno y Bartra, al dejar botar el balón, y Juanmi, al tocarlo hacia atrás, convirtieron en fuego: Iván Alejo remató a placer.

Entonces, Pellegrini volvió a tocar los resortes adecuados cuando peor pintaba la cosa. Tomó la difícil decisión de prescindir de Juanmi en el minuto 77 y con 1-0. El malagueño, autor del gol del triunfo la pasada campaña en ese mismo escenario en los últimos minutos; el goleador que recuperó su letalidad el fin de semana anterior ante Osasuna. Pues nada. Juanmi fuera, Tello dentro. Apenas dos minutos llevaba hollando el prado gaditano el fino extremo catalán cuando ajustó la mirilla y coló con precisión quirúrgica el balón junto al palo izquierdo de Ledesma. Fue un golpeo más sutil y preciso que potente. Y que originaron Joaquín con su ruptura hacia dentro y Fekir con su dejada de tacón.

Por entonces ya estaba también Borja Iglesias en el campo en lugar de un negado Willian José. El gallego entró en el 68 junto a Joaquín, relevo de Guardado (todo pudo ser diferente si el mexicano ajusta algo mejor su tirazo al larguero en el 48, con 0-0) para que Canales se ubicara junto a Guido. Y ese reajuste afiló las intenciones del Betis hasta la remontada.

El Betis ya fue un tren lanzado y el Cádiz no tuvo más que claudicar. Canales y Fekir elevaron si cabe su protagonismo, cayeron al momento peligrosas faltas cercanas al área. Hasta que llegó el empate. Y luego la jugada que consumó la remontada. Rubén Alcaraz se disponía a despejar dentro del área, ya cerca de la línea de fondo, cuando con su pierna de apoyo tocó el balón de forma involuntaria. Eso le hizo no golpear la pelota y sí una pierna de Borja Iglesias, que había acudido como un poseso a forzar el error. El VAR advirtió a Gil Manzano del penalti. ¿Fortuna bética? Más bien premio a la fe de Borja de pelear con todo un balón en desventaja. Ledesma le adivinó el ángulo, pero no acertó a llegar a la pelota y de nuevo el ariete fue infalible desde los once metros para delirio del millar de béticos que poblaban las gradas.

A veces, los partidos se ganan desde los onces iniciales. Y otras, desde los cambios, como pasó esta vez. Y eso que Manuel Pellegrini dispuso esta vez un equipo más parecido al que seguramente salga en La Cartuja el 23 de abril.

Salió una defensa con Sabaly en el flanco derecho y Pezzella como central más cercano al senegalés, lo que desplazó a Bartra a la izquierda. Y el buen lateral africano fue fundamental para sofocar el arreón inicial del Cádiz, que salió enardecido, yendo a cada pelota como si le fuera la vida en ello a cada uno de sus jugadores.

Como Álex Moreno por la siniestra, Sabaly se proyectó siempre que pudo para que los tres mediapuntas se asociaran con ellos desde dentro o asistieran a los dos delanteros, ya que Juanmi abandonó la banda izquierda para buscar sus terrenos predilectos, cerca de la portería.

Y pasado un cuarto de hora inicial de juego frenético, conducciones verticales y entradas al límite que la defensa bética supo capear con firmeza, en un cambio de orientación a Sabaly, éste a la altura del extremo, Espino calculó mal, no llegó a anticiparse por arriba y dejó el camino expedito al bético. Su penetración acabó en un tiro de Canales que tras desviar Akapo rebotó en la cepa del poste. Junto a la madera, Fede San Emeterio trató de evitar que la pelota se colara en la portería pero fracasó en su intento ante el acoso de Fekir, aunque luego la sacara. Como Fekir venía de más allá de la línea de fondo para participar en la acción, Iglesias Villanueva consideró que el francés tuvo que ver en que el cadista se introdujera la pelota en su propia portería.

El Cádiz ya salió mucho menos convencido y animoso. Desde ahí hasta el intermedio, la pelota fue del Betis, que forzó a las dos líneas de cuatro del enemigo a perder metros. Y eficacia en la presión. Y capacidad para ganar los rechaces de la zaga amarilla.

Al descanso se fue el Betis pensando en ese gol anulado, tan controvertido. Pero más lo hubiera sido si el Betis hubiera dimitido tras el gol del Cádiz. No lo hizo. De hecho, el Betis de Pellegrini jamás lo hace. El sueño de la Champions sigue ahí, muy vivo.

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