Betis

La mesocracia de Pellegrini

  • El entrenador chileno ha rescatado a jugadores casi olvidados como Juanmi

Juanmi celebra uno de sus goles.

Juanmi celebra uno de sus goles. / Antonio Pizarro

Juan Miguel Jiménez López, Juanmi en el siglo, es hoy por hoy la perfecta encarnación de la mesocracia en la que el técnico chileno del Betis, Manuel Pellegrini, ha hecho descansar su idea de fútbol y de gestión de un equipo con la que tiene al suyo encaramado en quinta posición con 27 puntos tras el 3-1 ante el Levante en el Villamarín.

Juanmi, autor de los tres goles ante el Levante, lleva ya diez en esta temporada, en la que partía en principio, como otros futbolistas de la plantilla bética, como segunda o tercera opción por detrás de jugadores como Borja Iglesias o el brasileño William José y finalmente ha cogido galones tras la confianza que les ha dado Pellegrini.

Unos sonaron para salir traspasados o cedidos, otros no aparecían siquiera en la cábalas de pretemporada y todos, sin excepción, han acabado contando para un entrenador que, si ha pedido algo, habrá sido de puertas adentro porque nunca se le ha escuchado nada, ni una queja, ni una petición, sólo que confía a pies juntillas en lo que tiene.

Así fue en verano y así es en vísperas del inminente mercado de invierno, Pellegrini se centra en lo que hay, en una poderosa clase media en la que, junto a valores seguros como el mexicano Andrés Guardado, ha elevado las prestaciones del portugués William Carvalho y del intermitente Cristian Tello, y cuida la entrada de Diego Lainez tras su lesión con el Tri en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Pero, sobre todo, ha metido y sustentado los cimientos de su idea en jugadores como Álex Moreno, Aitor Ruibal, Édgar González, Rodrigo Sánchez, Rodri, el marfileño Paul Akouokou, Víctor Ruiz, Martín Montoya y, como mascarón de proa de todos ellos, Juanmi Jiménez.

"A Juanmi lo conozco de Málaga, donde debutó como juvenil. En el Betis tuvo demasiada mala fortuna ya que estuvo lesionado mucho tiempo, pero es una persona con predisposición y su trabajo se está viendo retribuido con goles. Pero con goles para el equipo, no son goles para Juanmi", dijo del punta de Coín y su constancia para superar su calvario con las lesiones.

Pero no ha sido sólo Juanmi, ha rehabilitado y revalorizado a futbolistas como el central Víctor Ruiz o los laterales Martín Montoya y Álex Moreno, ha consolidado como central de Primera a Édgar, ha llevado a la élite a Rodrigo Sánchez 'Rodri', ha hecho debutar a Kike Hermoso cuando no tenía más opciones para el eje de su defensa y ha hecho que los canteranos Paul o Rober González sean los sustitutos respectivos de Fekir o Guido Rodríguez.

Y cuando no ha tenido jugadores en una posición, como ante el Levante en el lateral derecho por las lesiones de Montoya y Sabaly y la sanción de Héctor Bellerín, ha bajado a esta posición al centrocampista Aitor Ruibal, estajanovista en la idea del chileno, y lo ha alabado frente al oropel de otros.

"Aitor fue de los que mejor jugó. Paró a Morales, estuvo muy metido en lo que tenía que hacer. Ya jugó a veces en esa posición durante entrenamientos, pero hacerlo en un partido oficial ante un equipo del potencial ofensivo del Levante es otra cosa", dijo el chileno tras su victoria ante el Levante.

Suele Pellegrini no inmutarse, ni cuando encadenó tres derrotas consecutivas en una semana ante Atlético de Madrid, Bayer Leverkusen y Sevilla, ni cuando lo ha hecho con otras tantas victorias frente a Elche, Ferencvaros y Levante, ni cuando se le acumulan las bajas porque tiene fe en lo que tiene, lo dice y los pone.

"El equipo tiene que tener una dinámica de juego que no puede alterarse con el resultado a favor ni en contra. Eso refuerza la credibilidad del plantel. Aparte, necesitamos rendimientos individuales para hacerlo", afirmó el de Santiago, quien no se queja ni de la ausencia de Fekir ante el Barcelona por sanción porque ya le buscó sustituto ante el Ferencvaros y volverá a hacerlo en la próxima jornada en su fe inquebrantable en los suyos.

Porque, aunque hay aristócratas como Fekir, capaz de pinchar un melón caído de la estratosfera, o Sergio Canales en su enésima reencarnación para la élite, el técnico de Santiago ha logrado que su equipo descanse en una poderosa burguesía de una veintena a la que la ha dado todos los galones: la mesocracia verdiblanca.

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