Volvieron las noches de fiesta a Heliópolis y lo que te rondaré, pues este Betis da pie a pensar que lo mejor está por llegar. Sólo dos días después del derbi y de sus circunstancias, el Betis solventaba la visita del Alavés con un monólogo insultante que se tradujo en goleada. Una goleada hija del buen fútbol de una orquesta que tiene sus concertinos en los excelsos Fekir y Canales, pero en la que sobresale el bloque por encima de lo demás.

Contrariamente a lo esperado y viendo lo que era moneda de uso común como lo de rotar a mansalva, esta vez no ocurrió así. Pellegrini sólo rotó con el portero y Guardado en vez de Carvalho, pues la inclusión de Miranda era obligada tras la expulsión de Álex Moreno en Vallecas. Pocas rotaciones teniendo en cuenta que el viernes espera Cornellá, pero el que la lleva la entiende y nadie duda a estas alturas que quien la lleva la entiende de pe a pa, a la perfección.

A los diez minutos marca Borja Iglesias en una nueva aparición de Canales y el Alavés se mira temiéndose lo peor, pues cuando el Betis se hace con el cuero no puede detenerlo y este Betis se hace tantas veces con la pelota... Parece reaccionar el rival, pero surge la magia de Sergio Canales para hacer un raid poderoso para ponerla donde tejen las telarañas. Decididamente, la fiesta se ha enseñoreado de Heliópolis y resulta tan inevitable como imparable la orquesta de Pellegrini.

La segunda parte fue como una edición corregida y aumenta da, un más de lo mismo con el Betis desacelerando con vistas a lo que está por venir. Y en el ínterin, el consabido gol de Juanmi, que se hacía esperar pero que llegó con la impronta de calidad que el malagueño saca cuando olisquea gol. Y la recta final fue una fiesta que tenía sus puntos culminantes cuando los héroes del partido iban relevándose. Y es que en setentaidós horas aparece Cornellá en el horizonte, ya mismo.