Partido clave de cara a un parón que bien podría servir de catapulta en la que impulsarse para que la fiesta se alargue. Tras el sin sentido de colocarlo a las dos de la tarde del verano de Sevilla, el partido ha sido trasladado a una hora aún más calurosa. Todo lo que no sea jugar en el verano sevillano a partir de las nueve de la noche es delictivo y no sólo como perjuicio físico de protagonistas, sino por el peligro que corren los espectadores que estén al sol.

Pero hay que exprimir las ubres ubérrimas de este juego llamado fútbol bajo la premisa de que no haya un solo partido a la misma hora. Las cosas son como son y ha dicho urbi et orbi un preboste comoMiguel Ángel Gil que las apreturas económicas en que viven los clubes tienen como causa principal los salarios. Claro que luego hay clubes que baten records de ingresos para poca cosa, pues a pesar de tan pingües beneficios se ven luego obligados a vender a sus figuras.

Y en este panorama llega una jornada con los equipos nuestros en danza para que el Sevilla colisione con el Villarreal en Valencia y el Betis reciba a un Girona recién ascendido pero situado en la zona más templada de la tabla. Es uno de esos partidos que en tiempos no muy lejanos provocarían inquietud en una clientela acostumbrada a ver cómo su tropa se tiraba al callejón. No es éste el caso, pues el exceso de confianza es otra de esas lacras que desterró Pellegrini.

Nadie duda de que ante el Girona va a salir el Betis con el cuchillo en la boca, más que nada para no salirse de esa dinámica ganadora en que se halla instalado. Cuando salte a cancha ya sabrá lo que tiene que hacer para que el Villarreal no le adelante en la clasificación. Yluego, uno de esos parones que el calendario se trae en la valija para un tiempo propicio a decisiones que siempre están en consonancia con lo hecho hasta entonces. Jornada clave esta última se septiembre.