Tarde festiva la de hoy al final de Palmera, acera de los pares y reducto de un Betis que convive con la felicidad. El triunfo del lunes como más gusto da en Vitoria hace que la cita de hoy con los de la aspirina se acoja con una sobredosis de entusiasmo. Eso es si el entusiasmo no se entromete en la fiesta, pero este Betis que modela a diario Manuel Pellegrini no parece proclive a irse de cabeza al callejón y lo prueba lo poquísimo que pierde.
Llega a Heliópolis un grande del fútbol alemán que, sin embargo, recibió un infamante correctivo el sábado en su casa. Recibir un 1-5 como anfitrión es algo que deja huella aunque sea a pies del gran coloso. La manita que Lewandoski y sus cuates endosaron al Bayer Leverkusen ha herido en lo más hondo, de ahí que tengamos la certeza de que llega a Heliópolis con ganas de hacer olvidar y, por supuesto, de hacerse perdonar por una grada que asistía estupefacta al drama.
La imagen del Leverkusen quedó muy dañada, pero nadie duda de que se trataba de un accidente y que el equipo que saltará esta tarde a la yerba heliopolitana será otro. De hecho, lidera el grupo que comparte con el Betis gracias a un mejor favor-contra, por lo que la cita de hoy debe aclarar quién fue el mejor del grupo en su primera manga. Y así el panorama, lo que nadie descarta es que se trata de un duelo vital en el que no cabe ningún tipo de confianzas, claro que no.
Y tras lo de Mendizorroza aguarda el Betis de Joaquín, ese portento que vive su tercera o cuarta juventud para solucionar problemas siempre que es requerido. Se vislumbran rotaciones en la seguridad de que Guido Rodríguez será de la partida, pero lo que haga Pellegrini estará bien hecho. ¿Alguien recuerda un técnico que lea los partidos tan bien como los lee este ingeniero andino? Sea como sea, Betis-Bayer Leverkusen, cita de lujo por el liderato del Grupo G.
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