real betis - Athletic | la crónica

Noche de mala pata (0-2)

  • Un Betis de juego a ráfagas paga con la derrota la expulsión de Jordi Amat pasada la media hora.

  • Los verdiblancos reaccionaron con fe y merecieron el empate ante el Athletic

No hay manera de que el bético cuaje su alegría. Su disfrute tan pronto viene como se va. Como el juego de su Betis, va por ráfagas. Este viernes todo estaba dispuesto en busca de una victoria de las que atesoraban un bonus extra, pero todo explotó tras una prometedora puesta en escena. De forma súbita, las ilusiones estallaron en mil pedazos pasada la media hora, cuando Jordi Amat tentó la suerte en un forcejeo con Laporte al defender un saque de esquina a favor del Athletic. El este viernes pivote verdiblanco soltó la pierna al central vasco-francés y éste, tendido en la hierba, tiró de artes dramáticas por si el valenciano Martínez Munuera no vio la insensatez del catalán. La vio. Roja directa y penalti. Raúl García engañó a Adán y en un chispazo, todo se apagó en Heliópolis.

La proverbial fe bética rescató la luz pasada la hora de juego. Primero fue un hilo, pero luego bien que refulgió la esperanza hasta que Feddal desvió de cabeza el balón a la red de Adán en el minuto 86. Desde el minuto 60 hasta ese autogol que fue la puntilla, el Betis tiró de casta, de orgullo y de fútbol y mereció al menos empatar. Esta vez no cayó ese punto de sabor agridulce del Getafe y el Girona y el triunfo de Málaga asoma ahora como una isla en un mar de dudas.

La derrota supo a puro acíbar porque el bético palpaba que estaba ante uno de esos partidos-llave que podían abrir la puerta hacia un escenario más acorde con lo que el Betis debe ser. Ganar equivalía a asaltar esa séptima plaza que colmaría los deseos allá por mayo, ya que es muy probable que otorgue plaza europea, e implicaría el premio añadido de visitar Nervión encaramado en una ola de energía positiva. Pero no pudo ser. Es el sino bético que sus satisfacciones tengan una cortísima fecha de caducidad.

Uno de los defectos más vistosos de este Betis de Setién es su irregularidad durante los noventa minutos largos que dura un partido de fútbol. Cuesta recordar un partido en el que su rendimiento fuera sostenido, convincente, aun con las lógicas curvas descendentes que todo equipo atraviesa en esa hora y media. Ayer volvió a ocurrir.

La salida volvió a ser briosa, eléctrica. Recordó mucho a la anterior ante el Atlético de Madrid. Defensa adelantada, esta vez con Feddal ya al mando desde el inicio; Jordi Amat bien acoplado con Fabián en la sala de máquinas; los laterales valientes, pisando terrenos adelantados y desdoblándose cuando la jugada lo pedía; con Joaquín, Camarasa y Tello tratando de negar referencias a la zaga vizcaína, saliendo de sus posiciones. Dinamismo y profundidad, en definitiva. Eso sí, con un peligro tibio de nuevo, aunque más elocuente que ante los pretorianos de Simeone.

De hecho, Camarasa lo pudo poner todo de cara en el minuto 8 cuando interceptó muy arriba un pase arriesgadísimo de Mikel Rico, se plantó en la corona del área y conectó un chut que Iago Herrerín desvió lo suficiente para que la pelota se marchara fuera tras tocar el poste derecho.

En el minuto 16, Joaquín repitió el golpeo de La Rosaleda en su gol fantasma, aunque esta vez Herrerín sacó la pelota sobre la línea de gol en segunda instancia, tras rechazar el tiro de la falta y rebotar el balón en un defensor.

En esa primera media hora de dominio franco, sin esas huecas posesiones de otras veces, el Betis plantó sus reales con el aplomo que le daba ese doble pivote que ha tenido que disponer Setién. Si antes los rivales tenían facilidad para salir, progresar y aprovechar los espacios en tres cuartos de cancha, ayer la ocupación de los espacios era más racional en la zona ancha y tanto Amat como Fabián procuraban segundas o terceras acometidas en cada ataque, aparte de dar cierta salida por dentro a los saques en corto de Adán.

Las imágenes del Betis-Athletic Las imágenes del Betis-Athletic

Las imágenes del Betis-Athletic / Antonio Pizarro

¿Qué pasó entonces? Eso se debe preguntar Setién. Por qué esos parones en el ritmo. Fue la gallina antes que el huevo: el Betis no se vio frenado de repente por ese penalti; fue el Betis el que frenó, propició que el Athletic se metiera en el partido –Feddal le saca una bajo palos a Lekue en el minuto 31 tras un paradón de Adán a Susaeta– y facilitó esa jugada en la que Jordi Amat metió la pata.

Todo pudo ser mucho peor si Williams ajusta mejor su punto de mira en una dejada preñada de calidad de Raúl García, justo antes del descanso.

Pero el Athletic no está para aplastar a nadie ni jugando una hora con uno más, y tras un arreón a la salida de vestuarios, cuya jugada más peligrosa fue un tirazo de Raúl García al larguero, el Betis se rebeló ante su destino.

Fabián ejerció de lanzador con una zurda precisa y afilada, Joaquín volvió a maniobrar por dentro, Tello se metió por la derecha e impulsó las subidas de Barragán. Ziganda asistió a la reacción bética como un espectador más. Su respuesta fue meter a Aduriz por Williams en el minuto 71, cuando los heliopolitanos ya volaban sobre el área de Iago Herrerín, que se tuvo que emplear a fondo en salidas valientes y rápidas. La que más, en el minuto 63, cuando Sergio León cazó un pase al espacio de Joaquín y soltó un zurdazo sin mucho margen para elegir un buen ángulo. El portero tapó y del golpe por poco se lesiona.

Heliópolis había encendido de nuevo la gran hoguera verde. El personal se peló la garganta de gritar y reventó sus palmas en pos de que su Betis volviera a evitar una derrota en su santuario.

Otra vez echó de menos Setién un fondo de armario acorde a lo que es el Betis. Y ese arreón final, con Nahuel y el pipiolo Julio Gracia ya en la hierba, sólo sirvió para que Feddal, después de que Amat metiera la pata, metiera también la cabeza donde no debía. Fue el remate a una noche de injusta derrota. Una noche de mala pata.

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