Los últimos diez minutos del partido del sábado en Anoeta han multiplicado el interés por ese Betis-Real Sociedad de hoy en Heliópolis. Si hasta el gol de Canales, la depresión estaba justificada, a partir de ahí se produjo la catarsis para que esta eliminatoria de octavos de la Copa del Rey se haya igualado hasta lo que parecía impensable. Aquel baño de fútbol que los de Imanol le infligían a los de Pellegrini hacía ponerse en lo peor.

De ahí que el bético afronte esta eliminatoria a una sola bala con un optimismo fundado. Su equipo, y más vale tarde que nunca, dejó de arrastrarse por la rápida pista donostiarra, y aunque la Real con los cambios puso algo de su parte, la reacción con Joaquín portando el cornetín de órdenes fue encomiable. ¿Y por qué esos cambios de imagen? Hay quien dice que forma parte esa irregularidad del ADN del RealBetis Balompié, pero lo cierto es que resulta difícil de entender.

Y ahora ¿qué?, pues que se libra una ilusionante eliminatoria copera sin favoritos, de pronóstico complicado y a sabiendas de que la moneda puede caer de cualquier manera. Por lo pronto, el espectáculo parece asegurado. Se trata de que pleitean dos equipos de similar filosofía de juego. Más vertiginoso en los vascos, pero con muchas similitudes ambos. Lo que sí puede asegurarse es que Imanol llegará con la lección del sábado aprendida y dispuesto a no repetirla.

Aquella tarde fueron fundamentales los cambios de cada cual para su sorprendente desenlace. Se fueron Oyarzabal y Merino por un lado y entraron Joaquín yTello en el otro. El resultado del experimento fue el vuelco en una tarde que iba de lóbrega para uno y que de la miel se pasó a la hiel en los locales. ¿Qué ocurrirá esta noche al final de Palmera? Quién sabe, pero que el Betis salió reforzado de la sabatina junto al Urumea no creo que nadie pueda osar discutirlo.