Real Sociedad-Betis | Contracrónica

El plan A no pasa por Europa

  • El discurso de Setién de jugar la Champions parece obsoleto y clasificar para la Europa League ahora sería casi un milagro

  • El equipo está fundido

Los jugadores del Betis regresan al círculo central tras anotar el empate.

Los jugadores del Betis regresan al círculo central tras anotar el empate. / Javier Etxezarreta / Efe

Si algo no se le puede achacar a Quique Setién y a su séquito es el ser alguien fiel a sus principios. Va a muerte con su idea, de principio a fin. Lluevan rosas o palos, el cántabro se mueve dentro del encorsetamiento de una idea que apenas permite variaciones, por mínimas que puedan parecer. Incluso aunque a leguas no funcione: él muere con su idea.

Lo que está claro es que el Betis, salvo ramalazos sueltos, no juega prácticamente a nada desde diciembre. Los mazazos del Valencia en la semifinales de Copa del Rey y del Stade de Rennes en la Europa League parecen una losa excesiva para la plantilla, que no levanta cabeza desde hace algunas semanas. Porque, al menos, algunos resultados acompañaron durante ciertas semanas. Pero ahora mismo, ni eso. Y fruto de esa falta victorias y de un plan inmóvil, regresar a Europa ahora mismo, parece una quimera auténtica a pesar de que sólo haya seis puntos de diferencia hasta las plazas que dan acceso a la competición continental y que todavía quedan duelos directos en las ocho jornadas restantes. Porque tampoco el buen fútbol aparece como la contraprestación de los malos resultados.

El plan A de Setién no pasa por Europa. A pesar de que algunas semanas atrás el propio interesado vendía su intención de pelear por entrar en la Liga de Campeones. Claro, ahora, vistos las dinámicas y los resultados, sólo se puede pensar que era un deseo a largo plazo. A corto, parece una broma. La derrota en San Sebastián ante la Real Sociedad, un rival directo por los puestos notables de la clasificación, fue una muestra más de esa falta de lucidez en algunos varios claves para lograr triunfos. Sólo tres victorias en las diez últimas jornadas, y enlazando tres encuentros consecutivos sin lograr el triunfo, ponen en evidencia que algo falla en los planteamientos y que cada vez son más los béticos que piden la destitución inmediata del cántabro. Si Joaquín hubiera acertado a anotar ese mano a mano que tuvo con Rulli, ¿hubiera cambiado esta dinámica autodestructiva en la que parece envuelto el equipo? Seguramente no, pero, al menos, los ánimos estarían algo más calmados.

Hay muchas decisiones incomprensibles. O que sólo ve el propio santanderino. Decisiones llamadas de entrenador, pero que a la vista está, no dan los resultados esperados. Una de las últimas fue la sustitución de Tello. El cántabro era el principal protagonista del juego ofensivo del equipo bético, el único capaz de desbordar y generar algo de juego contra la portería de Rulli. Lo demostró en el gol de Canales, que suponía el temporal empate. Pero, de un chispazo, Setién entendió que lo mejor para el equipo era sustituirlo para dar entrada a Lainez a falta de 13 minutos para el final del partido.

El polivalente jugador catalán, obviamente, se fue mosqueado. Mucho. Su cara y gestos al sentarse en el banquillo hablaban por sí solos. Situaciones y decisiones difíciles de comprender incluso para los propios jugadores, que comparten el día a día con él. La paciencia de los rectores con Quique Setién parece cada día más cerca de quedar reducida al mínimo. El equipo parece fundido, y el banquillo, sin ideas para devolverle el pulso. Quizás el fin esté más cerca.

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