Desde mi córner

Reflexiones en la largura del verano

  • Subiendo a millares de socios a diario, en el Betis se vive un nirvana de acentuada felicidad

Varias miles de renovaciones al día dan buena cuenta del fervor que rodea al Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié. Aunque proliferen noticias que no ayudan a la causa, la realidad es que el clima que rodea al club es inenarrable. Todo ha sido una vuelta a la normalidad, un adiós a aquel tiempo de espesura y mal rollo que produjo un régimen deleznable y el entorno se viene arriba con ansias porque todo vuelva a empezar.

Se va haciendo interminable este verano de tan buena resaca y el beticismo se pronuncia de la forma adecuada, alistándose a su causa preferida. Algunos ven excesivo el peregrinar de la Copa, pero así fue siempre el Betis y así son sus circunstancias en estos días de vino y rosas. Ni siquiera los malos augurios que muchos propalan sin que nadie les haga caso opacan este tiempo tan repleto de ilusión y tan lleno de esperanza en que las cosas nunca vayan a peor.

Y el mérito más sobresaliente es que esta fiebre que vive el club de las trece barras con corona es que todo pase sin que se haya empezado a sudar. Sin que el balón ruede y sin que haya promesas de fichajes de relumbrón a excepción de una pareja de brasileños que llegan brillantemente avalados. El mercado se abre pasado mañana y a partir de ahí sabremos con qué cartas se cuenta para afrontar una partida apasionante y muy exigente, pero sin abandonar el manque pierda.

Ese grito encierra la piedra filosofal que convierte en oro la hojalata. El verano se hace interminable y el bético se entretiene agolpándose donde debe, en el incremento de una lista de espera que va menguando a diario. Y mientras tanto, el peregrinaje de la Copa por las peñas sólo hace constatar que el beticismo late y demuestra estar espectacularmente vivo. Cómo dura este letargo del balón, cuántas ganas de que vuelva a rodar por la yerba.

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