Valladolid - Betis | La crónica

El Betis acaba el quince, la niña bonita

  • El equipo verdiblanco cierra su desastrosa temporada con otra derrota en Valladolid que lo condena a una paupérrima decimoquinta posición final con sólo 41 puntos

  • El partido resumió el guión del año, dominio inocuo y fragilidad

Joaquín se dispone a golpear el balón ante Waldo.

Joaquín se dispone a golpear el balón ante Waldo. / RBB

Acabó para el Betis un martirio chino que pudo ser aún peor si Wu Lei, precisamente, no falla aquel gol a bocajarro ante Joel Robles. Acabó una campaña para el sonrojo. Una campaña que deja en deuda con la afición a una plantilla que ha sido peor que Osasuna, Levante, Eibar y, finalmente el Valladolid, equipo que también le enseña la matrícula al doblegarlo en el cierre de la Liga con los goles de Sergi Guardiola y Óscar Plano. Los pucelanos adelantan a los verdiblancos, que finalizan con unos magros 41 puntos y decimoquintos.

El quince, que por algo el Betis ha sido esta temporada una suerte de niña bonita de la Liga. Un equipo guapo, muy aparente, al que los analistas y rivales colmaban de elogios a priori, antes de las batallas. Lo normal si en la misma plantilla coinciden Joaquín Sánchez –se pone en pie este humilde cronista–, Nabil Fekir, Sergio Canales, William Carvalho o Andrés Guardado. O también Marc Bartra, doloroso ejemplo ahora mismo de futbolista que es más bonito que bueno.

Y tras los piropos antes de que el balón echara a rodar, la realidad. Y la realidad es que este grupo trufado de buenos futbolistas y hasta algún crack ha competido la mayoría de los partidos de forma decepcionante, algunos hasta de forma indigna. A una distancia sideral de lo que exige la historia de las trece barras y la entrega sin tregua del beticismo.

¿Que la plantilla del Betis 2019-20 no es tan buena como se ha pregonado? Quizás. ¿Que Rubi los ha hecho rendir muy por debajo de sus posibilidades? También. ¿Que en el Betis actual casi toda la agudeza en los despachos apunta a dianas secundarias en un club de fútbol, como es el marketing, las redes sociales y términos tan etéreos como la visibilidad y la implantación? Por supuesto.

Aquí se trata reunir un grupo de jugadores fanatizados que sepan darle a los partidos lo que éstos demanden, que el Betis gane mucho más que pierda y que el equipo pelee por lo mismo que ha peleado el Villarreal –¿ha estado el lector alguna vez en Villarreal?–, que es lo mismo por lo que peleado un recién ascendido como el Granada. Jugadores que metan la cadera, el codo o lo que haga falta por ganar un balón como si les fuera la mismísima vida. Que no tiemblen a la primera sacudida y se desmoronen con la segunda.

En el Nuevo Zorrilla volvió a pasar. El partido quiso ser fiel al guión de la campaña, nada de deparar un giro insospechado en el capítulo final, como suele ocurrir en las series de Netflix o HBO. Aquí no hubo sorpresa alguna: salida aparente de los verdiblancos, esta vez de vestidos de negro, con gusto y ganas, pero el andamiaje que se viene abajo a poco que el lobo sopló dos veces. Y otra vez al hoyo.

Ausentes William Carvalho, Guido Rodríguez, Guardado y Édgar, éste último embarcado con el filial en el reto de ascender a Segunda B, Alexis Trujillo tejió un centro del campo con lo que pudo, con lo que tenía a mano. Joaquín a la derecha, Canales y Aleñá por dentro, Tello a la siniestra. Por detrás, más improvisación con Emerson en el lateral izquierdo ante las bajas de Álex Moreno y Pedraza, más Barragán en el ala diestra y la pareja Bartra-Sidnei en el eje.

Si al Betis, con el grueso de sus mejores hombres disponibles, le ha costado no descoserse y por esa fragilidad sin la pelota se le esfumó cualquier posibilidad de pelear por los puestos europeos, resultaba un triple salto mortal lo de guarecer la portería y dejarla a cero de una vez con una formación tan circunstancial. Y así fue.

El gol que hizo el Valladolid cuando el primer tiempo ya consumía su alargue refleja lo que ha sido este Betis. Un saque de esquina a favor por la izquierda deriva en un tuya-mía en corto con Joaquín y Fekir al mando, nadie termina de colgar la pelota con cuatro o cinco béticos en el área prestos a rematar y esa querencia a tocar en corto acaba con un balón dividido para Aleñá, que no se emplea con la rudeza adecuada para protegerlo y evitar la contra. El Valladolid la recupera, sale como una manada de lobos, Sandro conduce, abre a la izquierda y Alcaraz, ya en el área, centra a la segunda línea, donde Sergi Guardiola cabecea en plancha sin que Dani Martín alcance a desviar el cuero.

Canales ladeaba la cabeza cuando el Betis se disponía a sacar de centro tras el 1-0. En su frustración recordaría su conducción preñada de calidad que acabó en una apertura a la izquierda que desaprovechó Tello, cuyo tiro no cogió la rosca que pretendía (16’). Fue, junto con un tiro de Fekir que desvió Caro, lo que llevó peligro franco en el Betis, a pesar de la sabiduría de Joaquín para lanzar a Barragán por la derecha.

Tras el descanso salió el Valladolid sin un central puro. Junto a Javi Moyano, que ya fue titular, se tuvo que ubicar Alcaraz y que se lesionó Javi Sánchez. Y ni eso aprovechó el Betis, que apenas exigió a los zagueros. Tampoco cuando entró Borja y Alexis probó con dos puntas. Fue tres minutos después de que Óscar Plano burlara la tibia oposición de Bartra, se girara y soltara un latigazo inapelable para el 2-0. El Betis de Bartra, el Betis guapo, ha quedado el decimoquinto. El quince. La niña bonita.

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