Añoro mi Benito Villamarín, pero no fue para tanto

La experiencia de un socio bético con discapacidad física para acudir al estreno del Betis en el Estadio de la Cartuja

El Estadio de La Cartuja arranca con buena ventura para el Betis (1-0)

La visión del campo desde el lugar habilitado para las personas con discapacidad física. / Á. G.
Ángel Gil

Sevilla, 23 de agosto 2025 - 12:25

Son las 18:10 horas, salgo de casa y tengo la sensación que voy a la aventura. He estado varias veces en el Estadio de La Cartuja y siempre me he ido con el pensamiento de que es un caos. Espero que la suerte cambie. Por la cuenta que me tiene. Lo he pensado muchísimo y, al final, voy a ir al primer partido de la temporada del Betis. Voy a probar.

Las diferentes opciones del GPS oscilan entre 26 y 29 minutos en llegar al Aparcamiento 8.3 de la Cartuja (el de la entrada y salida por la Avenida Carlos III), el único que me ha permitido reservar tres días antes del encuentro. Los demás agotados. Me da por pensar en aquellas personas que no se manejan con las nuevas tecnologías. Para mí resulta engorroso. Todo sea por un aparcamiento.

El miedo se instala en mi cuerpo. De acuerdo, el P8 son 1.750 plazas, a eso añaden las 1.500, del P7 Sur, y las 2000 del P7 Norte, pero a mí no me salen las cuentas.

Menos mal que he recibido un email horas antes del Betis que, de manera excepcional y sólo para el choque de hoy, permitirá el acceso a todos nuestros abonados con movilidad reducida que tengan la tarjeta azul de aparcamiento en vigor al parking P1.1 de fondo de manera gratuita.

Voy en el coche tenso. Paso el puente del Centenario como un día cualquiera de agosto. Desvío como si fuera para Triana y enfilo La Cartuja. Se nota más tráfico y mucha gente vestida de verdiblanco.

Bordeo el mal llamado Estadio Olímpico por dos veces porque la señalización se pierde y las indicaciones del personal del club dejan mucho que desear.

En La Cartuja de nuevo, un policía local me envía al punto de partida, la avenida Carlos III. A la tercera tentativa con un poco de suerte aparco en la zona habilitada para personas con dificultades de movilidad al lado de donde se verá el encuentro. Soy un afortunado. Lo sé.

Son las 19:15 horas, sesenta y cinco minutos, no está mal. Pensé que iba a ser peor. Ahora toca esperar 8.100 segundos hasta que comience todo. Los cánticos de los aficionados más tempraneros y una música lejana hacen de hilo musical en mi espera en el coche.

La vuelta será otra historia porque no será tan escalonada. En previsión de males mayores salgo en el minuto 80 de ese estadio con demasiados asientos vacíos, según mi opinión.

La cercanía del vehículo con la salida de las instalaciones hace que el retorno sea rápido por dando una vuelta por La Cartuja para salir a la Se 30 inmediatamente. Ya en casa, tranquilo, analizo la experiencia. Tengo sentimientos contrapuestos. Añoro mi Benito Villamarín en contraposición a la imagen desangelada que ha ofrecido el nuevo sitio. La afición, con sus cánticos, me ha hecho sentir como en casa. Espero que sea sólo por dos temporadas.

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