Getafe-Real Betis · la crónica

Muy bien está lo que muy bien acaba (0-1)

  • Un tanto de Sergio León en el minuto 89 eleva al Betis hasta la sexta posición y multiplica sus aspiraciones europeas.

  • Undiano no concedió un gol legal en el alargue al Getafe, que antes falló un penalti y dio un poste

Las imágenes del Getafe- Real Betis

Las imágenes del Getafe- Real Betis / EFE

El viento físico soplaba en contra del Betis tras el intermedio. Muy en contra. Pero el viento de la fortuna sopló entonces huracanado a favor de los intereses de los verdiblancos en el Coliseum Alfonso Pérez Muñoz, que gracias a un gol de Sergio León en el minuto 89 tras una buena jugada colectiva lograron una victoria que los dispara en la tabla, hasta la sexta posición. También los dispara anímicamente, pues ocupa esa preciada plaza continental en detrimento del vecino, lo que sin duda va a dulcificar al bético el agrio trago de ver hoy al Bayern Múnich hollando Nervión con unas semifinales de Champions en juego. La rivalidad sevillana se escribe así. Y si el sevillista saca pecho de su histórico partido, el bético tiene todo el derecho a hacerlo por enseñarle la matrícula en la Liga gracias al average general. 

El triunfo bético tuvo una mayúscula carga azarosa. Pero esto es fútbol. Y el fútbol, como juego, lleva el azar en sus genes. Y a veces no gana quien lo merece. Hay que convivir con ello. El bético puede argumentar con toda la razón que Quique Setién fue a por la victoria siempre, y con los cambios más. Metió a un delantero, Sergio León, por un mediapunta, Boudebouz. Y el palmeño amagó, se quedó atrás para deshacerse de su par y desvió el balón con su izquierda lo justo para que se alojara en la red. 

Parecía que la moneda al aire que era por entonces el partido iba a caer de lado del Betis, que sobrevivió a un penalti en contra en el que Adán se empleó dos veces seguidas ante Portillo (65’) y a una falta directa de Antunes que se estrelló en el palo derecho de Adán (73’). Pero aún hubo otra jugada todavía más determinante para que el bético mirara al cielo y agradeciera a la providencia los tres puntos que cayeron en su zurrón: en un último saque de esquina, el central Leandro Cabrera cabeceó y la parábola sortetó a Adán a contrapié. La pelota, tras tocar en el palo, entró, pero Adán estuvo rápido para devolverla al terreno de juego y sembrar la duda en el asistente y en Undiano Mallenco. Fue el puñado final de picante para el partido, por si al guiso le faltaba algo.

Picante ya hubo, y bastante, durante los 90 minutos anteriores. Fue un juego rudo, sin concesiones. En el Getafe de Pepe Bordalás nadie juega si no mete la pierna. Y hasta Fajr, que iba de exquisito en el Deportivo de La Coruña, va con todo, al límite. Tanto frisa el reglamento el equipo azul, que Undiano Mallenco, que pretendía controlar el partido sin tener que meterse la mano en el bolsillo, acabó amonestando a cuatro jugadores locales por su excesiva virilidad –más una quinta a Jorge Molina por protestar una acción postrera ante Mandi, la que acabó en la amonestación a Amath, de tonos anaranjados–.

Ese ímpetu casi fanático del Getafe incomodó mucho al Betis de salida. Tuvo la pelota, sí, pero como paradigma de lo que viene a ser una posesión engañosa. De las que pueden engañar al que quiera dejarse engañar.

El caso es que Guardado y Fabián no fueron la pretendida correa transmisora hacia Boudebouz por dentro, o hacia los laterales de largo recorrido por fuera. Barragán y Júnior llegaron al ecuador del partido casi inéditos. De hecho, la única chispa verdiblanca en terrenos abiertos llegó pasada la media hora, cuando Guardado se descolgó a la derecha, rebañó una pelota dividida y sirvió un centro raso al corazón del área. Damián estuvo algo más despierto que Loren y desvió a córner, aunque Undiano ordenara a Guaita que sacara de portería.

La otra ocasión del Betis en la primera mitad sobrevino por una pincelada de calidad de Boudebouz, la única. Recibió entre líneas tras un buen rato de oscurantismo, se deshizo de su par con una improvisada ruleta y soltó ese cañón de precisión milimétrica que tiene por pierna izquierda. Guaita, que hasta entonces estaba tan frío como los espectadores que tenía tras las redes, se estiró para desviar una pelota que tenía su guasa.

Antes de esas dos puntuales aproximaciones del Betis, el Getafe llegó varias veces con peligro franco. Nada de fuego de artificio. No se habían cumplido los cinco minutos y Ángel, bullicioso y astuto, dibujó un desmarque al extremo derecho que Mandi convirtió en legal. Suerte para los heliopolitanos que el menudo delantero canario no vio que, a su derecha, Jorge Molina se incorporaba al área solo, absolutamente solo. Hubiera tenido muchos visos de torcer la noche para el Betis esa jugada si el delantero alcoyano recibe ese cuero.

En el minuto 9, fue Júnior quien provocó un incendio en su área con un error al despejar. Dejó la pelota viva, en manos de la fortuna, y ésta se la dio a Ángel, que remató esta vez demasiado cruzado.

Diez minutos bastaron para evidenciar que el Betis sufría mucho para sacar la pelota con esas triangulaciones que son sagradas en el manual de Quique Setién. Y Bartra, Mandi o Jordi Amat empezaron a lanzar pelotazos a los que Loren trataba de dar continuidad, preferentemente en la banda izquierda, con pocos visos de éxito casi siempre.

Tras el descanso, Fabián se descolgó algo más atrás y hubo algo más de hilazón en el juego. También el Getafe atemperó su presión y fue separando sus líneas, aunque los desmarques a la espalda de la defensa bética, sobre todo de Jorge Molina, seguían haciendo daño. Así llegó el infantil penalti de Jordi Amat, que levantó un brazo de forma innecesaria, y pretendidamente astuta, para cortar el centro del ex bético desde la línea de fondo.

Adán adivinó que Portillo lo lanzaría a su derecha y se lanzó como un gato. Todavía el malagueño tuvo una segunda ocasión para desquitarse de su error, pero estrelló su tiro en el costado del portero, que sólo tuvo tiempo de levantarse raudo y abrir sus extremidades lo que pudo para tapar portería. Una parada de balonmano que valió un partido.

La doble acción de Adán, después de unos complicados días por el asunto de su controvertida operación de pubis, tenía toda la literatura para conventirse en decisiva para el triunfo bético. Y así fue. Con la escasa literatura que de salida tiene un partido un lunes por la noche en Getafe, y cuánta tuvo el de ayer. Muy bien está lo que muy bien acaba, Betis.

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