Más allá de polémicas por decisiones deportivas o de gestos inadecuados, el Betis de Quique Setién acude a Montilivi con necesidad de ganar. No posee un carácter urgente, pero las buenas sensaciones que ha transmitido el equipo verdiblanco en la mayor parte de sus partidos de este inicio de temporada deben ser corroboradas con puntos. Cualquier mensaje que se quiera lanzar en el fútbol tiene que ir acompañado de victorias, ésas que lo endulzan todo y que dejan en el olvido del aficionado otras cuestiones que responden más al gusto de cada espectador.

Sólo un triunfo acumula el Betis y, aunque fuera celebrado a lo grande por tratarse de un derbi, las altas expectativas de esta temporada requieren del refrendo de más victorias. Montilivi aparece como un escenario adecuado para que los heliopolitanos vuelvan a sumar de tres en tres, no sólo por los antecedentes que indican que el Betis siempre venció al Girona como visitante sino también por ofrecer ese premio como regalo a esa fidelidad eterna de los béticos catalanes, que lo volvieron a acompañar desde que puso pie en ese epicentro del independentismo.

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Se muestra orgulloso Setién de la obra que comenzó a construir el pasado año en Heliópolis, con una identidad de juego muy particular que pasa por el buen trato del balón. Al fútbol se puede, y se debe, ganar de muchas maneras y el técnico cántabro apuesta por la posesión como método para convencer a sus futbolistas. En el banquillo de enfrente aparece otro seguidor de ese estilo como Eusebio Sacristán, aunque éste ha virado su plan inicial para adaptarse a lo que resulta más cómodo para sus jugadores.

Tras años con Pablo Machín al frente, el Girona tenía muy interiorizados algunos mecanismos y Eusebio ha recuperado, principalmente, la defensa de tres centrales, aunque añadiéndole cierto toque particular para que se pueda adaptar a su libro de estilo. El conjunto gerundense no se está mostrando demasiado autoritario con la pelota, pero sí muy eficaz en sus acciones ofensivas. La insistencia de Portu, un incordio para las defensas, y el poderío de Stuani, que de nuevo está tocado por una varita, representan el mayor peligro de este Girona, que también aprovecha las acciones a balón parado con el buen juego aéreo de sus centrales.

Todas estas cuestiones han sido estudiadas con detenimiento por Setién y su cuerpo técnico para elegir hoy a los once futbolistas que salten a Montilivi. Realizará algunas variaciones el técnico, que dará descanso a algunos de los jugadores que más minutos han acumulado en las últimas semanas. Esa rotación no afectará, según las palabras del propio técnico, a Guardado, quien junto al argentino Lo Celso deberán guiar el juego verdiblanco de una manera más efectiva que el pasado domingo ante el Athletic, cuando la presión del conjunto vasco ahogó a los dos manijeros. Sin William Carvalho en plenitud, el técnico insistirá en esa medular que debe asegurar la posesión, la premisa básica de la fórmula de Setién.

También necesita el Betis recuperar la mejor versión de sus delanteros. Aseguran los técnicos que nos les preocupa en exceso esa falta de acierto del inicio de la temporada, pero los puntas siempre viven del gol y la confianza se adquiere con eficacia, y, al contrario, la ansiedad aparece en escena cuando las ocasiones no se transforman en goles. Para recuperar ese peligro en la vanguardia, Setién optaría de nuevo por colocar a dos puntas, con Loren, el goleador del pasado año, acompañado de Sergio León.

Dos victorias y una igualada en el Camp Nou han otorgado un plus de confianza a este Girona del que no se fía Setién, por más que el cántabro insista en que su equipo transita por el camino adecuado. En el vestuario se respira un ambiente de optimismo, pero en el fútbol todo se mueve según los resultados, y a este Betis le hace falta una victoria que le permita ahuyentar fantasmas y disfrutar de esta temporada de la ilusión. Con rotaciones o sin ellas, con dos delanteros o con uno solo, los verdiblancos quieren regresar de Montilivi con tres puntos en el zurrón.