Real Betis

Una visible evolución

  • El trabajo de Rubi se ve reflejado en un cambio en el juego, más directo y con diferentes variantes tácticas

Juanmi, durante un acción del partido contra el Oporto

Juanmi, durante un acción del partido contra el Oporto / Filipe Farinha (Efe)

Que el Betis necesitaba un cambio era algo que parecía más que evidente, gran parte de la afición y desde dentro del propio club se palpaba que la evolución del equipo con Setién no había sido todo lo positiva que se esperaba y que algún cambio había que efectuar; para ello llegó Rubi.

El nuevo técnico verdiblanco parece haber asumido rápidamente lo que significa dirigir al Betis y es sabedor de que tiene que inyectar a sus jugadores un punto más de intensidad y verticalidad que la que tenían en el juego la pasada temporada con Quique Setién al mando.

La garra, la energía, el hecho de siempre querer competir, sumado a las nuevas variantes tácticas, ha de hacer del Betis de Rubi un conjunto que reme en la misma dirección para encontrar soluciones más fáciles, en vez de convertir el fútbol de toque en una solución estéril que acabe desesperando en gran parte al aficionado bético.

El cambio de esquema es clave en este asunto: con el 4-3-3 y las bandas bien abiertas, se está buscando una mayor verticalidad y que el juego combinativo se suceda en las facetas más adelantadas del campo para así poder, con aperturas a las bandas, crear superioridades que permitan al Betis sorprender a las defensas rivales.

El partido frente al Oporto reflejó a la perfección ese ejemplo, un primer gol que se gestó por la banda derecha con un gran centro de Tello que acabó culminando Juanmi con un gran testarazo que acabó dentro de la portería rival.

La iniciativa la consiguió llevar el Betis en los primeros minutos y ese cambio de sistema y, al menos también de intenciones, se reflejaba en el juego colectivo de los verdiblancos, a los que se les pudo observar cómo buscaban diversos cambios de juego, algo prácticamente impensable hasta hacía apenas un mes con Quique Setién en el banquillo.

Carvalho fue la piedra angular del Betis en Portugal, con un juego exquisito al primer toque y con una facilidad enorme para enviar balones tanto a laterales como a extremos para que buscasen sorprender por sus respectivos carriles. Además, Carvalho ofreció una nueva variante a la hora de sacar la pelota jugada desde atrás ya que, cuando el Betis iniciaba la jugada, el mediocentro portugués pasaba a incrustarse entre los dos centrales para darle sentido al juego desde atrás, algo que si se potencia, puede ser muy beneficioso para el juego del Betis.

El cuadro de Rubi perdió algo de gas en la segunda mitad con un once prácticamente nuevo, concedió facilidades a los portugueses y escenificó un claro bajón de la intensidad y una falta de concentración lógica en las pretemporadas.

Aún así, y aunque el nuevo proyecto verdiblanco debe ir corrigiendo los típicos desajustes de pretemporada, la línea en la que, de momento, avanza el conjunto heliopolitano hace presagiar que el fútbol estéril de posesión está llegando a su fin y que si algo les quiere inculcar Rubi a sus jugadores, es que en este juego se gana mirando a la portería rival.

Además, con la llegada del ex entrenador del Espanyol, jugadores como Tello han vuelto a recuperar la confianza en sí mismos y parecen estar dispuestos a mostrar su mejor versión, noticia inmejorable para los intereses béticos.

Si a la calidad ya existente en la plantilla se le suman los posibles fichajes y algunos jugadores que no encajaban en el anterior manual son capaces de recuperar su mejor versión, el cuadro heliopolitano puede dar el salto que espera su amplísima clientela.

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