Salud y Bienestar

Más del 15% de los niños menores de 5 años mojan la cama debido a la enuresis nocturna

  • Una guía para expertos subraya las consecuencias psicológicas para los menores y sus familias

La enuresis nocturna es un trastorno frecuente en niños y adolescentes, ya que aproximadamente un 15%-20% de los niños de 5 años moja la cama por la noche. Aunque tiende a resolverse espontáneamente y su prevalencia decrece con la edad, sin un tratamiento específico no se cura en todos los casos, o puede retrasarse. "Todo esto conlleva repercusiones psicológicas, escolares y sociales negativas tanto para el paciente como para su familia; en el niño causa ansiedad, merma su autoestima y compromete su estabilidad emocional", explica Isabel Úbeda Sansano, pediatra, que junto a Roberto Martínez García, urólogo, y Javier Díez Domingo, también pediatra han presentado esta semana la Guía sobre Enuresis nocturna primaria monosintomática en Atención Primaria, publicada por la revista Pediatría de Atención Primaria.

Esta guía aborda de forma integral el problema, tanto en su diagnóstico como el tratamiento, aportando una serie de recomendaciones clínicas basadas en la evidencia, de interés para el clínico y sus pacientes. Entre las opciones de tratamiento estudiadas están las medidas conductuales y educacionales, el uso de sistemas de alarma de la emisión involuntaria de orina y el tratamiento farmacológico.

La mayoría de los niños desarrollan una funcionalidad y continencia urinarias normales independientemente del momento y tipo de entrenamiento miccional que se utilice. Sin embargo, "si el inicio del entrenamiento de la continencia urinaria se demora o no es adecuado, se prolongan los vaciados incompletos y puede perpetuar esta conducta funcional anormal, quedando predispuestos a infecciones urinarias, micción no coordinada y vejiga hiperactiva", señala la doctora Isabel Úbeda.

Entre las actitudes que se han mostrado beneficiosas para alcanzar la continencia urinaria diurna más temprana y evitar la micción disfuncional están iniciar la enseñanza de la continencia urinaria antes de los 18 meses; usar una taza de váter adaptada en la que el niño apoye bien tanto las nalgas como los pies; sugerir al niño que orine cuando se le vea o suponga deseoso para que lo logre al primer intento; así como ser persistentes en esta educación ya que se logra el objetivo en menos de tres meses. La idea es no dispersar los esfuerzos cambiando de técnica continuamente.

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