Nutrición

No es sólo el qué, también el cómo

  • La alimentación sana no se basa únicamente en la selección de productos o en la dieta mediterránea · La voracidad, la acción de determinadas hormonas o la percepción de los alimentos, también influyen

Existen muchos factores que inciden en el metabolismo humano. Al analizar las causas que hacen que una persona tenga más cadencia al sobrepeso, se tienen en cuenta varias cuestiones. La primera, perogrullada, es qué se come. Los profesionales de la salud insisten en lo adecuado de una dieta rica en fruta, verdura y legumbres; con pescado y pobre en carnes rojas. En resumen, la dieta mediterránea (aunque se comienza a comprobar que no todos los países bañados por este mar son precisamente holligans de la vida saludable). Ahora, pequeños estudios científicos van aportando algunas claves para entender que no todos somos iguales y que hay otros factores secundarios que influyen en mayor o menor medida en todo esto. Algunos son modificables, otros no.

Entre los primeros, los más importantes son el reparto de las comidas a lo largo del día, la sensación de plenitud y la velocidad o voracidad con que se mastican los alimentos. Enseñar desde pequeños a masticar despacio, ayuda a realizar mejor las digestiones y absorber los nutrientes de los alimentos.

Recientemente, un estudio publicado en el British Medical Journal ha conseguido analizar esto en una muestra amplia de personas (unas 3.000). Según sus conclusiones, una de las claves está en una combinación entre comer hasta sentirse saciado y la rapidez. Esto puede multiplicar por tres el riesgo. "Todos estos comportamientos alimentarios pueden conducir al sobrepeso u obesidad. Además, la asociación positiva de comer rápidamente con el índice de masa corporal se observó independientemente de la ingesta total de energía", señalan en su estudio el quipo de Koutatsu Maruyama, de la Universidad de Osaka, en Japón.

Por otro lado, poco a poco se van conociendo algunos de los factores que influyen en el metabolismo. En este sentido, por ejemplo, investigadores han localizado una hormona que hace a determinadas personas vean más apetitoso un alimento, según se publicó en Cell Metabolism. Los investigadores obtuvieron imágenes cerebrales de los voluntarios y encontraron que los centros de recompensa responden con más fuerza a imágenes de alimentos en los sujetos que habían recibido una hormona conocida como ghrelin. Los resultados sugieren que los dos sistemas que regulan las señales metabólicas y las señales del placer están, en realidad, entrelazadas. "Cuando vas al supermercado con hambre, todos los alimentos se ve mejor", afirmaba Alain Dagher, del Instituto Neurológico Montreal en la Universidad de McGill, en nota de prensa. "Su cerebro asigna a cada alimento una especie de valoración coste-beneficio. Ahora, hemos demostrado que es la hormona ghrelin la que actúa sobre el cerebro para hacer que los alimentos sean más atractivos". A pesar de las posibilidades terapéuticas que pudiera tener esta hormona en el campo de la endocrinología, los autores sospechan que pudieran existir efectos secundarios sobre el estado de ánimo, ya que la hormona actúa sobre mecanismos del placer.

Por último, también cabe reseñar factores expertos estudiados que inciden en la percepción de los alimentos y, por tanto, en su ingesta. Un estudio elaborado por la Universidad de Cornell, en Nueva York, demostró en Journal of Marketing Research que muchas personas consumen más calorías totales cuando comen habitualmente productos light. No es que engorden más, sino que la percepción cambia y se abusa de algo que no está exento de calorías.

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