San Fernando

Coronavirus en San Fernando: La batalla contra el virus que libra Camposoto

  • En el Centro de Formación de Tropa número 2 (CEFOT-2) del acuartelamiento de Camposoto en San Fernando ya no hay alumnos a los que instruir y enseñar a ser soldados por culpa del coronavirus pero junto al Regimiento de Artillería de Costa (Racta-4) tienen otra misión que cumplir: ganar la batalla al Covid-19 en los lugares más vulnerables. En las últimas semanas, ambas unidades del Ejército de Tierra han llevado a cabo una docena de intervenciones en localidades de Sevilla y Huelva además de Cádiz para desinfectar residencias de ancianos, centros de salud, mercados, instituciones penitenciarias... Así trabajan en un campo de batalla que nadie se esperaba

Dos miembros del equipo del CEFOT-2 de Camposoto, trabajando con el termonebulizador para erradicar el virus.

Dos miembros del equipo del CEFOT-2 de Camposoto, trabajando con el termonebulizador para erradicar el virus. / Román Ríos (San Fernando)

"No puede haber dudas antes de marcharnos”. Es la máxima que se aplica a las intervenciones que desde los primeros días del estado de alarma han estado llevando a cabo para la desinfección de residencias de mayores, centros de salud, instituciones penitenciarias, mercados... Cada actuación debe ser impecable, debe haber seguridad absoluta de que todo se ha hecho correctamente, de que no se ha quedado nada sin revisar antes de regresar. De ello dependen vidas.

Llevan una docena de salidas que se reparten entre localidades de las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz desde que empezó la batalla contra el coronavirus, hace ya más de 40 días. En el acuartelamiento de Camposoto ya no hay alumnos a los que formar e instruir para convertirlos en futuros soldados, aunque el trabajo continúa. Es la misión que el Centro de Formación de Tropa número 2 (CEFOT-2) y el Regimiento de Artillería de Costa número 4 (RACTA-4), las dos unidades del Ejército de Tierra que comparten el acuartelamiento de San Fernando, desempeñan en el marco de la Operacion Balmis, en la que participan activamente –también lo hace la Armada a través de la Infantería de Marina– y que ha puesto a prueba las capacidades de las Fuerzas Armadas en toda España para actuar ante una crisis.

No es una tarea fácil, reconocen. Requiere una minuciosa organización y un delicado trabajo de campo en el que hay que ser todavía más metódico y meticuloso. A menudo, a pesar del trabajo previo de planificación que existe, no saben qué se van a encontrar sobre el terreno, cuando entrar en uno de estos centros que tienen que desinfectar y en los que el temido virus puede efectivamente estar campando a sus anchas desde hace días. Intervinieron, por ejemplo, en la residencia de Ubrique en la que se llegaron a contabilizar hasta 16 muertos por el coronavirus solo un día antes de que comenzara la trágica escalada de positivos que tan dramáticas consecuencias tuvo posteriormente.

El operativo tiene capacidad para movilizarse en el tiempo máximo de dos horas desde el aviso en el caso de que sea necesario. Todo está preparado por si hay que actuar en caso de urgencia, aunque el procedimiento habitual es que las órdenes lleguen a última hora del día para salir al siguiente. El servicio de veterinaria, desde el que se coordinan estas intervenciones, está activado permanentemente para hacer frente a las órdenes que le llegan a diario desde el MOPS, el Mando de Operaciones.

El Camposoto, el servicio médico cuenta también con una teniente coronel que ha sido movilizada a Madrid en comisión de servicio al estar especializada en neumología. El oficial veterinario destinado en el acuartelamiento isleño –aclaran– actúa en toda la demarcación de la provincia y, además de responsabilizarse de los cuidado de animales que existen en las distintas instalaciones militares del Ejército, lleva a cabo también el control bromatológico de los alimentos y las inspecciones de cocina. Los servicios médicos cuentan también con dos psicólogas que siguen en activo a pesar de que ahora mismo no hay alumnos en este centro de formación para atender a quien lo pida y necesite asesoramiento desde su casa. “Y están teniendo muchas llamadas”, apuntan.

La planificación es la primera fase cuando toca salir. El reparto de aquellos lugares en los que hay que intervenir –esas residencias de mayores, centros de salud, centros penitenciarios...– llega a través del Mando de Componente Terrestre (MCT) de la Operación Balmis tras procesar y dar forma a lo largo de todo el día a las numerosas peticiones civiles que se canalizan a través de las Subdelegaciones y Delegaciones del Gobierno a través de la Delegación de Defensa.

"A nosotros esos objetivos –los sitios a los que hay que acudir– nos llegan entre las nueve o las diez de la noche", explica el teniente coronel jefe de la plana mayor de dirección del CEFOT-2. Y es entonces cuando se empiezan a plantear las intervenciones, que antes, necesariamente, requieren de una valoración técnica del oficial veterinario. En esto no hay horas, puede haber una urgencia que atender a la mayor brevedad.

Antes de acudir hay que evaluar la situación del centro: si hay positivos o posibles casos pendientes de confirmarse, qué tipo de instalaciones son, si ya se han desinfectado antes y, en ese caso, quién lo ha hecho y qué productos ha utilizado... Hay que contactar con los responsables de estos centros para poder llevar a cabo esta primera evaluación que servirá para determinar las prioridades a la hora de intervenir y de concretar cómo serán dichas actuaciones sobre el terreno, dónde se acudirá antes, quién puede esperar y si requieren de la actuación cojunta del CEFOT-2 y del RACTA-4 o solo de este último.

Porque en el caso de que solo se requiera una desinfección preventiva –que suele ser cuando no se han dado casos de coronavirus– únicamente se desplazan los efectivos del RACTA-4. Cuentan con ocho equipos que integrados cada uno por un suboficial, un cabo primero y cinco efectivos de tropa. Ataviados con sus trajes NBQ se encargan de desinfectar las zonas comunes, accesos y de mayor tránsito.

Si la evaluación previa de las instalaciones a cubrir es más complicada –es decir, si hay positivos por Covid-19 o sospechosos– interviene el oficial veterinario del CEFOT-2 con su equipo, que manejan un termonebulizador para acabar con el virus en las zonas afectadas.

Lo que hace este sofisticado aparato –explica el teniente– es transformar un potente virucida en vapor, en una densa nube de humo que en una habitacion cerrada penetra hasta el último rincón: rejillas de ventilación o de aire acondicionado, cortinas, camas... Nada escapa a su acción. Cuando interviene mata al virus y deja completamente limpia la habitación.

En estas operaciones participan los dos equipos, el del CEFOT-2 y el del RACTA-4, para llevar a cabo una actuación integral en el centro en el que están trabajando. Primero, antes de trabajar, se lleva a cabo una nueva evaluación, esta vez ya sobre el terreno, por parte del oficial veterinario, que recorre todas las instalaciones para decidir cómo se va a intervenir en la zona, que es debidamente acotada.

Con el termonebulizador se actúa solo en las zonas en las que ha habido casos con coronavirus. Las dependencias en las que se intervienen se cierran y se deja actuar al virucida durante 12 horas. El resto del equipo lleva a cabo labores de desinfección de pasillos, vestíbulos, escaleras.... Actúan por parejas a la hora de trabajar, porque de esa forma se supervisan mutuamente y es más difícil que alguna zona quede sin cubrir. Se cuida también la limpieza de aparatos electrónicos, ordenadores o máquinas expendedoras, que se limpian con una solución de alcohol.

Toda la operación se sigue y coordina desde un puesto de mando en Camposoto y cuentan también con la colaboracion de la Guardia Civil, que escolta al convoy a su llegada a la ciudad y permanece en todo momento junto al equipo.

Y, cuando no hay orden de salir, se dedican a desinfectar las instalaciones propias del acuartelamiento de Camposoto: ya se ha intervenido en las duchas colectivas, individuales, alojamientos logísticos, dormitorios, el botiquín...

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