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Sanidad

Transplante de cara en Andalucía

  • El transplante facial en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla fue el segundo en España y el noveno en el mundo

Manuel Concha

Doctor en Medicina Consejero editorial del Grupo Joly

Cuando analizamos el gran avance técnico y científico que han supuesto los trasplantes de órganos y tejidos en el siglo XX, no se puede ignorar el largo camino recorrido y la labor incansable de muchos investigadores, verdaderos pioneros científicos, que pudieron concebir muchos años antes de que ello fuera posible, la esperanza de sustituir órganos y tejidos enfermos por otros sanos.

Alexis Carrel mereció el Premio Nobel de Medicina en 1912 por sus contribuciones en este campo. Pero es a partir de los años 50 cuando esos esfuerzos de muchos investigadores experimentales empiezan a ver sus frutos. En apenas 20-25 años se dan pasos agigantados en el trasplante de todos los órganos, no sólo en aspectos técnicos, sino en algo más complicado, en el control del rechazo y la infección, algo que en los años 80 abría unas perspectivas difíciles de imaginar. Cualquier órgano y a cualquier edad, era susceptible de ser trasplantado con éxito a corto y largo plazo y en un número cada vez mayor de pacientes gracias también al gran desarrollo de los programas de donación. Terminado el siglo XX, seguían quedando algunos retos en este campo difíciles de superar, por su complejidad técnica, por sus implicaciones psicológicas y sociales, etc. Es el caso del trasplante de cara para aquellos pacientes, casos extremos, con malformaciones, secuelas de traumatismos graves o quemaduras que, como consecuencia de ello, “no tenían cara”.

La “ausencia de cara”, tiene un impacto psicológico y social inmenso sobre la persona, sin olvidar secuelas orgánicas importantes como la fonación, la deglución, entre otras. El 27 de noviembre de 2005 la francesa Isabelle Dinoire de 38 años, pasó a la historia tras convertirse en la primera persona del mundo que se sometía a un trasplante facial, tras graves secuelas producidas por mordeduras de su propio perro que habían desfigurado su rostro. Gracias a la intervención recuperó la nariz, los labios superior e inferior, el mentón y las partes adyacentes. Fruto de los grandes avances en el mundo del trasplante en España, también se aborda en el 2009 el primer trasplante facial realizado en España en el Hospital La Fe de Valencia, y pocos meses después el primer trasplante de cara de Andalucía el 26 de enero de 2010, lo que lógicamente constituía todo un éxito si consideramos que se trataba del noveno trasplantado de cara en el mundo. Dicho trasplante se realizó en el Hospital Universitario Virgen del Rocío y fue dirigido por los responsables de Cirugía Plástica y Cirugía Maxilofacial, al frente de un equipo multidisciplinar, que llevaba un periodo de tiempo preparándose para este reto excepcional de complejísima realización, en donde habían de concurrir una serie de factores para llevar a buen puerto este reto pionero. Fue emocionante cuando Rafael, el paciente trasplantado de poco más de 30 años, se abrazaba a sus doctores, tres meses y medio después de su operación, y confesaba sentirse feliz cuando mirándose por primera vez al espejo dijo: “soy yo”.

Ciertamente el trasplante de cara es la única opción para casos extremos que no pueden beneficiarse de cirugía reconstructora tradicional, o donde ésta ha agotado sus posibilidades. El trasplante de cara supone sin duda una esperanza importante o el último remedio para esos pacientes gravemente afectados por secuelas traumáticas o malformaciones faciales. Es la única posibilidad de que el paciente tras superar el trasplante, “puede mirarse al espejo” sin sentir la marginación social o psicológica que sus graves deformaciones conllevan. Siempre hay que pensar que tras el mundo de los trasplantes, se esconde el gran beneficio de ese gran avance tecnológico que posibilita aplicar mejoras sustanciales a otros muchos pacientes con otras patologías. Por todo ello, la superación de grandes retos médicos como el que nos ocupa, que ciertamente son aplicados a una relativamente corta población de pacientes, supone abrir fronteras no vislumbradas previamente, que, sin duda, contribuirán con su esfuerzo y avances técnicos a solucionar otros muchos problemas médicos.

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