Si buscan por internet fotografías antiguas de la Semana Santa, o de procesiones en general, apreciarán como en público no hacía uso de cámaras fotográficas ni similares. Tan sólo algunos fotógrafos contados, con costosos y pesados equipos, se encargaban de inmortalizar el momento. Si lo comparan con una imagen actual verán que es todo lo contrario: móviles levantados, palos selfie o cámaras con 'monopiés'. Fotógrafos como Luis Arenas, Martín Cartaya, Gasán o Emilio Sáenz no han tenido estos problemas. Es una cuestión que abarca desde la contaminación visual a la falta de consideración.

"Hijo, haz el favor de bajar eso que llevamos un rato esperando", decía una señora de baja estatura en la Alfalfa mientras pasaba el misterio de la Sagrada Cena, en su regreso a Los Terceros tras presidir el altar del Corpus Christi del Palacio Arzobispal. Una fotografía de Andrés Góngora se hizo viral. El ella aparecen varios móviles y cámaras levantadas a pocos centímetros de los respiraderos. "¿Si no nos respetamos entre nosotros como pretendemos que los demás lo hagan? Así con todo", comentaba en redes sociales.

Se hace muy complicado poder disfrutar de las procesiones sin que alguien te moleste levantando su móvil, en ocasiones sujeto a un palo de dos metros. Casi una decena de aficionados escoltaban al Señor de la Sagrada Cena con sus artilugios. "Estos son los nuevos ciriales de la Mortaja", bromeaba un internauta. 

El hecho de que los dispositivos móviles incluyan cámaras, y que éstos dispongan de acceso a internet, hace que muchos usuarios quieran compartir en directo lo que tienen ante sus ojos. "Yo lo hago porque tengo un familiar ingresado, y es la única forma que tiene de poder ver al Señor". El fin no justifica los medios, habría que añadir en estos casos.

El Gran Poder entre un mar de móviles

El egoísmo generalizado, con cierta dosis de incivismo, lleva a situaciones inverosímiles. Qué estampa tan poco afortunada la del Gran Poder caminando entre un mar de móviles, durante su regreso a San Lorenzo tras su Misión en Tres Barrios. Esperar dos horas para luego verlo todo a través de una pequeña pantalla, con la consiguiente molestia a quien está detrás. "Te recomiendo que lo veas desde tus propios ojos", le decía un hombre en la Campana a un grupo de jóvenes que hicieron caso omiso.

Los profesionales lo tienen claro: se puede trabajar sin molestar. El uso de estas nuevas herramientas facilitan y agilizan el trabajo de periodistas y fotoperiodistas, pero en darles un correcto uso está la clave. "Este problema viene de hace tiempo, falla el que lo hace y el que lo permite. Tu plano o fotografía no debe estropear el de otro nunca. Aquí vamos todos a una", apunta el fotógrafo Fran Santiago. Afortunadamente, el uso de drones, de momento, está regulado. Sólo faltaba que las cámaras también volaran.