Bulerías en San Román es una de las marchas más icónicas que se pueden encontrar en el repertorio de la banda de cornetas y tambores del Stmo. Cristo de las Tres Caídas de Triana y que tardó poco en extenderse al resto de repertorios de formaciones de toda la geografía española, no en vano supuso una auténtica revolución para el género de la corneta y el tambor, que creó tendencia y abrió camino definitivamente a la multitud de marchas de corte “aflamencado” que la precedieron. Muchas de ellas eso sí, sin el gusto que le dio José Pavón a la suya. Uno de los recuerdos que grabó el autor a fuego en su mente fue acompañar a su padre a ver salir la cofradía de Los Gitanos en su antiguo templo de San Román y presenciar el festejo de los cañí en la plaza durante los momentos previos a la estación de penitencia. Ese niño aún no sabía que el recuerdo de ese instante se materializaría en una marcha que es santo y seña de una época en la que el llamado fenómeno “Banda” estaba comenzando a gestarse de forma cada vez más sólida.

José Pavón

Fue precisamente la extinta banda de cornetas y tambores Nuestro Padre Jesús de la Salud, dirigida por Enrique León,  la primera en montar la marcha en 1996 bajo el nombre “Rey de los Gitanos”, diferente a la composición que conocemos ahora, aunque no se llegaría a estrenar en la calle ya que la formación se disolvería al término de la Semana Santa de ese mismo año. Tuvo que ser años más tarde cuando Rafael Vázquez plasmara en papel lo que el ingenio de José Pavón había dejado en una pequeña grabadora de cassette ya bajo el nombre de “Bulerías en San Roman”. Como dato anecdótico, la marcha se estrenaría en el año 1998 en Adelaida (Australia) en un concierto ordinario de diferentes grupos durante la gira que algunos músicos de la banda trianera hacían con la ópera Carmen, de Salvador Távora.

Si hay una palabra que pudiese definir a José Pavón esa es creatividad. Creatividad que durante muchos años quedó reflejada en su impecable forma de tocar la corneta y ejecutar algunos solos y acompañamientos, virtuosismo al alcance de muy pocos, esos detalles de calidad individual que en el símil futbolístico marcaban la diferencia como marcó, y de qué forma, su composición más famosa, la que nos ocupa hoy aquí, por la que sí que no pasan los años. Y es que Bulerías en San Román es banda sonora incuestionable de las madrugás en la calle Pureza.