El Palquillo

Hegel no es duda para el Domingo

Juan Antonio Rodríguez Tous, el pasado miércoles con su sombra junto a la iglesia de San Juan de la Palma.

Juan Antonio Rodríguez Tous, el pasado miércoles con su sombra junto a la iglesia de San Juan de la Palma. / juan carlos vázquez

Sólo un viaje a Alemania, otro a Nueva York y un esguince de tobillo le han impedido a lo largo de casi medio siglo cumplir con su tradición de "cofrade por accidente". ¿Y qué es un cofrade por accidente en la versión de Juan Antonio Rodríguez Tous, Nono para sus amigos? Un cofrade por delegación y mandato familiar.

"Cuando nací, mi madre me apuntó a la Amargura". El 20 de junio de 2010, víspera de que España venciera a Honduras en el Mundial de Sudáfrica, cumplía 50 años y recibía la medalla de oro de la hermandad que cada Domingo de Ramos sale de San Juan de la Palma. La iglesia donde se casó Manuel Machado y a dos pasos del palacio de Dueñas donde nació su hermano Antonio, unido a estos días con la Saeta que versionó Serrat.

Le gusta de la Semana Santa "la eterna repetición" y le chirría el "show de Truman"

El viaje a Alemania fue por una beca. A Nueva York no había otra forma de ir. "Era de sábado a sábado y el avión salía el Sábado de Pasión. Fuy con Carmen (Carmen Olmedo, su mujer) y estuvimos invitados en la ONU, pero mi madre se llevó un gran disgusto". El esguince de tobillo le acarreó menos estragos a su progenitora. "No pude salir y la vi con ella en el corralito que ponen en la plaza para las personas mayores. Es la única vez que tengo memoria de ver a la Amargura en la calle, porque desde los 14 años, la edad reglamentaria para salir de nazareno, iba con el capirote".

Rosa Tous nació en 1932, tiene 85 años y el 11 de noviembre, once del once, se partió la cadera. Era duda para este Domingo de Ramos, como su hijo cuando se fastidió el tobillo "pero ha sido un milagro de la Amargura, se ha recuperado y podrá vivir lo que para ella es el día más sagrado del año, un día absoluto". Rosa luce un apellido catalán porque sus padres, los abuelos de Nono, vinieron desde Barcelona para trabajar el abuelo en los trabajos preparativos de la Exposición de 1929. "En mi familia se hablaba catalán". Y el nieto del aventurero deshizo el trayecto familiar para dar clases de Filosofía entre 1994 y 2005 en la Pompeu Fabra de Barcelona, hasta que se volvió por la asfixia del soberanismo.

Es el heredero ritual de su madre. "Mi hermano mayor también salía, pero no perseveró. Mi padre era de los Estudiantes, decía que la Amargura era una cofradía muy mística". Hoy vivirá un rito casi inmarcesible. "Sigo saliendo con la misma túnica, que mi madre planchaba y almidonaba. Me sigue vistiendo como a un torero en un hotelito cercano a la iglesia. El cinturón de esparto es el mismo, lo único que cambié son las sandalias".

Formó parte con Manuel Barrios Lagares y Carlos Wamba de los artífices de la revista Er cuyo padrino fue Ramón Carande Thovar (1887-1986), un descreído casi centenario de formación germánica. "A don Ramón le parecía perfecta esta cosa mía de salir de nazareno. Valoraba lo que tenía de antiguo en un contexto de mundo moderno. Compara la Semana Santa con la Expo, que se disolvió como un azucarillo. A mí lo que me gusta de la Semana Santa es que es la eterna repetición. No hay paso del tiempo. Y creo que en realidad es lo que le gusta a mi madre".

Por eso mismo no le gustan las sillas de los chinos, los ruidos, la frivolidad y el exceso de seguridad, "como un nuevo show de Truman". Le gusta la salida de las imágenes en la confluencia de Feria con la plaza, Regina y Viriato "por lo que tiene de melancolía y acabamiento".

A la cita previa llega con un pin de la Cruz de Malta, la insignia que llevan los nazarenos de su hermandad. Su concentración particular la hizo con una clase de Metafísica a sus alumnos de la Facultad de Filosofía. "Les hablé de la Fenomenología del Espíritu según Hegel". El precursor de Marx se adentró en la figura de Jesús, el personaje que centra la cronología de estos días desde la entrada triunfal en Jerusalén hasta la Pasión, Muerte y Resurrección en Santa Marina.

Hegel escribió una obra casi juvenil titulada Historia de Jesús. "Mantenía que Jesucristo no podía ser un héroe ilustrado porque hacía milagros. Es curioso. Esa obra nunca se publica en vida de Hegel, pero nunca la destruyó, sobrevivió a nueve mudanzas y sus discípulos la dieron a conocer. Es una época en la que la ciencia sustituye a la religión y el físico, el científico o el filósofo ocupan el papel mediador que ejercía el sacerdote".

También da clases de Filosofía y Cultura Audiovisual para Adultos. Con la Amargura vuelve a su adolescencia, cuando veía de año en año a los alumnos del San Francisco de Paula. Recuerda la presencia de un tipo misterioso que todos los años cogía un avión en Lima para salir de nazareno con la Amargura. "Mi tía Encarnación Rodríguez, catedrática titular de Historia de América en Madrid, era amiga de Guillermo Lohmann". Un peruano cofrade, amigo de Enriqueta Vila, un americanista de las Américas que cuenta con un busto en el Archivo de Indias a cuya inauguración asistió Mario Vargas Llosa.

En Barcelona, este filósofo de la Hispalense fue discípulo y amigo de Eugenio Trías, que conoció los entresijos de la Semana Santa de Sevilla. "Le gustaba hablar con Carlos Colón". Era huésped de Miguel Sánchez, el barcelonés que vivía en la plaza de San Lorenzo por la que también pasó Fernando Sánchez Dragó.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios