El Palquillo

"Se le acercó una gran muchedumbre"

  • Miraba la ronda del Tamarguillo y me imaginaba las cercanías del lago de Tiberiades: el Señor andando entre la gente y todos mirándole y escuchando sus enseñanzas.

El Gran Poder en Los Pajaritos en Santa Misión

El Gran Poder en Los Pajaritos en Santa Misión / Antonio Pizarro

Cuando leo el capítulo 12, versículo 15 del evangelio de san Mateo, siempre he querido imaginármelo: "Mas Jesús, se retiró de allí. Y muchos le siguieron..."

En mi viaje a Tierra Santa, al divisar aquellas tierras de Galilea, me preguntaba cómo serían esas multitudes que iban tras el Maestro. ¿Lo conocerían? ¿Les habría hablado alguien de Él? ¿Qué buscaban?

Siempre he pensado que me hubiera gustado haber estado allí, entre la gente, escuchando lo que hablarían del Hijo del carpintero; sus creencias o dudas del Nazareno que irradiaba paz y amor a todo el que se acercaba a Él. Me imaginaba que irían familias enteras a ver a Aquel que había predicado por las montañas de los alrededores, y se autodefinía como "el camino, la verdad y la vida".

El pasado sábado viví aquella misma escena de hace casi dos mil años. Pude experimentar a la perfección, esos pasajes evangélicos que nos narran el movimiento de masas que el Mesías producía entre los judíos de aquella época. Sentí con plena seguridad el seguimiento de una multitud a la figura majestuosa y sublime del Señor del Gran Poder.

Allí nos codeamos gentes de toda condición y cultura. Daba igual si ibas con chaqueta o con vaqueros, con gomina o rapado, con collares o con tatuajes. Todos unidos por Aquél que ha querido, como narraba el evangelio, retirarse de su hábitat normal de San Lorenzo, y quedarse entre sus hijos de los barrios de la periferia de Sevilla.

Miraba la ronda del Tamarguillo y me imaginaba las cercanías del lago de Tiberiades: el Señor andando entre la gente y todos mirándole y escuchando sus enseñanzas.

Porque aquel día el Señor nos inundó de enseñanzas: humildad, comprensión, misericordia, perdón... amor. Y al final todos nos fuimos a casa con la sensación que también se había cumplido el final de aquel versículo de san Mateo: "Mas Jesús, se retiró de allí. Y muchos le siguieron, y los sanó a todos". Sí, fuimos sanados por su divino y eterno Gran Poder.

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