El Palquillo

Capataces y costaleros de Sevilla: los ensayos

  • La Semana Santa se vive también en su víspera, cuando las parihuelas toman las calles

Ensayo de costaleros de la Hermandad de San Bernardo / PABLO LASTRUCCI

La Semana Santa de Sevilla 2020 se fragua cuando la ciudad descansa y, desde almacenes o locales, salen los esqueletos que en unos días serán grandes canastos de oro o imponentes altares de orfebrería de plata: las parihuelas. Mientras, en las casas de hermandad se celebran cabildos rematados con cartuchos de pescaito frito, se presentan carteles de afamadas tertulias cofrades, se pronuncian pregones, y se limpia plata a golpe de cepillo y frote de paño. En la calle el sonido del rachear se mezcla, en algunos casos, con el del CD de marchas que suena en una minicadena sujeta al paso.

De metal o madera, según cada cofradía, y con bigas de cemento o sacos con peso, estas noches de febrero y marzo pueden verse en cualquier esquina, y en cualquier barrio. Algunas hermandades trasladan estos ensayos a las tardes del sábado o domingo. Los ensayos de costaleros sirven para poner a prueba los morrillos, que es como el argot costalero se le llama de forma coloquial al cogote. Se afianzan conceptos y se preparan los cuerpos para una semana dura, en la que hay quienes sacan varias cofradías en días distintos. Desde fuera, los aspirantes observan con atención la postura del patero, costero, fijador o corriente, que es como se llama al costalero según el sitio que ocupe bajo las trabajaderas. Todo tiene su ciencia. Cual sala de máquinas de un barco, los puestos debajo de un paso están bien diferenciados, y hay grandes conocedores y maestros de este oficio tan antiguo, que comenzó con los costaleros del muelle de Sevilla.

Todo empieza con la igualá, donde según la altura se ordenan los costaleros para repartir el peso, y luego se cubren las vacantes de aquellos que se retiraron el pasado año o que, por algún motivo, no podrán cumplir este año con su cofradía. El listero, carpeta en mano, va nombrando por apellidos a cada uno de los costaleros. Estas convocatorias son multitudinarias, sin excepción. Los jóvenes acuden con su ropa de trabajo: zapatillas, faja y costal, con la ilusión de poder estrenarse en su cofradía. En la mayoría de los casos, las cuadrillas están hechas y las oportunidades para la savia nueva son muy escasas. En cifras, bajo todas las trabajaderas de la Semana Santa de Sevilla caben 12.800 costaleros, aproximadamente. A esta cifra habría que sumarle los costaleros de relevo. Después del ensayo, momento para reponer fuerzas e hidratarse.

En San Bernardo, la familia Villanueva, una de las más antiguas sagas de capataces de Sevilla, convocaba el pasado jueves a sus dos cuadrillas, como puede verse en el vídeo que abre esta noticia. Manuel y Carlos Villanueva son expertos en este oficio, acompañados por sus hijos y equipo de auxiliares. A diferencia de otros maestros del martillo, no emplean música en sus ensayos. En unos días, todo este trabajo callado se convertirá en pieza fundamental para el discurrir de nuestras cofradías.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios