El Cayado

Hoy no es hoy

  • Hay miradas que este año no se cruzarán, las de tantos penitentes y nazarenos pasando a tu lado

Uno de los pasos de las Siete Palabras un Miércoles Santo en Sevilla

Uno de los pasos de las Siete Palabras un Miércoles Santo en Sevilla

MIRA bien el calendario. Posiblemente haya un error tipográfico. Puede que hayas encontrado un almanaque de un año anterior y te parezca que cuadra y te sirve para este 2020 que cumple 99 días, y casi un tercio de ellos se vivió balcones afuera, ventanas afuera, hospitales afuera. Míralo bien y respóndeme: sí, es 8 de abril. Como lo fue en 2009, cuando por primera vez los hermanos del Carmen Doloroso sacaron a su Virgen bajo el palio “azul Prusia”, que yo digo azul Pastora. Es Miércoles Santo como lo fue en 1998, cuando el Cristo del Buen Fin procesionó por vez primera en solitario, creando una insólita estampa.

Aquellos 8 de abril que fueron, ya no lo serán jamás. Ojalá tampoco vuelvan a ser como el de este año, en el que no veremos a la Virgen de la Palma Coronada luciendo la restauración de sus bordados, esos que pusieron el broche a la invención regionalista y abrieron la meseta creativa de los bordados hasta 1961, cuando Juan Miguel Sánchez se atrevió con la locura orientalizante del manto de Los Negritos. Ojalá no volvamos a vivir un 8 de abril como este, en el que imagino, sobre el aire suspendida, la mano de Nuestra Señora de Consolación, Madre de la Iglesia, sosteniendo la invisible barca de Pedro en estos tiempos de catacumbas que se nos figuraban irrepetibles, inconcebibles en nuestro Occidente civilizado.

No quiero volver a vivir un 8 de abril como este. Porque mi Abril está escondido, carmesí de su pasión desenfrenada, en las bambalinas del palio de Madre de Dios de la Palma, bello hasta la hipérbole, sostenido en un “impás” de tiempo sobre los varales acanalados, sobre el clavel medido, sobre el farol entrevaral, sobre el respiradero de malla, tan macareno, pero tan serio al servicio de la Madre del Cristo de Burgos. Abril me lo tienen preso tras la cancela de la parroquia de San Bernardo. Allí, con traje morado y negro, juega con la cera que nadie derramó, se asoma estirando su luz a la calle Gallinato, enredando la esquina en la que habita Rafael Bermúdez, el organista que ha puesto música a tantas coplas y plegarias de ese culto interno, este año más interior todavía.

Queda encerrado el rojo de San Martín, el de la sangre de la Lanzada, que nos pone en los labios la miel de un Buen Fin en octubre con su procesión extraordinaria mientras cada día recorre los pasillos del hospital su Esperanza Divina Enfermera. Ella es la Esperanza del Miércoles Santo, lo mismo que el Lunes Santo la esperanza va en el manto de Rocío, o el Martes la encontramos en la saya de Gracia y Amparo. Creemos firmemente y con esperanza en otro Miércoles Santo, uno en que se cruce con los balcones de la calle Santiago la mirada del Cristo de la Sed, a los cincuenta años de su hechura prodigiosa.

Hay miradas que siguen clavadas en este Miércoles Santo imaginario. La de la Virgen de los Remedios en San Vicente, la de las Tres Marías a Longinos, la que de lejos echa San Pedro a los sayones que se llevan prendido al Soberano Señor de la calle Orfila. Hay miradas que este año no se cruzarán, las de tantos penitentes y nazarenos pasando a tu lado, confinados en su túnica como ahora todos en nuestras casas, esperando un tiempo nuevo que habrá de comenzar inaugurando, no sólo nuestra vida, sino una nueva era de la humanidad.

Y para quien les habla, no habrá un Santo Tomás donde sentirse baratillero. No será la lluvia, no serán la enfermedad ni la distancia, o quizás todo ello al mismo tiempo lo que me impidan acercarme allí a la Piedad que sostiene mi vida, la que esconde tras de sus rasgos aquella Pastora recién trasladada en San Martín a la que sueño que Fernández Andes, con Sebastián y Bandarán visitó mientras Antonio y Ascensión le recibían, junto al altarcito que regaló Manuel Casana, porque iba el hombre a hacer la Virgen nueva del Baratillo. Ella no estará en la calle esta noche. Hoy no es hoy. Hoy no parece Miércoles Santo.

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