A Punta de Bisturi

La NO Magna Hispalensis

La Reina de Todos los Santos en su procesión de noviembre.

La Reina de Todos los Santos en su procesión de noviembre. / D. S.

Sevilla se prepara para vivir la próxima primavera uno de sus máximos exponentes procesionales en la ciudad, desde la reinvención de nuestra Semana Santa por parte de los Montpensier, organizado por primera vez allá en 1850 para así promover la afluencia de fieles foráneos a nuestras calles, que no es otro que el Santo Entierro Grande, o Magno como gusta llamarse en el argot cofradiero. Si buscásemos una definición de tal evento sería algo así como gran concentración de pasos de nuestra Semana Mayor que rememora la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, cuyo anuncio de convocatoria es literalmente fusilado por el Hominis Cofrade en las distintas barras de las Casas de Hermandad croqueta en mano, seguido de la aparición de setenta quinielas sobre los posibles participantes, las mismas como tantas llamadas al Hermano Mayor organizador para rogarle que su Cristo sea invitado a formar parte del citado cortejo.

Y a pesar de toda la controversia suscitada, es cierto que la ciudad vive estas grandes citas con entusiasmo, pues revitaliza de forma especial la jornada de Sábado Santo, multiplicándose por nuestras calles como panes y peces los costaleros, músicos y devotos de todos los misterios llamados a participar. Lo que no parece convincente es si el motivo en este caso era el idóneo para el formato elegido, teniendo en cuenta que el ultimo celebrado en 2004 fue por los cuatrocientos años de la carrera oficial.

Sevilla, estandarte de la Semana Santa Universal, bandera del arte sacro, y cuna de las Cofradías tal y como las entendemos en nuestros días, ha contemplado pusilánime como un sinfín de capitales andaluzas, pueblos de nuestra provincia y hasta ciudades castellanas, han celebrado procesiones Magnas fuera de la Cuaresma por diversos motivos, algunas de ellas hasta en más de una ocasión, mientras que en la ciudad de la Giralda en los últimos cincuenta años solo hemos tenido el precedente del truncado Vía Crucis de la Fe, convocado precisamente por el Obispo al que reprocharon que no le gustaban las Cofradías. Parto de la base que Sevilla da para una Magna cada tres meses y no le faltarán razones, incluida la rogativa por las victimas de la reciente y cruel pandemia, de misterios o palios, de Nazarenos o Glorias, pero bien por miedo al exceso, complejo al centralismo, o simplemente dejación de funciones si consideramos el fin de procesionar como el de evangelización, nunca llega a concretarse una gran cita fuera de los días de Semana Santa, aunque hay quien apunta que con un paso en la calle cada fin de semana la ciudad vive cada otoño una Magna en fascículos.

El Santo Rey patrono de nuestra ciudad, dejó en su avance cruzado allá en el siglo XIII, todo un rosario de imágenes marianas para agradecer a la Virgen los frutos espirituales de su victoria al infiel, consolidando la reposición de la Fe cristiana con un altar a la Madre de Dios sobre el suelo reconquistado, germen de un sinfín de corporaciones creadas bajo el manto de su protección y que dio origen a numerosas advocaciones y Hermandades de Gloria que han cultivado el amor a María hasta nuestros días. El próximo año se celebra el DCCLXXV aniversario de la reconquista de Sevilla por el Rey San Fernando, aunque es cierto que por los setecientos años de tal efeméride se celebró con un Santo Entierro Magno.

Las Glorias merecen su Magna por todo lo expuesto, o quizás porque sus Hermandades no pasen por su mejor momento tanto social como económico aunque ciertamente los han vivido peores, puesto que actualmente subsisten apenas con una cuantía residual de lo recaudado por la carrera oficial, o incluso porque nunca se reconoció su labor evangelizadora en nuestra ciudad desde siglos, trayectoria fecunda mucho más longeva que la de muchas de nuestras cofradías penitenciales, desde Reyes a Rosarios, Pastoras o Cármenes, y que ven como a Sevilla, que lleva el nombre de Mariana, le cuesta tanto darle alguna vez su merecido minuto de Gloria, nunca mejor dicho.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios