San Vicente, meollo de la jornada
Lunes Santo. Es el gran día para ese reino del azahar que reúne a tres de las nueve cofradías que conforman la nómina de un día que ha cumplido el siglo de su creación por personajes de San Vicente
Amanece muy pronto este día tan entrañable para los vecinos de San Vicente, pero la cruda realidad dice que a las once y media se abrirán las puertas de la parroquia de San Ignacio de Loyola para que el Polígono de San Pablo vibre con sus devociones, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado seguido por Nuestra Señora del Rosario Doloroso. Joven cofradía que tendrá por delante el recorrido más largo de nuestra Semana Santa. Es el pistoletazo de salida para este día y cuando la tarde ya sea adolescente y Cristo aparece muerto en uno de los más brillantes enterramientos de nuestra Semana Santa, en la vertical de su mano vencida, una rosa reventará de sangre para llenar de luto los aledaños de San Andrés y a toda Sevilla por este tremendo misterio de Santa Marta.
Es Lunes Santo en todos los rincones de esta Jerusalén por siete días en que se ha convertido la ciudad, pero entre todos los rincones de la Sevilla de siempre, ninguno como el de la céntrica collación de San Vicente, indudable reino del azahar, lugar inigualable para vivir el rito y extasiarse con el segundo acto de la mayor ópera urbana del orbe. Es el Lunes Santo un recuerdo de infancia, de juventud, de adolescencia, de la madurez y hasta no se sabe cuándo.
Lunes Santo en San Vicente para vivir el día desde bien temprano. La austeridad del ascético Cristo de la Vera Cruz junto al empaque de cofradía señorial de Las Penas de San Vicente y cómo sintetiza la Semana Santa de Sevilla Cristo muriendo por el Museo seguido por esa desconsolada y estupefacta Virgen de las Aguas en el paso de palio que mejor se mueve de todos. Es tarde de ruan y esparto, de cera color tiniebla junto a la verde de la Vera Cruz señalando senderos de pena por el barrio.
Recuerdos de un lunes en que desde el balcón de la Región Aérea del Estrecho volaban saetas como palomas heridas, heridas muy hondas cuando la noche ya no tenía vuelta atrás. Recuerdos de un lunes que hoy vuelve con la misma pujanza y el mismo sentimiento de barrio señero en su día más grande, en esa especie de Día D para el que todo el año es la meta de una cuenta atrás que figura en más de una pizarra tabernaria y en las cabezas de todos los innumerables cofrades de este rincón incomparable.
Pero antes de que el azahar abra sus pétalos para ver a Jesús de las Penas habrán pasado cosas que merecerán mucho la pena. Por ejemplo, si San Vicente es lo que queda de la Sevilla de siempre, por el arrabal y guarda, cerca del muro de defensa, justo en el Barrio León, bajo los naranjos de ese barrio, se habrá gustado hasta el avieso Caifás cuando ante el asilo de la Avenida de Coria hayan ido los pasos sobre los pies, con esa forma de andar que se ha calificado como al estilo de Triana, amagando, de costero a costero, el izquierdo por delante, haciendo que los extras de la ópera se vengan arriba.
Como se vienen arriba los que llegan del Tiro de Línea, un barrio entero detrás del Señor Cautivo y de Nuestra Señora de las Mercedes. Fervorosa sucesión de personas entregadas a sus advocaciones, algo que será como un canto apoteósico cuando la Virgen de las Mercedes se recorte al contraluz del Arco del Postigo y sea la primera en pasar por esa estación dolorosa que es donde cayó Juan Carlos Montes hace en este día veintiséis años, cómo corren los años, Señor... En este día de lunes sin corazón de lunes existe otro enclave que le echa un pulso a San Vicente.
Es ese arco donde está la Pura y Limpia, pues antes de que el tambor redoble en memoria del costalero muerto habrá fiesta grande a causa de tres palios. A pleno sol la Virgen de las Mercedes, de noche cerrada la Virgen de la Salud que va buscando los senderos de vuelta a Triana y ya en la alta madrugada la Virgen de Guadalupe contribuirán de forma espectacular a la gran ópera con sus mecidas al son de marchas briosas como Campanilleros o con tanta Andalucía dentro como Soleá dame la mano, una de las cumbres musicales de la gran celebración. Es, por tanto, Lunes Santo no sólo en San Vicente, que también lo será, y con muchísima fuerza, por la Cuesta del Rosario, Alfalfa, Boteros, San Leandro y así hasta llegar a su casa de calle Santiago la del Rocío detrás de la gran traición, cuando el beso más ominoso de la historia. También ahí se gusta el lunes, justo a la hora en que el Tiro de Línea aguarda expectante y va preparándose el Barrio León para recibir a los suyos asaeteando los aires con canto y con cante.
Hemos quedado en que el Lunes Santo tiene su corazón en San Vicente, que fue creado hace un siglo por próceres del barrio y si austero es el paso del de la Vera Cruz por la Gavidia, tiene mucha solera la entrada bajo naranjos de Jesús de las Penas en San Vicente. Saetas bajo el azahar y vamos a darnos prisa porque ya lucen por Molviedro la Virgen de las Aguas y el Cristo expirante. Es martes ya en todos los relojes del Museo y Cristo dispone que sea del Museo su último soplo vital.
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