Rincones con encanto

Recta para el 'crujío' y la zancada

  • Esta señorial calle del barrio fue en un principio arteria fundamental para el Compás de la Laguna, lugar donde proliferaban tahúres, ladrones, prostitutas y pícaros

Calle Castelar

Calle Castelar

Principalísima arteria en esta Jersualés por siete días en que se ha convertido Sevilla. Calle de paso de un número considerable cofradías que tiene su cénit en la excelsa madrugada que se anuncia para que dentro de pocas horas nos sobrecoja el tétrico descendimiento que busca la Magdalena, que luego vendrán la zancada larga del Señor de Sevilla y el crujío del paso del Cristo del Calvario cerca ya de la amanecida y de que los vencejos revoloteen por Molviedro. Calle Castelar, vía noble del Arenal y que no siempre tuvo tan alto nivel social, algo que iremos comprobando según vayamos avanzando, línea a línea, por esta semblanza.

Esta hermosura rectílinea de calle cambió bastante de nombre antes de ser titulada como ahora, Castelar. Comoquiera que estaba junto a la laguna existente en el Arenal y que estaba originada por la depresión en el terreno de un antiguo brazo del cercano río al pie de la muralla, primero fue Laguna de la Pajería, luego Laguna de la Carretería Vieja y más tarde Laguna de la Mancebía. Siempre Laguna como denominador común en los pendulazos del nomenclátor urbano.

La Laguna era un espacio marginal, corazón del hampa y de una prostitución que era mayormente controlada por los calonges hispalenses. Allí campaban a sus anchas tahúres, ladrones y pícaros de toda laya, así hasta que a mediados del Siglo XVIII fue desecada la laguna y rehabilitada la zona hasta el punto de partir de la demolición de todo el barrio y su posterior reordenación urbana. Fue por mandato del asistente Marqués de Monterreal y siempre bajo la dirección urbanística del arquitecto Prudencio de Molviedro.

Esa reordenación urbanística propició la creación de un nuevo callejero y entre las nuevas vías está Castelar, la calle semanasantera que hoy nos ocupa.Y con la calle de nuevo cuño iba a llegarle el lógico cambio en el nomenclátor desechándose ya lo de Laguna y bautizándose en primer lugar como Molviedro en honor del arquitecto que diseñó el flamante barrio. Ya en el plano de Olavide, que data de 1771, figura con dicho nombre, pero alguien iría a rescatar el concepto lacustre de antaño y fue que en 1840 vuelve a llamarse Laguna o Calle Nueva de la Laguna.

Y así se llamó durante más de medio siglo. En 1899 iba a tomar el nombre con el que ha llegado hasta nuestros días y fue en honor del eminente político gaditano Emilio Castelar, fallecido ese mismo año. Brillante orador y figura política de tanto calado que tuvo cargos tan altos en la Primera República como en la Restauración. De todas formas, donde gozó de más prestigio fue en la faceta de orador brillante y polemista considerable.

Y por don Emilio le viene el nombre a una de las calles de trazado más recto de la ciudad en su casco antiguo, histórico o como a bien se tenga llamar. González de León la califica de "como tirada a cordel" y su trazado contrasta con la sinuosidad imperante y responde a la mentalidad racionalista de sus diseñadores. Joaquín Romero Murube recuerda que los colaboradores de Olavide, entre los que se encontraba Molviedro, pretendieron trazar la calle "como las de París".

El trazado se mantiene inalterable desde García de Vinuesa a la Plaza de Molviedro y parece ser que sigue la línea de aquella muralla que separaba el marginal barrio de la Mancebía de la zona del Arenal y del Baratillo. Es en la acera de los impares donde se construyó adosando las casas a la muralla. En 1873 surgió la propuesta de abrir una vía que uniese Castelar con el Baratillo, pero no prosperó y, de hecho, la única interrupción en el caserío se produce en la acera de los pares con la calle Gamazo.

Se produce un contraste considerable entre el caserío de los pares y el de los impares. En este último fue sustituyéndose con el paso del tiempo las construcciones dieciochescas para dar paso a edificios más modernos, mientras que en los pares se conservan magníficas casas solariegas. Destaca la del número 10, obra regionalista de Juan José López Sáez, las 14 y 16 que datan del Siglo XVIII.También la número 22, que es del XIX y que fue sede de la Jefatura Provincial del Movimiento y hoy por Cultura. Edificios varios a tener en cuenta, como el 24, ocupado por el hotel Vincci, antiguo hotel La Rábida donde se concentraba en los 60 el Real Betis Balompié y hoy frecuentado por los toreros que se anuncian en la cercana plaza de la Maestranza.

También queda espacio para un viaje por la nostalgia, pues entre los numerosos comercios desaparecidos, muchos de añejo sabor tradicional, está uno que se encontraba en el número 2, una casa de muñecas conocida como la Mercería de las peponas y que cerró en 1978. Igualmente, en Castelar se halla la casa donde en 1965 se fraguó el fallido proyecto del Partido Socialista de Andalucista; es en el número 14, tal como indica una placa que se colocó en el zaguán años después.

Pero en estos días que vivimos, Castelar tiene especial preponderancia por cómo lucen en ella las diferentes cofradías que la hollan. Quinta Angustia, Gran Poder y Calvario componen la trilogía de cortejos que, solemnes, hieráticos y preñados de sabor discurrirán de noche y de madrugada por la vía más recta, por una calle que es santo y seña del laberinto urbano de esta efímera Jerusalén.

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