Rincones con encanto

Cuando el fin justifica los medios

  • Toma el nombre del teniente sevillano Luis Daóiz, nacido en la cercana plaza de la Gavidia y muerto en el campo de batalla durante la Guerra de la Independencia.

Daoiz

Daoiz

Estamos en una calle angosta como pocas y que ha tomado especial relevancia en el dédalo urbano que forma la Jerusalén por siete días en que se convierte Sevilla durante su gran fiesta. Una vía céntrica que nos trae su más antigua referencia documental como "la calle que va de la iglesia del señor San Andrés a la calle de Las Cadenas". La de Las Cadenas es la que hoy es Javier Lasso de la Vega.

Aunque situada en todo el cogollo de las rutas semanasanteras, Daóiz nunca estuvo entre las más prodigadas por las cofradías. De hecho, sólo Santa Marta y la Lanzada, a las que posteriormente se les uniría los Panaderos, tenían a Daóiz en sus itinerarios. Pero el temor a los colapsos por lo numeroso de los cortejos ha propiciado que esta calle se incorpore con más asiduidad e indudable protagonismo al programa diario de la Semana Santa.

Por esta razón, Daóiz se incorpora a este serial. Y lo hace por la puerta grande, ya que no cabe la menor duda de que ver cómo discurre una cofradía por su angostura le añade a la Semana Santa de Sevilla un plus de belleza que la engrandece a la par que enriquece el amplio muestrario de lugares donde el tiempo se para y los sentidos se encabritan.

Los primeros datos que se tiene de esta vía dicen que se llamaba Costanilla de San Andrés. Esos datos primigenios vienen del siglo XVI y en los comienzos del XVII es mencionada como "una calle angosta que va de las casas del señor don Pedro de Pineda a San Andrés". El derribo de esas casas dio paso a la que se conoce como Orfila. Y bajo esas denominaciones se conoció esta calle hasta que tomó la actual.

Fue el año de 1845 cuando se rebautizó con el nombre de un gran héroe de la Guerra de la Independencia. Se le dio el nombre de un sevillano nacido en la cercana Plaza de la Gavidia, lugar donde se le erigió monumento. Se trata del teniente don Luis Daóiz, que falleció en el campo de batalla dando la cara ante las tropas napoleónicas. Se da, por tanto, la circunstancia de que en el teniente Daóiz cae el honor de ser uno de los pocos sevillanos que cuentan con calle y monumento en su ciudad.

De trazado rectilíneo, en los planos de los siglos XVIII y XIX figura de forma más sinuosa, señal inequívoca de sucesivas alineaciones que la fueron enderezando. En nuestros días, la calle hace de límite con Angostillo a los ensanches existentes ante la Parroquia de San Andrés, los de las plazas Fernando de Herrera y Florentino Pérez Embid. Esta última data de los años 70 del siglo pasado y se denomina así en honor del inolvidable director general de Bellas Artes, onubense de Aracena y enamorado de una Sevilla a la que apoyó cuanto pudo.

Fallecido en 1974, al poco se le dedicó esta céntrica plaza sevillana. La demolición de un grupo de viviendas generó un ensanche que tiene la particularidad de que sólo cuenta con una acera, la de los impares. El pavimento es de cantos rodados en cuadros de perímetros adoquinados, siendo la iluminación mediante farolas decimonónicas.

Destaca la clase de su caserío, formado por casas solariegas de diseño sevillano de principios del siglo XX. Casas con cancela, patio y azulejería salpicadas con otras de construcción moderna. Sobresale la número 7, de tres plantas y balcón central enmarcado por pilastras cajeadas y rematado con frontón partido.

Y de la descripción de tan céntrica vía pasemos a la notoriedad que cobró en este 2015. Decíamos que sólo tres cofradías la tenían en sus itinerarios, pero es que este año se han incorporado a ella la del Buen Fin, la muy señera del Valle y esperaba encontrar su cénit en el discurrir del Gran Poder en el camino de vuelta a su casa de San Lorenzo. En estos días las cofradías que debutan en ella han realizado auténticos ensayos generales con todo. Los palios eran el problema mayor, siendo la crestería del de Nuestra Señora de la Concepción el que no pasó dicha prueba, por lo que la Madre y Maestra hará su camino de siempre por Lasso de la Vega y no por Daóiz.

Pero entremos en detalles sobre lo que significa Daóiz en ésta nuestra magnífica ópera urbana que es la Semana Santa. Hoy nos sobrecogerá ese entierro lleno de hieratismo y de compás que sale de la parroquia. El paso de la Hermandad de Santa Marta por Daóiz es de gran belleza. Se trata de uno de los momentos de mayor expectación en la de por sí rica en expectativas Semana Santa de Sevilla. El paso de ese entierro entre naranjos enfilando el cuello de botella merece muy mucho la pena.

Pasado mañana serán tres las cofradías que vayan por Daóiz. A los Panaderos en el camino de ida se les une el Buen Fin y la Lanzada en sus retornos a casa. La decisión del Buen Fin se debe a ese ajuste de itinerarios y de horarios y lo cierto es que tendrá mucho que ver cómo el hermoso palio de Madre de Dios de la Palma va sorteando problemas hasta García Tassara.

El jueves, el señero cortejo del Valle rodeará Daóiz, pero el plato fuerte será en la Madrugada. Así como el Silencio desistió de pasar por allí por cuestiones puramente físicas, sí accedió el Señor de Sevilla. Soñábamos, pero el sueño no se ha hecho realidad y no veremos la zancada del prodigioso milagro de Juan de Mesa yendo sin prisas y sin pausas camino de San Lorenzo. Otro año será, ¿no?

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