Rincones con encanto

Un misterio gozoso con la Bofetá

  • Es una de las arterias más largas del casco histórico, pero su importancia en estos días se circunscribe desde Conde de Barajas a Duque de la Victoria.

Jesús del Gran Poder

Jesús del Gran Poder

ENTRAMOS hoy en una de las vías más largas que conforman el casco histórico de esta Jerusalén en que se ha convertido Sevilla hasta el próximo domingo. Una calle que toma especial relevancia semanasantera en este martes al paso de la Bofetá, mañana con la franciscana del Buen Fin, que se sobrecogerá ante el Gran Poder en su camino de ida y también cuando la Soledad se disponga a certificar que el rito más mayestático y con más enjundia del orbe católico está a punto de terminar.

Es Jesús del Gran Poder una calle que empieza en la Plaza del Duque y que acaba en la parte norte de la Alameda, justo donde se hallan Estrellita Castro y Tomillo. No obstante vamos a reducirla a sólo el trayecto que es hollado por los cortejos cofradieros y que comprende desde Conde de Barajas a Duque de la Victoria. De todas formas no está de más explicar que ese tramo norte fue llamado en el Siglo XVI Correría Vieja y Garbancera con posterioridad, ya bien entrado el siglo siguiente.

La calle arranca en la iglesia de San Hermenegildo, que es lo que queda del colegio que levantaron los jesuitas en 1580 y que luego fue cuartel de Artillería en lo que actualmente es la Plaza de la Concordia. Esta calle ha contado a lo largo de su historia con innumerables centros de enseñanza, habiendo sido el más cercano en el tiempo el de los hermanos maristas. Este colegio funcionó desde 1934 hasta 1968 en lo que anteriormente había sido hotel construido al señuelo de la Exposición Iberoamericana del 29. Era el hotel Bristol, construido en el número 25 de esta calle en un solar propiedad de Patricio Medina Garvey. Como dato explicativo el de que, actualmente, el restaurante La Azotea es uno de los negocios ubicados en dicho espacio.

En la acera de enfrente se alza la hermosa iglesia del Sagrado Corazón, que tiene puerta también en Trajano, calle paralela a Jesús del Gran Poder. Este edificio es de los jesuitas y el 11 de mayo de 1931 la iglesia estuvo a punto de ser incendiada, lo que fue evitado por la diligente actuación de la Guardia Civil. Este edificio con residencia anexa fue construido por Aníbal González, comprende la iglesia de la Compañía de Jesús y la capilla de los Luises y se ubica en lo había sido convento de los mínimos.

Frente a los jesuitas se encuentran la calle Padre Cañete y un callejón sin salida que se llamaba Padre Tarín y que fue sustituido en el nomenclátor por el nombre de Médico Muñoz Cariñanos tras el asesinato de éste en ese lugar por parte de la banda terrorista ETA el 16 de octubre del año 2000. Desde entonces, el cercano Pasaje Baena, que une Jesús del Gran Poder con la plaza de la Gavidia, tomó como nombre el del afamado predicador jesuita valenciano Francisco Tarín Arnau, que vivió en esa residencia.

La historia dice que esta calle Jesús del Gran Poder se llamó Palmas ya en el Siglo XVI desde el Duque hasta Conde de Barajas. Así se la conoce hasta que en 1900 solicita la Hermandad del Gran Poder al Ayuntamiento que la calle tome su nombre y se le es concedido. Con la proclamación de la II República se borran del callejero los rótulos religiosos y vuelve a llamarse Palmas hasta que en 1935 retoma el nombre del Señor de Sevilla, su vecino de la cercana plaza de San Lorenzo. Esta vía tiene como afluentes viarios Aponte, Las Cortes, San Miguel, Padre Tarín y Médico Muñoz Cariñanos, y es cruzada por Conde de Barajas, que es la arteria por donde fluyen a nuestra protagonista las cofradías que moran en San Antonio de Padua y en San Lorenzo.

Y yendo de lleno a la incidencia de esta calle en la gran celebración sevillana que es la Semana Santa, hoy aparece en el itinerario de ida de la Bofetá, que no es otra que la Pontificia, Fervorosa, Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús ante Anás, Santo Cristo del Mayor Dolor, María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista. Así se escribe, pero se pronuncia la Bofetá en nuestro particularísimo argot cofradiero.

Luce una barbaridad el misterio cuando pasa por delante de los Jesuitas o cuando la calle se estrecha desde Padre Tarín a San Miguel. Será ya Miércoles Santo cuando esta cofradía que mora en la parroquia de San Lorenzo circule por esta calle y lo hará luciéndose y en loor de una abigarrada multitud que cangrejeará ante el palio de la bellísima Virgen del Dulce Nombre prácticamente desde que abandona la Catedral.

Pero no queda aquí la cosa, pues mañana lucirá por este mismo enclave el Cristo del Buen Fin y su Madre la Virgen de la Palma. Esta hermandad franciscana que viene de una clausura conventual surca Jesús del Gran Poder también en el camino de vuelta a casa, pero el premio gordo le tocará a los afortunados que en la excelsa Madrugá tomen sitio adecuado para el privilegio de darse de cara con la zancada larga, inconfundible, del Señor de Sevilla. Y cuando todo esté a punto de fundir a negro para el punto y final de la gran celebración, la Soledad Sola en su soledad camino de la Catedral para que todo se haya consumado. Sin duda alguna, nuestra calle de hoy forma parte por derecho propio de la lista de esos rincones con encanto que enriquecen esta Jerusalén por siete días en que hemos convertido a la capital de Andalucía.

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