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Capiller

Antonio Ortiz: El celoso guardián del santuario

  • Es la persona encargada del cuidado de la iglesia, de gestión propia en el caso de La Amargura. Colabora con los priostes en el montaje de los altares y de los pasos en Semana Santa.

Es una de las personas más conocidas y queridas por todos los hermanos de la Amargura, a la que pertenece desde su nacimiento. Desde el año 2001 Antonio Ortiz es el capiller de la Iglesia de San Juan de la Palma, sede de la cofradía del Domingo de Ramos, aunque ya desde mucho antes acudía por la hermandad para ayudar al anterior capiller, Antonio Rivero, en sus tareas diarias en el templo: “desde los diez u once años estaba  por allí ayudando. Siempre me gustó mucho, le fui cogiendo el gustillo y poco a poco fuí aprendiendo todas las cosas que había que hacer, enterándome de cómo funcionaba todo”, comenta. A Antonio siempre le gustó montar los pasos y altares, ayudar en todo lo posible al equipo de priostía de la hermandad. En la actualidad esa es una de sus funciones. Además de cuidar y mantener abierta al culto la Iglesia, y estar pendiente de todo,  colabora estrechamente con los priostes en los diferentes montajes. Igualmente, se encarga de gestionar con los hermanos y la Parroquia de San Pedro, templo del que depende San Juan de la Palma, todos los asuntos concernientes a bodas, bautizos y comuniones.

Soltero y vecino de Los Remedios, desde que dejó de salir de costalero en el palio de la Amargura en el año 2004, su labor durante la estación de penitencia de la corporación consiste en ir atendiendo a los pasos para que no falte nada: “Estoy al servicio de la cofradía para solventar cualquier problema o imprevisto que pueda surgir a lo largo del recorrido procesional”. Sin duda lo que más le gusta del trabajo de capiller es  la relación tan intensa que tiene con los hermanos, “es una convivencia muy bonita  y un trato muy bueno. Estamos todo el día hablando de cofradías y de la Hermandad de la Amargura”. Lo que peor lleva de este cometido es cuando se queda solo en la iglesia, por los ruidos que se producen en el templo: “Está construida sobre un antiguo cementerio y la verdad es que da un poco de miedo quedarse solo con todos los ruidos que hay, sobre todo si es de noche. Te puedes imaginar cualquier cosa”.

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