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La Esperanza, 25 años después

  • Luis Álvarez Duarte afirma que hoy volvería a hacer la misma restauración que en 1989. Se siente "pletórico" y ve a la Virgen con una belleza inigualable.

"Hoy hubiera hecho la misma restauración". El pasado 27 de noviembre se cumplieron 25 de años de la polémica restauración de la Esperanza de Triana. Polémica porque muchos se aventuraron a afirmar entonces, y también los hacen ahora, que se había retallado la imagen. El autor de la intervención, Luis Álvarez Duarte, los negó entonces y lo sigue negando ahora. "A la Virgen se la policroma únicamente porque no se podía salvar la encarnadura de Castillo". 25 años después de aquello, se siente "pletórico" por el resultado de la restauración y por el aspecto que tenía la imagen entonces, y que tiene ahora. "En aquel momento estaba más blanca, pero era normal por la policromía nueva, pero con los años ha cogido el color moreno que siempre tuvo. Y así lo dicen los trianeros".

En la familiaridad de su estudio de su casa de Gines, bautizada con el nombre de una de sus grandes Dolorosas, Guadalupe, que cumple 50 años, Álvarez Duarte echa la vista atrás para revivir los intensos momentos que le dejó aquella importante restauración. No fue en su casa, sino en las dependencias de la hermandad, donde se intervino a la Virgen. Llegó hasta sus manos con la policromía "totalmente torcida, oscura, verdosa". Cuando se iniciaron las pruebas y las catas se dieron cuenta de que no era posible mantener lo que había de Castillo: "Hernández Díaz, que lideraba la comisión, pensaba que debajo podía estar la policromía de Ordóñez, pero no había nada. No se podía salvar la de Castillo porque sólo era una capa y muy endeble. Entonces se acordó que había que construir una nueva policromía igual y que no se perdiera el color. Se le dio el mismo estilo de belleza de Castillo y se toma como muestra y guía la policromía de la mano que estaba intacta".

Antes de la restauración, Álvarez Duarte sostiene que se le sacó una mascarilla a la imagen para que no existieran dudas de que no se tocaría. Además, se le practicaron un sinfín de radiografías y pruebas que lamenta que no hayan salido nunca a la luz: "Todo ese material lo tiene la hermandad y si se hubiera hecho un buen libro, que todavía se puede hacer, se callarían muchas bocas y se demostraría que a la Virgen no se la tocó más allá de policromía, como siempre he mantenido".

El mejor aval -dice- son los trianeros que desde el primer momento reconocieron a la Virgen: "Alfonso Jaramillo me decía que era la Virgen de San Jacinto. Parecía recién llegada del taller de Castillo". Los detractores de la restauración aseguraban, por ejemplo, que había retallado el cuello, algo que niega tajantemente: "Yo le hice una V con las veladuras en apenas unos minutos porque Hernández Díaz me dijo que había que darle una gracia. No se retalló y la prueba es que con el tiempo la V ahora se nota menos. Siempre que hay una restauración hay un mínimo cambio, pero he tenido que escuchar cosas de juzgado de guardia. Al final el tiempo pone a cada uno en su sitio".

25 años después, sigue estando "pletórico" y muy orgulloso de todo lo que se hizo. Ve a la Virgen igual que entonces pero con la pátina que le da el tiempo y que le otorga una gran belleza: "Desde entonces no se ha tocado. Sólo se le han limpiado una vez los ojos y se le hizo un corpiño y se le resanaron los alfilerazos. Pero hasta las pestañas las tiene igual".

El artista sólo puede dar las gracias 25 años después y se deshace en elogios: "¡Cómo la visten! Es la de los azulejos antiguos". Cuestionado sobre la autoría, lo tiene muy claro: "Es una talla anónima de la segunda mitad del XVII, restaurada por Castillo Lastrucci y policromada por Luis Álvarez Duarte".

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