La semana santa de...

"Un 25% de riesgo de lluvia ya es para pensarse si sacar la cofradía"

  • Se lleva un "disgusto gordo" si no está en Sevilla un Sábado Santo, aunque la lluvia le obligue a sacar papeleta de sitio de 'hombre del tiempo' en su hermandad

Fue clave para que en aquella Semana Santa de arranque nefasto pudiera estrenarse la Campana con la petición de venia del Dulce Nombre. Aquel 2003 estaba aún en Madrid y desde su mesa en el Pirulí facilitaba la información meteorológica a la cofradía de San Lorenzo desde por la mañana. "Tenía la sensación de que la cosa mejoraba por la noche y no me equivoqué. Me dijeron que toda la Sevilla cofradiera estaba en la plaza esperando la salida". José Antonio Maldonado (Sevilla, 1944) pertenece a la legión de niños que exigió en casa salir de nazareno en la Borriquita, lo que logró durante varios años, aunque muy pronto acabó siendo soleano para toda su vida, como correspondía a quien nació en la calle Cardenal Spínola y se crió en San Lorenzo hasta los trece años.

Está orgulloso de que en las tres ocasiones en que su hermandad del alma le ha consultado si debía salir o no, siempre ha acertado en el pronóstico. "Menos mal que nos ha ido bien; si no, me corren a gorrazos". Cuando el Sábado Santo amanece gris, Maldonado sabe que hay alta probabilidad de que le toque ir con traje oscuro y dejar el hábito nazareno para mejor ocasión. "Si salimos con incertidumbre, me piden que vaya de paisano para poder estar en permanente contacto con los compañeros del Instituto Nacional de Meteorología. Ellos son los que me hacen el favor de darme la información. Previamente, la junta de gobierno me llama para que informe directamente al cabildo. Primero les doy el parte técnico y después se lo traduzco en cristiano. Cuando me salgo para que vote, siempre intuyo lo que van a decidir". Maldonado no cree que los tiempos donde no existían los porcentajes de riesgos de lluvia fueran mejores: "La precisión de las previsiones no es contraproducente. Ni mucho menos. Gracias a los pronósticos de ahora han podido salir muchas cofradías que no lo hubieran hecho".

Es consciente del auge de Internet como fuente de información meteorológica: "Cada uno puede consultar las páginas web que quiera, yo de lo que me fío es del Instituto. Los cofrades hablan mucho de los porcentajes de riesgo de lluvia, lo que me choca, porque en una decisión de este tipo vale poco el tanto por ciento. Si te dicen que hay un 90 por ciento está clara la decisión. Pero es que si te marcan un 25 por ciento, ¡el riesgo es alto también! Yo me lo pensaría mucho si fuera de una junta de gobierno y me dicen que hay un 25 por ciento de riesgo de lluvia. A no ser que haya un seguimiento de la evolución de la atmósfera". ¿Y cómo sigue una junta de gobierno a la atmósfera? "Es que en la Soledad me tienen a mí [Risas] Por eso dice el cardenal que jugamos con ventaja. El premio más grande es el de tener esa dulce responsabilidad en la hermandad".

Maldonado dejó Sevilla en los años setenta. Desde entonces procura no perderse el Sábado Santo. "En 2006 no pude venir a Sevilla y lo pasé muy mal. Es un disgusto gordo no estar en Sevilla un Sábado Santo, aunque no salga de nazareno. Si me llevan a la playa...Uuuuf".

Maldonado aprendió a ver cofradías desde muy niño en la Campana: "Nuestras sillas estaban en primera fila y frente por frente a la calle Sierpes, por lo que veíamos perfectamente a las cofradías entrar e irse. ¡Ahora no encontraríamos esos abonos ni soñando! Me gustaba pedir cera y caramelos. En algún momento de la tarde íbamos a la pescadería La Coruñesa, que estaba en la mismísima Campana, donde tomaba unos calamares fritos riquísimos. Los pestiños y las torrijas de casa se compraban muy cerca, en la confitería de La Campana. Estaba toda la tarde en las sillas moviéndome, mientras mis padres se la pasaban ordenándome que me sentara. Nos solíamos quedar en las sillas hasta casi la última cofradía, porque a mi padre le gustaba retirarse un poco antes del final para que no nos cogiera la bulla, según decía".

Fue nazareno de la Borriquita y, al poco tiempo, su padre lo apuntó en la Soledad de San Lorenzo por mediación de Manuel Casado, el padre de un buen amigo que estaba en la junta de gobierno. Con el paso de los años hizo hermano a su hijo, a quien llevó como nazareno en la cofradía. Un año lo pasó especialmente mal: "Mi mujer no es de Sevilla y pensaba que el niño se podía perder. Yo le decía que jamás se ha dado el caso de un nazareno perdido. He visto túnicas ardiendo y he tenido que apagarlas, pero nunca he conocido el caso de un nazareno perdido. Pedí en la hermandad que mi hijo fuera en el tramo en el que yo iba de diputado. Cuál no fue mi sorpresa que mi hijo desapareció en la Catedral y mi mujer me estaba esperando en la Puerta de los Palos. Yo no me atrevía a salir de la Catedral. Sudé tinta todo ese tiempo. Menos mal que el niño apareció en el tramo séptimo".

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