Alguien podría pensar en una relación asimétrica entre Sevilla y Medina de Rioseco, una localidad de la provincia de Valladolid que cuenta con una población aproximada de cinco mil habitantes. El solemne hermanamiento que ayer suscribieron los alcaldes Juan Espadas (PSOE) y Artemio Domínguez (PP) no es sólo un ejemplo en estos tiempos de desencuentro, sino que tiene como sustrato unas razones históricas que le dan al acuerdo la más redonda de las simetrías.

Un centenar de riosecanos se desplazaron a Sevilla para vivir este momento. El más relevante de todos se llama Carlos Amigo Vallejo (Medina de Rioseco, 1934), que durante 27 años, casi un tercio de su vida, estuvo al frente de la diócesis de Sevilla. Ya antes habían ocupado este gobierno pastoral García Enríquez y Osorio (1442-1448, cuatro años antes del Descubrimiento de América) y Antonio Paino Osorio (1663-1669).

En su mandato, Amigo Vallejo coincidió con cinco alcaldes de Sevilla, desde Luis Uruñuela hasta Alfredo Sánchez Monteseirín. Los dos coetáneos del mandato de Asenjo, Juan Ignacio Zoido y Juan Espadas, se repartieron el protocolo del hermanamiento, el primero en la Catedral, durante la misa que concelebró el propio Amigo Vallejo en la capilla de la Virgen de los Reyes; el segundo, en el acto del salón Colón.

Medina de Rioseco no pasa de cinco mil habitantes, pero tiene más catedrales que París. El hermanamiento tiene su génesis. Lo pusieron en marcha un sevillano, Jaime Raynaud, ex candidato a la alcaldía de la ciudad, y un riosecano, Antonio Santamaría. "Nos presentó Pepe Perejil".

El paralelismo es impresionante. Fernando III, zamorano de cuna, el rey que cambió la historia de Sevilla, creó la dignidad de los Almirantes de Castilla, que desde el siglo XV tuvieron señorío en Medina de Rioseco y desde entonces fueron caballeros veinticuatro en el Cabildo de Sevilla, donde el Cuarto del Almirante del Alcázar era una suerte de consulado. De esa estirpe era Teresa Enríquez, la "loca del Sacramento" con plaza en San Vicente. Cristóbal Colón viajó a ese pueblo castellano para ultimar los detalles de las Capitulaciones de Santa Fe. En 1595, mercaderes y banqueros de la localidad gestionan el banco público de Sevilla.

Las ciudades unidas por el hermanamiento son escalas en el Camino de Santiago. Las custodias de sus procesiones del Corpus son obra de la familia orfebre de los Arfe. Dos ciudades navegables, una por el Guadalquivir; la otra por el Canal de Castilla que diseñó el ingeniero sevillano Antonio de Ulloa en aguas del río Sequillo. Hermoso retruécano.

La patria chica del cardenal Amigo es de tierra adentro, pero tiene el título de ciudad de los Almirantes. No extraña que al frente de su Junta Local de Semana Santa esté un ingeniero naval, Julio de las Heras. O que al acto acudiera un leonés, Agustín Álvarez Álvarez, presidente de la Confederación de casas regionales de Castilla y León en Andalucía, un marino y mecánico de aviones que ha trabajado toda su vida en la base naval de Rota.

El ex alcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido se sentó junto a las ediles del PSOE Carmen Castreño y Adela Cortina. Entre el público, estaban los hermanos Ángel y Rafael Peralta. Ambos tienen calle en Medina de Rioseco y el primero hasta un monumento. Prueba de gratitud con estos rejoneadores que durante más de medio siglo han viajado a esa localidad para organizar un festival taurino a beneficio de una residencia de ancianos.

Al alcalde lo acompañaron el presidente de la Diputación de Valladolid (Jesús Julio Carnero), el de la Cámara de Comercio (Víctor Caramanzana), el párroco de Medina (Juan Carlos Fraile). Estuvo Tomás Burgos, secretario de Estado en funciones de Seguridad Social, originario de Becilla de Valderaduey. En la Abacería de San Lorenzo hay una completa exposición de la nueva ciudad hermana de Sevilla.