Arenas se abona al estilo de Zoido. El maestro busca parecerse al discípulo. El admirado toma la senda del admirador. Será porque Zoido ha ganado unas elecciones. Sus primeras. Una de una. El presidente del PP andaluz se juega buena parte de su futuro político en las elecciones de marzo. Tendría que arrebatarle a Chaves la mayoría absoluta como mínimo para justificar su presencia cuatro años más en la sede de la calle San Fernando. Quizás por eso mimetiza el estilo de su pupilo político. Si un candidato desconocido y de perfil plano pasó por encima del PSOE en número de votos nada más y nada menos que en Sevilla, sacando 15 concejales en uno de los tradicionales fortines del socialismo, debe ser por algo, pensará Arenas, que de los encuentros Habla Sevilla ha pasado a protagonizar los suyos con lema propio: Los diálogos del cambio.

Los asesores intentan presentar a Arenas al estilo de Zoido: cercano, familiar, campechano. Tanto que, como admiten en el propio partido, las sesiones se parecen incluso al desarrollo del programa televisivo Tengo una pregunta para usted. Pues el equipo de Arenas procura que en todas estas sesiones haya público de las ocho provincias andaluzas. Otro ejemplo más de la inspiración en técnicas y modos propios del medio de comunicación preferido sin ninguna duda por la clase política: la televisión.

El estilo de Zoido en clave de Arenas presenta tan sólo unas levísimas diferencias. Se han podido apreciar en la primera edición. Unos matices que ratifican aún más que es el maestro -al que el PSOE le recuerda periódicamente que mantiene vacío el casillero de las victorias electorales- el que ahora intenta seguir la senda de un discípulo predilecto que, aunque orillado del gobierno municipal por la alianza PSOE-IU, puede presentarse con orgullo en la sede de su partido como el rompedor de todos los techos electorales del centro derecha sevillano.

El taburete de Zoido era móvil, giraba y era más bajo. El de Arenas es un taburete alto. Arenas lleva el micrófono de corbata. Zoido lo llevaba de diadema. Zoido pisaba una circunferencia (la denominada pastilla de televisión) donde se leía la leyenda Zoido alcalde. A los pies de Arenas no se lee nada. Es una zona en blanco. Y lo que es aún mejor: Zoido se sentaba en el taburete, pero Arenas no suele hacerlo, aunque lo mantenga como un icono fundamental de la estrategia.

¿Qué tiene el taburete para que los políticos confien tanto en este símbolo como confiaban muchos en los años 80 en las chaquetas de pana u otros uniformes mitineros? Los asesores del PP desarrollan toda una teoría: "El taburete es el símbolo del diálogo en Andalucía. ¿Quién no recuerda tertulias interminables a la vera de una barra sentado en un taburete? Es, además, un elemento que no provoca rechazo, que se presenta sin barreras visuales y que facilita un diálogo limpio. Con esta presentación se pretende dar un paso más. No se trata de una rueda de prensa, con mesa y micrófonos por delante que separan al político de los oyentes, sino de un político que se compromete en directo sin nada ni nadie que dificulte la relación entre él y quienes le escuchan y le plantean preguntan".

Con este análisis, en el PP no disimulan que han perdido toda la confianza en otro tipo de encuentros más habituales con los electores: "Hay que acabar con el mitin puro y duro. Es mucho mejor apostar por fórmulas como las que hace Zoido en el Ayuntamiento dedicándole un día entero a cada barrio de Sevilla. El problema del político es cuando el ciudadano lo considera inaccesible". Y, acto seguido, el intento por sacar la espina que el PSOE trata de hincar más cada vez que puede: "¿Ninguna victoria aún? Con Arenas de secretario general, el PP logró la mayoría absoluta".