Sevilla

Brasil-Sevilla: La ruta de la cocaína cumple siete años

  • Una nueva detención en el aeropuerto revela que la entrada de droga vía Lisboa sigue activa. Desde 2008 han sido arrestadas una treintena de 'mulas' con cocaína.

28 de octubre. Aeropuerto de San Pablo. Los guardias civiles del servicio fiscal de la aduana observan a una pasajera que recoge su maleta de un vuelo procedente de Brasil. Les llama la atención que una mujer de mediana edad viaje sola desde tan lejos y extreman la vigilancia. Los vuelos que vienen desde Brasil haciendo escala en Lisboa son conocidos en el argot policial como ruta caliente, es decir, en los últimos años se han convertido en una entrada frecuente de droga en España.

Los agentes invitan a la mujer a pasar un control. Allí observan que la maleta contiene un doble fondo. Someten el equipaje al drogatest y éste da positivo por cocaína. Desmontan las planchas de la maleta y localizan tres bolsas que contienen algo más de kilo y medio de cocaína de gran pureza. 1.650 gramos en total. La pasajera, de 53 años e identificada mediante las iniciales L. A. G., queda detenida. Tras ser puesta a disposición judicial, ingresó en prisión preventiva.

La Policía y la Guardia Civil detectaron estos vuelos calientes desde Brasil hace ya siete años. Desde entonces los alijos en el aeropuerto se han sucedido con cierta frecuencia. También ha habido periodos de inactividad, en función de la presión policial y del número de intervenciones de droga en el aeropuerto. Sin embargo, desde el año pasado, la conexión Brasil-Lisboa-Sevilla parece haber vuelto a convertirse en una vía activa de entrada de cocaína. Antes de la detención de esta mujer, a principios de este mismo año fue detenido un ciudadano boliviano cargado con tres kilos de cocaína. Desde la primavera de 2014, son cuatro los envíos de cocaína en este mismo vuelo que han sido interceptados por las Fuerzas de Seguridad del Estado.

La Policía comenzó a detectar esta ruta caliente en 2008. A principios de ese año fue detectado el primer correo. Era una mujer de 37 años, de Madrid y sin antecedentes. Le habían prometido más de 3.000 euros a cambio de que introdujera en España casi nueve kilos de cocaína. Sólo tenía que volar desde Brasil hasta Lisboa y desde allí tomar el vuelo diario de la TAP a Sevilla. La organización se encargaba de los billetes y de prepararle las maletas. Ya en España, alguien contactaría con ella para informarle de dónde y a quién tenía que entregarle la droga.

La Policía Nacional la esperaba nada más bajar del avión y le encontró la cocaína en las maletas que le habían entregado en Brasil. La droga, de gran pureza, estaba oculta entre cuatro carpetas tipo portafolios e impregnada en un cartón que separaba un juego de sábanas nuevo.

Casi todos los primeros correos eran españoles. Así los traficantes levantaban menos sospechas. Elegían a personas sin antecedentes y necesitadas de dinero. El segundo en caer, por ejemplo, no tenía ni 20 euros para pagar un taxi que le llevara hasta la ciudad. Era un joven de 20 años natural de Granada y residente en Mallorca. Llevaba dos maletas en cuyo interior había tres cajas -dos en una maleta y una en otra-, en el interior de las cuales venían unas máquinas de hacer masa similares a las que usan panaderos y pizzeros. La cocaína estaba oculta en los cilindros de estas máquinas, encajada a presión. Se repetía la historia. Al chico le ofrecían unas vacaciones de quince días en Brasil con todos los gastos pagados y 3.000 euros por traer la droga, que tenía que entregar después en Alicante.

Entre enero y abril de 2008, fueron detenidas seis personas en el aeropuerto de San Pablo por transportar cocaína desde Brasil a Sevilla haciendo transbordo en Lisboa. En esos cuatro meses las Fuerzas de Seguridad intervinieron 45 kilos de droga. La aparición de esta ruta caliente respondía a la búsqueda de vías alternativas a los grandes aeropuertos por parte de los narcotraficantes. Terminales como las de Madrid y Barcelona están muy controladas y en ellas se intervinieron años atrás importantes cantidades de droga. Así, las mafias dejaron de enviar droga en el vuelo Bogotá-Madrid y comenzaron a utilizar como destino aeropuertos más pequeños y sometidos a menor vigilancia para traer la cocaína a España.

Lo mismo ocurrió con el país de origen. El redoble de la vigilancia de la Policía colombiana obligó a los traficantes a buscar otros puntos de partida de sus correos. Lo encontraron en Brasil, donde aprovechan un resquicio legal para entrar en la UE pasando menos controles que si lo hicieran a través de otros países. Brasil tiene un acuerdo especial con Portugal en materia de extranjería. Los controles en Lisboa para los vuelos procedentes de su antigua colonia son menos estrictos que en otros países europeos. De esta forma, los correos entran en el espacio Schengen y en teoría ya son libres para moverse por la Unión Europea. Los aeropuertos de origen no solían ser los de las principales ciudades del país y se escogían terminales como las de Fortaleza, Recife o Natal, menos vigiladas que las de Sao Paulo o Río de Janeiro.

Una vez en Lisboa, las mulas hacen transbordo para dirigirse a su destino final, que suele ser España. Optan por aeropuertos pequeños como el de Sevilla, que les ofrece además la oportunidad de contar con una conexión diaria con Lisboa. Pese a los primeros golpes policiales contra esta ruta, los envíos siguieron llegando y muchos correos fueron interceptados con regularidad. Entre febrero de 2008 y octubre de 2009, la Policía y la Guardia Civil detuvieron a 20 personas en el aeródromo sevillano. La cantidad decomisada se elevó a los 65,6 kilos de cocaína y la vigilancia sobre el vuelo Lisboa-Sevilla se redobló enormemente. Este blindaje frenó temporalmente a las mafias, que espaciaron sus envíos hacia la capital andaluza en los años siguientes. También se reforzó el control en Brasil, donde algunos correos fueron detenidos antes de partir hacia España. Fue el caso de un joven de Torreblanca detenido en el aeropuerto de Recife cargado con seis kilos de cocaína, en agosto de 2010. Al igual que en los casos anteriores, una organización de traficantes le pagó unas vacaciones de diez días en Pernambuco y 15.000 euros a cambio de traer la droga a España. El dinero pagado por las mafias iba subiendo en relación con la presión y los alijos de la Policía, pasando de 3.000 euros por traer nueve kilos en 2008 a 15.000 euros por transportar seis kilos en 2010. Pura ley de la oferta y la demanda. A más vigilancia, más dificultad para introducir la cocaína en España, y por tanto, más dinero.

En los dos años siguientes apenas se intervino droga procedente de Lisboa en el aeropuerto de San Pablo. La ruta caliente se enfrió. Los traficantes la reactivaron en 2012, aunque introdujeron algunas modificaciones. Los correos utilizados ya no siempre eran jóvenes sin antecedentes y el dinero que percibían bajó. En Brasil también cambiaron algo las cosas, y las mulas empezaron a partir desde aeropuertos más grandes, como el de Sao Paulo.

En diciembre de 2012, la Policía volvió a intervenir cocaína en el vuelo Lisboa-Sevilla. Un hombre de 61 años, natural de Alcalá de Guadaíra, fue sorprendido en San Pablo con 11 kilos de cocaína de gran pureza ocultos en un amplificador de sonido de alta fidelidad. Los alijos, y presumiblemente los envíos, volvieron a pararse durante un año.

En 2014 llegaron más cambios: los paquetes eran más pequeños y se recurría por primera vez a extranjeros. En abril de ese año fue arrestado un paraguayo con 1,2 kilos de cocaína oculta en nueve chaquetones. En agosto la Guardia Civil detuvo a un colombiano con pasaporte español de 57 años que llevaba dos kilos en una maleta. El penúltimo caso fue el del boliviano, que llevaba la droga repartida entre el chaquetón y una maleta. El hombre dijo que le ofrecieron 5.000 euros por traer la mercancía. La última en caer ha sido la mujer de 53 años arrestada el 28 de octubre. El destino final de todos ellos ha sido la cárcel.

El envío de 'muleros' a Londres, otra ruta detectada

La ruta Brasil-Lisboa-Sevilla no ha sido la única vía utilizada por los narcotraficantes relacionada con el aeropuerto de San Pablo que se ha detectado en los últimos años. El pasado mes de septiembre, la Policía Nacional desmanteló una red de traficantes que enviaban muleros, cargados de hachís en el interior de sus organismos, a Londres. La operación policial, desarrollada en Dos Hermanas, acabó con cuatro personas detenidas y la incautación de 420 bellotas de hachís -muchas de ellas en el interior del cuerpo de los muleros- y 150 gramos de cocaína. Los integrantes de la organización utilizaban este método como medida para burlar la seguridad de los aeropuertos y llegar a Londres, donde la droga era distribuida para su venta ilegal, sin ser detectados por la Policía. La operación se inició tras la detención de un hombre en el aeropuerto de San Pablo que pretendía tomar un vuelo hacia las islas Canarias. En el interior de su organismo llevaba 119 bellotas de hachís con un peso aproximado de un kilo y 150 gramos de cocaína. Al continuar las investigaciones, los agentes descubrieron que se iba a producir de manera inminente un envío de hachís mediante el mismo procedimiento, pero esta vez los investigados iban a tomar un avión en el aeropuerto de Faro con destino a Londres.

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