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Calle Rioja

De Burgos a Laredo, calle del Sur

  • Carrera oficial. Es un personaje más de la ciudad. Sierpes. De obligada visita para el turista, de tránsito para el sevillano de a pie, que en esta calle siempre fue peatón

DE Burgos a Laredo, Sierpes es la calle del Sur. Mucho más que una calle, no necesita de ninguna publicidad: hasta sus sombras huidizas son patrimonio de la humanidad. De Pilar Burgos a Robles Laredo, hay pocos tramos urbanos más historiados. Donde coinciden quien la atraviesa por primera vez y quien acude por la inercia de la costumbre. Una calle que fue cárcel y colmao, que cada año la recorren miles de penitentes en la semana más grande para amortizar los ecos de tanta pena cervantina y tanto pecado.

Chari vocea el cupón del día en la esquina de Sierpes con Pedro Caravaca. Termina en 85, como el año 1885 en que abrió sus puertas La Campana, de donde un cliente sale porque en cinco minutos nadie le atendía. La voz de la cuponera llega hasta el quiosco de Curro, donde Miguel Debada dice que después de haberse recorrido media España en su Volvo de segunda mano "a base de bocadillo", con escalas en Cuenca, Segovia, Salamanca o San Sebastián, "no hay ninguna calle como ésta".

Manuel Marchena tiene cita en Ochoa. El consejero delegado de Emasesa camina por este río de gente. Cada Martes Santo la recorre de forma más anónima, bajo su túnica de nazareno de los Estudiantes. La Buena Muerte, como Sevilla conjuga sus paradojas. "Tardas más de 40 minutos".

Músicos ambulantes. Un mendigo con un tetra-break de Don García, vino peleón con nombre de guerrero medieval. Un grupo de turistas polacos miran los abanicos del escaparate de Blasfor. Una de las cuatro esquinas de San José entre Jovellanos y Sagasta, antigua calle de Gallegos. Pasa Soledad Becerril, que desde hace una década se pasea como ciudadana de a pie. Cuando el reportero le pregunta que cuántas veces al año pasará por Sierpes, la ex alcaldesa hace honor al antiguo nombre de Sagasta: "¿Y tú?".

Jerry Johnson ya se jubiló como cónsul de Estados Unidos en Sevilla. Este especialista en Juan Ramón está sentado en la terraza de La Reja con su nieto Andrés, 14 años, neoyorquino. Lo ha traído desde Velmont a estos dominios de Belmonte. "En Estados Unidos no hay calles como Sierpes, porque las ciudades son campo", dice Johnson, que sólo deja Sevilla en verano para hacer escapadas puntuales a Marbella.

Pepe Pozo y Paco Domínguez son dos sevillanos nacidos en plena República, aunque el primero tiene aspecto de tirolés. Viudos ambos, buscan en una tienda de Sierpes algún regalo para la malagueña y la cordobesa que llenaron los huecos de sus respectivos corazones. Pepe Pozo viene a Sierpes casi todos los días. Es el suegro de Lolo Cervera, delegado municipal de Tráfico en el primer Ayuntamiento democrático. Este profesor mercantil vive en Mairena del Aljarafe; coge el Metro hasta el Prado, donde el tranvía le lleva hasta la Plaza Nueva. Saluda a la Giralda y se adentra en Sierpes, que el último día de agosto conmemorará un nuevo aniversario de su hermanamiento con la Schadowstrasse de Düsseldorf, calle de la ciudad de Claudia Schiffer y del vampiro de Fritz Lang que encarnó Peter Lorre.

La gente compra en Tetuán y mira en Sierpes, que tiene calles adyacentes, empezando por la dedicada a Rafael Padura y tres pasajes. Uno de ellos recuerda que allí estuvo el Ateneo donde se inmortalizó la generación del 27.

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