La red de riego de un parque es lo que el sistema circulatorio al cuerpo humano: si no funciona correctamente, todo falla. Por ello no es de estrañar que el Ayuntamiento haya invertido 1.600.000 euros y seis años de trabajo en la remodelación integral de la red de riego del Parque de María Luisa, el gran pulmón verde de Sevilla con sus 350.000 metros cuadrados y sus 140 especies vegetales.

El proyecto, que culmina en estos días con los últimos ajustes de los sistemas de automatización e informáticos, ha cambiado las venas de un parque que, por continuar con el símil médico, estaban aquejadas de un colesterol galopante. En palabras de Javier Gómez, redactor del proyecto y director de las obras, "el antiguo sistema era una auténtico jeroglífico de tuberías de diferente materiales (fibrocemento, cerámica, hierro, PVC...) que estaban obstruidas por la cal y los óxidos". Para que quede claro, el técnico de Parques y Jardines enseña una sección de una antigua tubería de cerámica en la que apenas queda espacio para circular el agua.

En total, se han instalado unos 40 kilómetros de nuevas tuberías de polietileno de alta densidad con un diámetro de 25 centímetro y 16mm, según su importancia en el sistema. El nuevo trazado, que no coincide en absoluto con el antiguo (una auténtica maraña), consta de un gran anillo circular en la parte central del parque (entre las avenidas Hernán Cortés y Pizarro) que abastece a 34 arquetas que garantizan el riego con eficacia de toda la extensión del Parque de María Luisa. "Es como si hubiesemos dividio toda la extensión en 34 pequeños parques", dice Javier Gómez.

A modo de corazones, dos estaciones de bombeo (junto a las glorietas de los Álvarez Quintero y Doña Sol) garantizan que el agua fluya con la presión adecuada, sumando ambas una potencia de 30 caballos de vapor.

Otra innovación importante es que cada zona del parque, según el tipo de vegetación que albergue, contará con elementos específicos de riego para optimizar el trabajo. "Los aspersores se usan en las praderas amplias, mientras que los difusores se colocarán en las pequeñas; los goteos para las zonas de rosales y los inundadores en los espacios boscosos", afirma el director del proyecto.

Pero, quizás lo más atractivo para los profanos en jardinería, es el sistema de automatización e informatización que se ultima en estos días, el cerebro que mueve todo este sistema circulatorio. Simplificando, se trata de un complejo de ordenadores y sensores -con un trasiego de la información de ida y vuelta- con el que se analizan todas las condiciones metereológicas (temperatura, viento, insolación, precipitaciones y humedad) y se ordena dónde y cuánto regar.

Como dato curioso, apunta Javier Gómez, "próximamente, el captaz del Parque podrá controlar el riego desde su teléfono móvil".

Las ventajas del nuevo sistema, según la Delegación de Parques y Jardines, son varias. Por lo pronto, se habla de una "mejora general del estado de la vegetación", que antes no estaba debidamente regada, y de una "optimización" de la "dosis de riego", con un ahorro de agua de un 50%.

También es importante el ahorro de horas de trabajo: "más de 1.680 jornales cada año podrán ser dedicados a otras tareas propias del oficio de la jardinería, elevando con ello el nivel de conservación del Parque" (hay que tener en cuenta que, antes, en julio y agosto, se podía usar el 44% de la plantilla del parque en labores de riego".

Las nuevas estaciones de bombeo permitirán la "reducción de los consumos energéticos", y "los costes de reparación de pequeñas averías" también menguarán. Por último, un nuevo y más suave sistema de riego especial para los paseos de albero (que se acciona minutos antes de la apertura del parque) evitará las continuas reparaciones de los socavones de estos paseos, "provocados por el impacto del agua debido al empleo de cañones de amplio caudal".