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tráfico | tussam reforzó el servicio en el aeropuerto y santa justa

Colapso en la preferia

  • La lluvia, la huelga de taxis y la operación Salida provocan un caos de tráfico en toda la ciudad el día antes del alumbrado

  • El concejal de Movilidad dijo ayer que no habría manifestación

Tráfico colapsado en el Paseo de Colón

Tráfico colapsado en el Paseo de Colón / Juan Carlos Muñoz

A Sevilla, que se colapsa cada vez que caen cuatro gotas, sólo le hacía falta una huelga de taxis (el gremio paralizó el servicio de 10:00 a 13:00) en una mañana lluviosa como la de ayer para que el caos de tráfico en toda la ciudad fuera generalizado. Los autobuses no avanzaban y desviaban su recorrido a medida que se cruzaban con la manifestación de los taxistas (más de 600 coches), los conductores particulares empleaban media hora para recorrer unos metros y los turistas aguardaban pacientemente el autobús en las paradas de la estación de Santa Justa y del aeropuerto de San Pablo. Lo hacían mientras leían los carteles -algunos escritos a mano con bolígrafo y fluorescentes, impropio de una ciudad designada por Lonely Planet como el mejor destino turístico de 2018- en los que se informaba de la suspensión temporal del servicio.

Tussam trató de paliar el efecto del paro de los taxistas incrementando el servicio, sin demasiado éxito. Y todo bajo una lluvia intensa, que al menos no vino acompañada del viento de la tarde anterior, en la que hubo incluso un tornado que azotó Triana y el centro.

"No es el día ni el momento para ir haciendo manifestaciones", había dicho el jueves el delegado de Movilidad y Seguridad, Juan Carlos Cabrera, durante la presentación del dispositivo municipal para la Feria de Abril. Confiado en que podría manejar a los taxistas, el concejal incluso se aventuró a decir que la marcha convocada por las dos asociaciones mayoritarias del sector, la Unión Sevillana y Solidaridad del Taxi, a las que se les unió Elite Taxi, se había pospuesto y se quedaría todo en una concentración en la explanada de Santa Justa. Los taxistas desautorizaron al concejal con una manifestación en la que participaron más de 600 coches y que no sólo se quedó en Santa Justa, sino que llegó hasta la misma Plaza Nueva y duró más de lo previsto.

La manifestación recorrió las principales avenidas de la ciudad hasta llegar a las puertas del Ayuntamiento desde las diez de la mañana hasta pasadas las dos de la tarde. Estaba prevista hasta la una, pero se alargó un poco más. Como es habitual cada vez que las asociaciones mayoritarias del sector convocan una huelga, el paro fue seguido por todos los taxistas, el 100%. Quien no acudió a la manifestación con su taxi, se quedó en casa y no fue a trabajar. Lógico, teniendo en cuenta cómo se las gastan los piquetes del sector, especialmente en el aeropuerto de San Pablo.

La huelga estaba convocada desde hace unos días, pero -y esto también es habitual en los paros de este sector- nadie había decretado unos servicios mínimos. Por lo tanto, la manifestación sirvió a las asociaciones mayoritarias para sacar músculo, demostrar unidad y desafiar una vez más al concejal de Movilidad, Juan Carlos Cabrera, a quien ya el año pasado los líderes del gremio le amenazaron con montar una huelga en Semana Santa. No lo hicieron, obviamente, pues a ningún taxista le interesa parar ni en Semana Santa ni en Feria y por eso organizan paros de este tipo en los días previos.

El caso es que, un año después, la situación no ha cambiado demasiado y los taxistas continúan con sus reivindicaciones, entre las que hay algunas más que justas, como puede ser la creación de una aplicación pública de telefonía móvil con la que los conductores puedan trabajar sin que ninguna empresa privada les cobre un canon y de paso competir con garantías con los vehículos de transporte concertado (VTC) antes de que llegue Uber. Por la tarde salió el sol, pero el colapso de tráfico, ya instalado en toda la ciudad, continuó. Coincidían los taxis volviendo a sus puestos con los coches particulares de aquellos que iniciaban la operación Salida, sevillanos con alergia al albero que buscan refugio fuera de la ciudad en estos días. Que también los hay.

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