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Tribunales

Condenado a 6 años por violar a sus hijastras, una de ellas sorda y ciega

  • Los abusos tuvieron lugar durante los diez años en los que el acusado mantuvo una relación sentimental con la madre de las niñas, a las que además tendrá que indemnizar.

Un hombre ha sido condenado a seis años de cárcel por violar a las dos hijas de su compañera sentimental, una de ellas ciega y sorda, a las que deberá indemnizar en 15.000 y 25.000 euros.

El acusado J.G.M. abusó de una de las niñas entre los 9 y los 12 años, y de la otra entre los 14 y 15 años, con la agravante de que esta última sufría una deficiencia visual que le impedía ver a menos de tres metros y una hipoacusia bilateral severa, según la sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla, a la que ha tenido acceso Efe.

Los abusos tuvieron lugar durante los diez años en los que el acusado mantuvo una relación sentimental con la madre de las niñas, primero en Sevilla y luego en Tenerife, adonde la familia se trasladó por motivos laborales.

En todos los casos, el acusado se paseó desnudo delante de las menores, se masturbó en su presencia, se rozó los genitales contra sus piernas y llegó a introducirles los dedos en la vagina y en el ano.

Pese a la oposición que mostraban las víctimas, dicen los jueces que el acusado se aprovechaba del "mayor desamparo de las menores, cuando su pareja e hijos mayores se habían ausentado de casa" y las abordaba "por sorpresa, sin conocimiento de la víctima y sin su aceptación previa".

Además de aprovechar la diferencia de edad, pues los abusos comenzaron cuando el imputado tenía 37 y 38 años, J.G.M. se prevalía de que vivía en el mismo domicilio y era el compañero sentimental de la madre de las niñas, "lo que evidentemente le dotaba de una autoridad y prevalencia que limitaba la libertad de decisión de la menor".

Aunque los abusos contra la niña sorda y ciega se produjeron cuando había superado la edad de 14 años, los jueces le aplican la misma agravante pues esta víctima tenía una "mayor vulnerabilidad" derivada de su minusvalía y de la "dificultad de comunicación con su madre", que no la apoyó cuando la niña le explicó los actos de exhibicionismo que sufría.

Los abusos fueron denunciados por primera vez por la educadora y la trabajadora social del centro de educación especial en el que la niña estaba interna y que certificaron que "se alteraba mucho" cuando pasaba un fin de semana con su familia.

Los jueces consideran que la credibilidad de las menores quedó patente en el testimonio de los psicólogos que las estudiaron, en una sentencia que impone al acusado dos condenas de tres años cada una y el pago de sendas indemnizaciones de 15.000 y 25.000 euros.

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