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Sevilla

Deuda saldada con los jubilados

  • Los antiguos trabajadores de Tussam reciben el reconocimiento a su labor con los giraldillos

Los homenajes se sucedían por doquier y los antiguos trabajadores de Tussam no veían la hora de que se reconociese su labor de tantos años. Sin embargo, a través de su asociación se instó al Ayuntamiento a saldar una deuda de varios años y ésta se produjo ayer con la entrega de los giraldillos de honor a los trabajadores jubilados de la empresa municipal de transportes.

El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, presidió el acto y dirigió unas palabras a los presentes, al igual que el gerente de Tussam, Carlos Arizaga, y el presidente de la asociación, Fermín Caballero. Este último recordó a todos los homenajeados nombrándolos uno a uno, incluso a los que no pudieron asistir al acto, en el que se recordaba "una historia viva muy importante". Fermín Caballero alabó además los cambios de futuro que había sufrido la empresa de transportes desde sus años de trabajo y recordó las dificultades de entonces.

Más de un centenar de antiguos trabajadores de Tussam se dieron cita en el Hogar Virgen de los Reyes para este acto, donde las canas se hacían notar al igual que los abrazos de reencuentro y las frases de "qué alegría verte".

Tras las breves palabras de los organizadores, los jubilados desfilaron por el auditorio recogiendo uno a uno su giraldillo de manos del alcalde, orgullosos todos de este reconocimiento, como Juan Manzano, mecánico durante 30 años en los talleres de Tussam y jubilado desde hace 14, quien además recordaba los cambios "para bien", sobre todo humanos, desde entonces. "Los inspectores eran durísimos y no te dejaban ni fumar", comentaba.

Antonio Robles, conductor durante 30 años, destacaba el aire acondicionado como uno de los mejores avances que se han dado. "Conducíamos con el motor pegado a la pierna, asientos de eskay y el traje y la corbata siempre puestos", recordaba el ex conductor, que apuntaba que además trabajaban muchas horas, las calles eran malas y no había semáforos, convirtiéndose los cruces en zonas peligrosas, además de generadores de atascos.

En la misma línea se expresaba José María Terrero, conductor de 1961 a 1989, que destacaba que "siempre íbamos con la lengua fuera". "Cobrábamos 2.900 pesetas al mes y lo pasábamos fatal, con adoquines como asientos y a veces sin frenos en el autobús", señalaba el ex trabajador de Tussam, quien veía una clara mejora en el servicio desde entonces.

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