Catorce jóvenes de Hong-Kong van por Torneo desde las Salesianas a las Teresianas. La guía es Auxi, que trabaja en la institución Miguel de Mañara para indigentes y personas desfavorecidas. En el patio de las Salesianas, diez fornidos canadienses se quedan jugando al fútbol. Es la Expo de la fe y la universalidad, justo frente a la metrópolis cartujana que acogió el certamen de 1992.

Dan Moynihan pertenece a la diócesis de London, en Ontario. Nació en 1973, tres años antes de que su país organizara los Juegos Olímpicos de Montreal 76. "Acoge y peregrina", se lee en una de las paredes del patio. Es la traslación misionera del preparados, listos, ya del mundo del deporte. Dan no sabía que a su compatriota Leonard Cohen, lector de Lorca, le van a dar el premio Príncipe de Asturias ni que a Rafa Nadal lo han eliminado en Montreal. Vienen seis mil canadienses a ver al Papa.

Ha habido cambios y retrasos, pero todo lo llevan con paciencia y una sonrisa Alberto Álvarez Pérez (Sevilla, 1949), diácono permanente de la parroquia de San Vicente, y el hermano Miguel, Miguel Ángel López (Melilla, 1979), licenciado en Historia del Arte. "Con este equipo voy yo al infierno", dice el diácono con una letra que parece de una canción de Leonard Cohen. No están solos: les ayuda Pedro, futuro seminarista, las instituciones que acogen a los jóvenes, nueve familias que serán consulados efímeros del Canadá y padres y madres de antiguos alumnos de las Salesianas.

La delegación de Venezuela está en la residencia Santa Ana. Faltaban los que vienen del Congo, "en el colegio María Inmaculada hay reservadas 25 plazas", dice el diácono. Se va la tarde, bajan los termómetros. Ya saben lo que significan las siglas JMJ: Junio Más Julio, el agosto más caluroso. El diácono acortó sus vacaciones en Galicia. Destaca el apoyo de las monjas. "Están en los detalles. No habíamos apuntado en el programa la Feria de las Vocaciones en el patio de los Naranjos".

Los canadienses siguen jugando al fútbol en el patio del colegio. José Antonio Calderón, extremeño que juega al baloncesto en Toronto, es el más conocido entre estos jóvenes citados hoy a las nueve de la mañana en Omnium Sanctórum, donde su compatriota Gary Bedell fue costalero de los Javieres después de vivir el síndrome de Estocolmo en la Expo 92.